
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La reconciliación es uno de los elementos más importantes en la construcción de paz. En el Acuerdo de Paz, el principio de reconciliación es central para la satisfacción de los derechos de las víctimas. El 25 de enero, Colombia+20, Usaid y ACDI/VOCA convocaron a representantes de varios sectores como deportistas, empresarios, líderes sociales, entre otros, para hablar de esta apuesta en el evento “Hagámoslo diferente, retos y oportunidades para la reconciliación en Colombia”.
Dos de los sectores que más han respaldado el proceso de paz en Colombia han sido la academia y la comunidad internacional. En el evento, la politóloga y experta en resolución de conflictos de origen belga Valerie Rosoux, quién representa a estos grupos, explicó de qué manera se entiende la reconciliación en la academia, tomando como referencia el caso colombiano. Rosoux es profesora de la Universidad Católica de Louvain, donde dirige el Fondo Nacional Belga para la Investigación Científica, y ha estudiado diferentes conflictos armados y guerras alrededor del mundo.
Para ella, el obstáculo más grande para que se consolide un escenario de reconciliación en Colombia, es la falta de seguridad en los territorios para excombatientes y líderes sociales, dos de los actores más importantes para la construcción de paz. Hasta el momento 291 exFarc han sido asesinados. Este tema es más grave si se tiene en cuenta que justamente la falta de garantía de protección de los reincorporados fue una de las razones por las que recientemente la Corte Constitucional declaro. una masiva violación a los Acuerdos de Paz.
Además: El blindaje de la Corte Constitucional a los excombatientes de las Farc
Rosoux también explicó la importancia de que los dirigentes se sumen a los esfuerzos de reconciliación para no sabotear el trabajo de otros sectores, y alabó al Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz.
Colombia+20 habló con Rosoux sobre el recrudecimiento de la violencia en los territorios y la gran polarización que aún existe en Colombia alrededor de la paz.
Valerie, usted dice que la reconciliación debe entenderse como un concepto fluido, que cambia de acuerdo con los contextos; en el contexto colombiano, ¿qué sería reconciliación?
Yo entiendo la reconciliación, a grandes rasgos, como la transformación en las relaciones entre actores que eran enemigos o tenían posiciones opuestas. Sin embargo, efectivamente, también creo que las características de dicha transformación varían dependiendo de los contextos. En la literatura actual sobre el tema existen tres aproximaciones a la reconciliación: la estructural, la psicosocial y la espiritual.
La estructural, es una aproximación desde lo legal: dos o más actores negociando para llegar a un acuerdo que responda a sus intereses. Esto fue lo que sucedió para Colombia en La Habana.
La psicosocial no se enfoca en los intereses de los actores ni en llegar acuerdos a nivel macro, sino en las relaciones en el campo. Esta aproximación se preocupa por los cambios en la vida de las personas en terreno y sus relaciones allí. En ese sentido, la reconciliación tiene que ver con las creencias, la forma de representar al “otro”, el lenguaje que se usa para describirlo, los estereotipos que existen, etcétera.
Y la tercera aproximación pone el énfasis también en las relaciones, pero a un nivel más profundo. En este momento se habla de cosas como el perdón, la armonía total, un escenario ideal de justicia.
Le puede interesar: Caldono, el segundo municipio más atacado por Farc, da lecciones de reconciliación
¿Se podría decir que el caso colombiano tiene un poco de cada una de estas aproximaciones?
Definitivamente. Es por eso que el proceso de paz en Colombia es un estudio de caso para hablar de estos temas a nivel mundial. Tal vez en Colombia no se ve así, pero desde una mirada externa, el proceso que ustedes han llevado ilustra muy bien este concepto tan complejo y también puso en pie el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, que es usado como referente para otros procesos. Por supuesto que no todo es color de rosa, hay retos y todo depende de las personas que estén allí para implementar el proceso, pero es un caso muy rico porque su planteamiento es ejemplar.
En sus textos usted dice que en el 40% de los casos, tras un acuerdo de paz, los países vuelven a encontrarse en escenarios de recrudecimiento de la violencia y eso es lo que estamos viendo en Colombia en este momento, ¿qué nos dice esto del proceso?
Esta estadística es muy importante porque le da un sentido de realidad al proceso. A veces, cuando vuelve la violencia, las personas pueden pensar que el proceso fracasó. Pero eso no es necesariamente lo que sucede. Cuando hablamos de reconciliación tenemos que pensar en términos de generaciones, no de años ni de décadas. Esto puede ser difícil, pero, tras un conflicto tan largo y complejo como el colombiano, es apenas de esperarse que lo que viene después también sean procesos que tomen tiempo. Y en realidad, cinco años no son mucho tiempo, si se piensa de esa manera.
Lea también: Acuerdo Final: Cinco años de una paz fragmentada
Sin embargo, la violencia que se ha vivido en estos cinco años es muy grave. La cantidad de líderes y excombatientes asesinados es alarmante ¿Cómo podemos pensar en reconciliación, en un escenario como este?
Esto es un gran problema porque a pesar de que es normal y es de esperarse, sin seguridad no habrá reconciliación en Colombia. La seguridad es la condición primaria porque sin ella la reconciliación no va a estar en la agenda de las personas. La prioridad es la integridad y la vida misma. Para que el proceso siga adelante, a pesar de estos obstáculos, que era de esperarse que llegaran, es necesario garantizar la seguridad de todas las partes.
También le puede interesar: Colombia está cerrando enero con 13 masacres y 13 líderes asesinados: Indepaz
¿Qué más tiene que pasar para que podamos llegar a un escenario de reconciliación en Colombia?
Se necesitan grandes esfuerzos desde varios lugares de la sociedad. En primer lugar, desde abajo: la sociedad civil debe presionar y debe querer la reconciliación. De nuevo, desde una mirada externa, yo veo eso en Colombia. La sociedad civil es muy fuerte y es conmovedor ver el nivel de compromiso que muchas personas tienen para contribuir a la paz.
Sin embargo, se necesita también un gran esfuerzo desde arriba: las élites y los dirigentes. Acá quizás el escenario es más complejo en Colombia. Pero esto es fundamental porque si hay una resistencia sistemática desde la élite, van a sabotear cualquier esfuerzo que se haga desde otros lugares.
Y, finalmente, se necesitan instituciones robustas. Como dije antes, las instituciones que se crearon con el acuerdo son fuertes y deben protegerse porque de esta manera, si los líderes cambian, no se empezará de nuevo, sino que las instituciones podrán seguir avanzando y construyendo.
También puede leer: “Para reconciliarnos tendríamos que tener una clase política honesta”: Jesús Abad
Ahora que estamos ad-portas de las elecciones en Colombia y la paz está siendo usada como una herramienta de campaña, con candidatos que incluso siguen proponiendo modificar el acuerdo, ¿cómo podemos proteger los avances?
Es muy complejo porque después de una guerra el peso del pasado es muy grande y trae consigo muchas emociones. Es muy fácil usar a los muertos y al dolor para probar un punto a nivel político donde los héroes de uno son los villanos de otros. Entonces claro que en una sociedad dividida se va a instrumentalizar el pasado y en ese sentido también la paz. Sin embargo, aquí es cuando las instituciones, la sociedad civil y los medios de comunicación deben trabajar fuertemente en desdibujar esos estereotipos, en usar un lenguaje de reconciliación y en poner en evidencia a todos aquellos que se benefician con la violencia por sus intereses políticos o económicos.
Mi mensaje para Colombia en este tiempo álgido es que no se desanimen. Manejen sus expectativas y sepan que este conflicto fue muy largo y que el camino que tienen por delante no será fácil. Pero tampoco dejen de celebrar las victorias en lo local. No hay que perder la esperanza porque la desesperanza es un peso muy grande para poner sobre los hombros de las personas, y especialmente de las víctimas, y ellas ya están haciendo lo que pueden e incluso más de lo que se esperaría de ellas.