:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elespectador/SKVIJTU2HZEC3OZR7DC5B3DLGM.jpg)
El 18 de octubre de 1963, una gata callejera parisina llamada Félicette se convirtió en el primer y único felino en viajar al espacio. Félicette llevaba cinco años como parte del programa espacial frances. No fue la única: otros 14 gatos fueron seleccionados para pasar por un entrenamiento similar al de los astronautas.
Su partida se realizó desde la base francesa de Colomb-Béchar, en el Sáhara argelino. Metida en el cohete Véronique AG1, en cuestión de minutos –unos 10–, Félicette voló a cerca de 157 kilómetros sobre la Tierra, donde experimentó brevemente la ingravidez.
Su cohete se elevó hasta seis veces la velocidad del sonido y la expuso a 9.5 G de fuerza. Quince minutos más tarde, regresó a la Tierra de forma segura, lanzándose en paracaídas en su pequeña cápsula espacial, sana y salva.
Félicette tuvo mejor suerte que la perra Laika, que falleció pocas horas después de su regreso a la Tierra por el sobrecalentamiento del cohete en el que la Unión Soviética (URSS) la mandó al espacio.
Gracias a su viaje, Francia compitió por un breve momento con las potencias espaciales –Estados Unidos y la URSS– en la carrera por la conquista espacial, pues fue el tercer país en fundar una agencia civil espacial y en enviar un ser vivo al espacio.