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Envuelta en una gruesa capa de grasa que le permite sobrevivir en mares gélidos y con un cuerpo que puede superar las 80 toneladas de peso, la ballena boreal no parece, a simple vista, un modelo de longevidad. Sin embargo, este mamífero marino (uno de los más grandes del planeta) puede alcanzar edades superiores a los dos siglos, una cifra que supera por mucho la esperanza de vida de cualquier otro mamífero.
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Un artículo publicado el 29 de octubre en la revista Nature reveló una posible explicación a este fenómeno. El estudio describe cómo una proteína, llamada CIRBP, se activa en condiciones de frío extremo y ayuda a reparar el ADN dañado, un proceso fundamental para prevenir el envejecimiento celular y la aparición de cáncer.
La investigación fue liderada por la bióloga Vera Gorbunova, de la Universidad de Rochester (Estados Unidos), reconocida por sus trabajos sobre envejecimiento en mamíferos longevos. Su equipo analizó muestras de tejido de ballena boreal obtenidas con la colaboración de comunidades inuit iñupiaq del norte de Alaska, que cada año tienen permiso para cazar un número limitado de ejemplares. Las muestras permitieron a los investigadores estudiar las células del animal y su respuesta ante daños genéticos.
Los resultados sorprendieron a los expertos: aunque las células de la ballena podían transformarse en malignas con menos mutaciones que las humanas, las probabilidades de que esas mutaciones ocurrieran eran mucho menores. La proteína CIRBP parecía tener un papel decisivo: al activarse con el frío, facilitaba la reparación del ADN y reducía la tasa de errores genéticos.
Cuando los científicos expresaron la proteína en células humanas cultivadas en laboratorio, observaron que estas mejoraban su capacidad de reparar daños en el ADN. El mismo efecto se replicó en moscas de la fruta, que vivieron más tiempo y resistieron mejor la radiación que causa mutaciones genéticas.
Aunque el estudio aún no permite afirmar que este mecanismo pueda trasladarse directamente a los humanos, los investigadores creen que comprender cómo el frío activa la reparación del ADN en la ballena boreal podría abrir nuevas vías para el estudio del envejecimiento y la prevención del cáncer. “La conclusión más interesante es que hay margen de mejora. Podemos mejorar la reparación de nuestro ADN”, señaló Gorbunova a Nature.
La ballena boreal (Balaena mysticetus) es una especie del Ártico catalogada como casi amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su dieta se basa en pequeños crustáceos, y su gruesa capa de grasa (que puede alcanzar medio metro) le permite resistir temperaturas bajo cero.
Este hallazgo se suma a una línea de investigación más amplia sobre especies excepcionalmente longevas, como los elefantes, las ratas topo desnudas o los murciélagos, que podrían ofrecer claves evolutivas sobre cómo algunos organismos han aprendido a resistir el paso del tiempo.
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