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Jasmín, quisiera contarte un secreto bien guardado: desde mis trece años he vivido con el corazón en la mano, un corazón que se aceleraba cada vez que un hombre cercano me asediaba, ha sido una angustia silenciosa que me ha perseguido hasta mis 51 años. La inseguridad física y mental a la que hemos estado expuestas no es nueva y se pavonea libre por la vida de muchas de nosotras las mujeres. (Lea aquí la historia del caso de Jasmín)
Hay un silencio perverso en nuestra sociedad. ¿Sabes? Todos los días en nuestras escuelas se escuchan historias como rumores de niñas y jóvenes maltratadas y abusadas por sus padres, o tíos, o abuelos, vecinos, primos, cuñados… y la familia calla, calla el estado y también las instituciones, pero sobre todo callan las víctimas. Ese silencio va acompañado de otro miedo, no el mismo que me acompañó a mí en las paredes de mi propia casa, o del que tuviste tú en un taxi… sino el miedo a que no pase nada ante la denuncia y seas más vulnerable, contra ese debemos luchar juntas.
Sé que tenemos que seguir pensado mucho la educación. Para que las personas, hombres y mujeres, aprendan el milagro de encontrarse con el otro y no pretender dañarlo. Aprender que juntos hacemos posible la humanidad y eso requiere del respeto y el cuidado del otro; aprender que los cuerpos, sobre todo el de las mujeres, no pueden seguir siendo objeto de propagandas y mercancías que puede tomarse, usarse y desecharse. Tenemos que enseñarlo en nuestras escuelas Jasmín, porque de lo contrario seguiremos sumando víctimas como tú o como yo.
Necesitamos preguntarnos y discutir en la escuela cómo salir de esta violencia cargada de locura y brutalidad que niega la naturaleza humana y rompe con lo razonable del ser humano. Demandamos comprender y construir un nuevo sentido de la educación en donde la configuración de los seres que allí formamos, transite por una cultura de la alteridad.
Despierta para que vuelvas a recorrer con tu cuerpo emancipado las calles de Cartagena con sus casas llenas de colores, rompiendo la brisa con el pecho sin los siglos de miedo y de silencio que nos han acompañado. Despierta inocente Jasmín.
*Rectora de la Institución Educativa Olga Gonzalez Arraut.
*Esta carta hace parte de la serie de #CartasAJasmín, publicada por El Espectador, en la que amigos y desconocidos le envían un mensaje de fortaleza a Jasmín Álvarez Romero, quien hasta hace cinco días estaba en coma inducido tras ser víctima de una brutal agresión en Cartagena. Si quiere publicar una carta puede enviarla a pcuartas@elespectador.com
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