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Lecciones de El Salvador para Colombia después de 31 años del Acuerdo de Paz

Este lunes se conmemora un nuevo aniversario de la firma del Acuerdo de Chapultepec, el tratado de paz que puso fin a la guerra civil entre el Estado salvadoreño y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Alfredo Leiva, un excombatiente de ese grupo armado, habló con Colombia+20 acerca de algunos aprendizajes que esa experiencia de reincorporación le puede dejar al país.

Camilo Pardo Quintero
17 de enero de 2023 - 12:00 a. m.
Alfredo Leiva, exguerrillero del Fmln.
Alfredo Leiva, exguerrillero del Fmln.
Foto: Camilo Pardo Quintero

Alfredo Leiva Avilés combatió en la antigua guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln) y se desmovilizó tras el Acuerdo de Chapultepec, el pacto de paz salvadoreño que fue firmado en Ciudad de México hace 31 años y que terminó con un conflicto de 12 años en el país centroamericano; una guerra que dejó más de 75.000 civiles asesinados, según datos de Naciones Unidas.

Leiva operó en el departamento de Cabañas y en Chalatenango. Comenzó como combatiente raso, fue miliciano y llegó a ocupar roles de mando medio en esa guerrilla marxista. Desde que se desmovilizó ha sido un crítico de su proceso de paz, sin desconocer las grandes lecciones que esa experiencia les ha dejado a otros acuerdos, como el guatemalteco, el irlandés o el colombiano.

Más de tres décadas después de la firma de la paz en El Salvador, ¿qué fue lo más complicado de su paso a la vida civil?

Primero fue sacarme de una categoría en la que a muchos de nosotros nos tenían encasillados: la de firmante de paz. No me consideré nunca firmante de paz, porque los que firmaron fueron nuestros dirigentes. Los demás guerrilleros acatamos esa decisión, pero sin estar en ninguna consulta. Luego, está el tema de salir adelante desde lo político y económico. Nuestra lucha siempre fue por superar la lógica neoliberal y luego vivir sin armas. Cumplimos a pesar de que la violencia en el país nunca se ha ido. Con el pasar de los años, los reincorporados nos fuimos separando de muchas maneras y eso fue lo que más nos ha condenado… han pasado 30 años y todavía hay mucho por hacer para que haya paz.

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¿Cree que funcionaron los procesos de desarme pactados en su Acuerdo de Paz?

Claro. Nadie que alguna vez estuvo en el Fmln volvió a tomar las armas. En ese sentido fuimos de los procesos más exitosos que verificó la Organización de Naciones Unidas (ONU). No hubo fuerzas disidentes fuertes como las que hay en Colombia luego del acuerdo con las Farc. A nosotros como reincorporados no nos persiguieron para matarnos sistemáticamente, hubo asesinatos selectivos a algunos exguerrilleros, pero fueron sutiles, fueron hechos que quisieron pasar por accidentes.

¿Por ese proceso de desarme exitoso cree que aumentó la popularidad del Fmln en las urnas?

La lucha social nuestra fue sentida por la gente y no nos estigmatizaron tanto como en otros procesos de paz como el colombiano, por ejemplo. Además, al llegar los tiempos de elecciones, nos vieron como la única alternativa que podía acabar con la hegemonía de los derechistas de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena). Ganamos departamentos, Alcaldía en San Salvador y Fmln puso dos presidentes de la República en tiempos de posconflicto. La violencia que estuvo azotando al país en los años 90 jamás estuvo involucrada con el Fmln y con eso la gente veía nuestras intenciones reales de paz.

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¿Tanto poder no aturdió las bases del Fmln?

Completamente. Nuestros dirigentes saborearon los manjares de la comodidad. En algún momento fueron absorbidos por el sistema, se desconectaron de las bases y muchas etapas de nuestra reinserción fueron por autogestión de las bases y no tanto de la línea partidaria. Muchos de ellos solo quisieron ganar espacios en Alcaldías, en el Parlamento y en la Presidencia… en casos muy puntuales eso fue su única prioridad. No siguieron con la lucha revolucionaria y el poder los desvivió.

¿Cómo aportó el Fmln en los diálogos que se intentaron realizar en El Salvador con las pandillas hace más de 25 años?

Muchas veces es difícil hablar de eso, porque al final la única y mejor recomendación siempre es la misma: las armas nunca son la respuesta y siempre la política social debe trabajar en función de los menos favorecidos. Al final ningún intento de diálogo con las pandillas funcionó y ahora vemos una mano de hierro como la que tiene el presidente Nayib Bukele. Siempre se podrá negociar, pero también siempre debe haber acciones que lo sustenten.

En Colombia se quiere hacer eso: hablar e intentar negociar la paz con grupos armados que se mantienen vigentes después de las Farc. ¿Qué cree que deberíamos hacer diferente como país a lo que hicieron en El Salvador para pacificar el país entero?

Un buen primer paso es la intención genuina del gobierno y en Colombia parece que es así. Luego está ver que no siempre la cárcel es la respuesta para todos los castigos por crímenes asociados a una guerra. Aún tienen muchas cosas por sanar, comenzando por un mayor respeto a los procesos de reincorporación. A los compañeros de las Farc que dejaron las armas no se les ha respetado nada, incluyendo su vida, entonces si se comienza por valorar lo que ya se tiene para construir sobre lo construido, habrá éxito seguro.

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¿A ustedes les cumplieron con todo eso? Además del tema de seguridad que ya nos mencionó…

Faltaron muchas cosas. Acá en Colombia veo que muchos exguerrilleros se han asociado felizmente. Las cooperativas son un logro del proceso colombiano que nunca tuvimos nosotros. Allá se acabó la confrontación, fue bueno depurar el Ejército, sacar a los agentes del Estado que reprimieran y formar la Policía Civil con muchos sectores, pero nunca hubo un tratamiento de los miedos, nunca se tramitaron bien los traumas de la guerra. A muchos excombatientes del Fmln se le dejaron a merced de los brotes delincuenciales y eso los llevó a vicios y más problemas que por falta de recursos y acompañamientos fueron difíciles de tratar.

¿Qué recomendaciones les daría a aquellos que dejaron las armas y permanecen escépticos por la paz del país y para aquellos que quieren apostar la paz con otros grupos y que por la violencia en el país están desfalleciendo de a poco?

Permanezcan únicos y sigan juntos porque esa es la mejor manera para protegerse. A los tratamientos individuales, de paz o de negociación para finalizar una guerra siempre se les extermina. Que todos, desde las bases sociales, sigan siendo un sujeto importante para negociar con los que siguen armados.

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