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“Colombia debe escuchar la voz de los desplazados”: Walter Kälin, experto de ONU

El antiguo relator especial llegó a Colombia para conmemorar los 20 años de la sentencia T-025, que declaró el Estado de Cosas Inconstitucional frente a la vulneración de las víctimas de desplazamiento forzado. ¿Qué dijo sobre la situación del país?

Julián Ríos Monroy
24 de mayo de 2024 - 08:22 p. m.
Kälin es uno de los principales expertos de la ONU en temas de desplazamiento forzado interno.
Kälin es uno de los principales expertos de la ONU en temas de desplazamiento forzado interno.
Foto: El Espectador - José Vargas

Desde hace más de 30 años, el abogado y profesor suizo Walter Kälin ha centrado su trabajo en la protección de las personas desplazadas y el derecho internacional de los derechos humanos.

Kälin -quien conoce de cerca la situación de países como Somalia, Etiopía y Kuwait- aterrizó esta semana en Colombia para participar de la conmemoración por los 20 años de la sentencia T-025 de la Corte Constitucional, que declaró el Estado de Cosas Inconstitucional frente a la vulneración de las víctimas de desplazamiento forzado interno.

“Las víctimas tienen razones para desconfiar, pero el Estado puede reconstruir la confianza”, asegura en entrevista con Colombia+20 el profesor, quien forma parte del Panel de Alto Nivel sobre Desplazamientos Internos del Secretario General de las Naciones Unidas.

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Usted lleva décadas haciéndole seguimiento a temas relacionados con desplazamiento forzado alrededor del mundo. ¿Qué encuentra particularmente preocupante acá en Colombia?

Veo cosas negativas y positivas. Por el lado negativo, sin duda el muy alto número de desplazados internos que, incluso después de 10 o 20 años, siguen en esta situación, pues el Estado aún no ha sido capaz de reconstruir su vidas. Además, un problema que veo es que recientemente hay nuevos desplazamientos.

En el lado positivo, Colombia es un país muy avanzado en cuanto al rol de la Corte Constitucional. Esta semana celebramos la famosa sentencia T-025, pero también hay otras decisiones muy importantes. Además, es positivo que existan entidades como la Unidad de Víctimas, y que haya una Ley de Víctimas. Pero claro, volvemos al lado negativo en cuanto a las dificultades de implementar todo lo que está en el papel. Definitivamente no es un tema en blanco y negro, es extremadamente complejo.

Han pasado 20 años de la expedición de la sentencia T-025 de la Corte Constitucional. ¿Cuál cree que ha sido el impacto de esta decisión?

La responsabilidad. Lo que sucede generalmente en situaciones humanitarias, incluyendo el desplazamiento interno es que, claro, tenemos leyes, tenemos políticas, tenemos derechos, pero si nadie asume la responsabilidad y a nadie se le toma en cuenta, no sucede nada. Eso fue lo que logró la Corte, que dijo: ‘Gobierno, usted es responsable y tiene que informarnos y tiene que demostrar que está tomando en serio su obligación’. Ese es el valor de esta sentencia.

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Una de las alertas de la Corte es que casi el 20% de la población colombiana es víctima de desplazamiento forzado, pero aún se mantienen las deudas en la atención de esta población. ¿En qué debería enfocarse el Estado para cumplirles?

El Estado se preocupa, trabaja junto con las autoridades internacionales y organizaciones humanitarias que brindan asistencia, la Unidad de Víctimas también hace su trabajo, tiene presupuesto, pero todo eso sigue siendo muy limitado. Hay que ser realistas: no es posible, dentro de un corto período de tiempo, encontrar soluciones para todas las víctimas . Lo que pienso es que es importante finalizar el desarrollo de una estrategia o un plan para brindar soluciones sostenibles, no solo para la población de un lugar determinado, sino con perspectivas de largo plazo. En eso ayuda crear políticas adecuadas y regularizar los sistemas.

Eso significa, por ejemplo, organizar los asentamientos irregulares, enlazarlos con la infraestructura urbana, proporcionar servicios públicos, y hacer más esfuerzos para que estas personas encuentren medios de vida. También, en las zonas rurales, donde la gente puede retornar porque ya hay garantías de seguridad, no es suficiente dar algún dinero o herramientas, se necesita llevar desarrollo a esas regiones, con planificación rural. El Estado debe ser capaz de hacer eso, pero también se puede comprometer el sector privado, se puede incentivar que inviertan en estas áreas donde hay desplazados internos.

Algunos de esos temas fueron incluidos en el Acuerdo de Paz firmado en 2016 con la antigua guerrilla de las FARC. ¿Cree que ha servido para mejorar la situación de las víctimas?

El Acuerdo abordó muchas de estas cuestiones. Si ayudó o no, no estoy en condiciones de evaluarlo porque la última vez que estuve aquí fue en 2016, por lo que no sé cuál es la situación real actualmente.

Como usted mencionó, una de las situaciones más difíciles en Colombia es que aún se presentan desplazamientos. Solo en 2023 hubo más de 120.000 víctimas. ¿Cuál es la preocupación de la ONU al respecto?

Comparado con otro países, la cifra de nuevos desplazamientos todavía no es masiva. Uno podría pensar que en términos de números es manejable. Claro, para las Naciones Unidas es imposible prevenir los desplazamientos. Sin embargo creo que lo que los actores internacionales pueden hacer es pensar cómo podemos ayudar a estas personas que llegan, a volverse más autosuficientes, a tratar de volver a una vida más normal, una solución más duradera y más digna, porque no es digno depender de ayudas humanitarias, y si uno tiene este tipo de perspectiva desde el principio, trabajando para reconstruir vidas y, a través de ello, avanzar hacia soluciones duraderas, eso se debería hacer para evitar la situación que tenemos con aquellos que han estado desplazados durante años y todavía están al margen de la sociedad, todavía están entre los más pobres de los más pobres.

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Esas condiciones de vulnerabilidad han creado mucha desconfianza de las víctimas hacia el Estado. ¿Cómo se puede revertir eso?

Las víctimas tienen razones, pero el Estado puede reconstruir la confianza, y las comunidades locales pueden contribuir en ese proceso. Es acerca de la reconstrucción del contrato social, y es lo primero para tomar en serio a los desplazados internos como ciudadanos, respetarlos como tal. Esto se logra no solo desde el gobierno al más alto nivel, sino a nivel municipal, por ejemplo, con un alcalde que te dice: “Acá eres bienvenido, esta población te acoge. Sabemos que no podemos ayudar con todo, pero podemos construir juntos”. Para construir la Colombia del futuro, una donde haya paz, se necesita construir confianza. Por supuesto, muchos desplazados están traumatizados, para a ellos es difícil, pero escucharlos es importante, involucrarlos en la planificación .

Un buen ejemplo es lo que pasa ahora en Ucrania, donde existen consejos de desplazados internos electos, que son líderes de las comunidades locales e interactúan con las autoridades. Ahí se está avanzando en un camino, porque se les está dando voz a los desplazados mientras se teje confianza. Es que si nadie te escucha, ¿cómo puedes confiar?

Ya que menciona esta experiencia, usted estuvo varios años en lugares con situaciones humanitarias muy complejas como Somalia, Etiopía y Kuwait. ¿Qué lecciones podría aprender Colombia de lo que se ha hecho en esos países?

Es muy difícil comparar la situación con Somalia, que es un país muy pobre, muy frágil, pero lo que se puede aprender de su experiencia es el hecho de adoptar un enfoque orientado al desarrollo de soluciones. Están buscando desarrollo urbano, planificación urbana, buscaron cómo atraer apoyo del Banco Mundial con una apuesta basada en la planificación comunitaria, donde se reúne a la población local y a los desplazados internos y discuten lo que realmente necesitan, porque los fondos y el presupuesto siempre son limitados. Ven qué es lo que realmente ayudaría a la gente, no sólo algunos edificios, sino ayudas en la vida cotidiana, las necesidades reales. Luego, si se combinan con los deseos, el análisis de la población local, se comienzan a comprender los problemas. Esa es la manera de lograrlo.

En Colombia, especialmente en los centros urbanos, no hay un reconocimiento como sociedad de la tragedia de las víctimas. ¿Cómo podría la ciudadanía en su conjunto impulsar esas transformaciones?

Habría que pedirles a los ciudadanos de Colombia que abran su corazón a los desplazados internos. Particularmente en las áreas donde hay muchos desplazados, hay que propender por que tengan voz. Esto también puede ser a través de actividades culturales, y sin duda los medios de comunicación tienen un papel importante que desempeñar encontrando nuevos ángulos en la información que reportan. El arte también juega un papel importante, porque el arte puede hablarle al corazón y no a la mente. Hay que promover todo esto entre los desplazados internos. Es decir, son ocho millones de personas, muy capaces entre ellos. Entonces se trata nuevamente de la voz, de darles voz.

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Julián Ríos Monroy

Por Julián Ríos Monroy

Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com

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Macondo(tzdi4)24 de mayo de 2024 - 08:39 p. m.
Sería bueno que el.gobierno hiciera algo para que no haya más desplazados.
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