
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Jorge Emilio Rey cierra su segundo año de mandato, al frente de la Gobernación de Cundinamarca, y a la hora de los balances hay satisfacción. No solo porque el 2025 fue de grandes inversiones en infraestructura y programas sociales, sino porque se construyeron las bases de un futuro prometedor del departamento y sus 116 municipios.
Pero no un futuro cualquiera: es uno donde la vida, los recursos naturales y el desarrollo del territorio, en vez de chocar, ven en la protección del medio ambiente la mejor apuesta. Desde la administración resaltan cómo, a diferencia del pasado, el objetivo hoy es ser referente nacional en protección ambiental, demostrando que se puede impulsar el progreso, teniendo como eje la protección del agua y el empoderamiento de los campesinos, clave en la conservación de los territorios.
“Juntos avanzamos hacia un equilibrio entre el desarrollo humano y la conservación de nuestro entorno natural, asegurando un legado verde y próspero para las generaciones venideras”, comenta el gobernador Rey.
Agua: apuesta por la vida
Jorge Enrique Machuca, gerente de Empresas Públicas de Cundinamarca (EPC), considera que toda inversión que se haga en el cuidado del agua y las fuentes hídricas que recorren el departamento son una apuesta por la vida. “Este líquido vital es la base de nuestro funcionamiento como especie humana. Cuidar el agua es conservar, no solo un recurso sino nuestro futuro”, comenta.
Eso se demostró este año, cada que Machuca anunciaba medidas para conservar los cuerpos hídricos del departamento, así como la ampliación de la oferta de abastecimiento de agua potable a lugares donde, históricamente, convivieron con la escasez, o cortes esporádicos en el servicio. La fórmula es sencilla, a mayor calidad de agua, mejor calidad de vida para miles de personas en los territorios.
La primera de ellas fue la aprobación de la Ordenanza 043 de 2025, un documento de cuatro páginas en la que la Asamblea Departamental le dio un espaldarazo financiero de COP 1.9 billones a la Gobernación para conservar y proteger el agua durante los próximos 20 años. El documento, además de destinar recursos para cuidar el agua en los caudales y acueductos, también organiza al departamento administrativa y económicamente alrededor de su conservación.
Por años, el departamento ha visto cómo algunos de sus municipios sufren de estrés hídrico, tanto en los cascos urbanos como en los corregimientos rurales. La sequía generaba un efecto dominó que perjudicaba tanto a las familias que veían sus necesidades básicas insatisfechas, como a los productores campesinos que observaban con preocupación cómo sus cultivos se secaban y, por supuesto, el sostén financiero de sus hogares también. Municipios como Anapoima, Viotá, Anolaima y El Colegio vivieron en 2025 una de las temporadas más críticas de estrés hídrico, llegando a estar períodos de 10 días sin acceso directo al servicio y abasteciéndose a través de carrotanques. Con los recursos del Plan Departamental de Agua, la coordinación entre entidades y la asistencia técnica, esa situación podría revertirse y prevenir que otras poblaciones vivan lo mismo.
“El cambio climático no es una teoría. Nos estamos preparando con una hoja de ruta para que los municipios puedan garantizar su abastecimiento. Sin agua no hay cultivos y sin ellos no hay alimentos que lleguen a las ciudades. Estamos protegiendo lo más valioso a través de acciones”, agrega Machuca.
A la iniciativa se suman otros proyectos que convierten el cuidado hídrico en una tarea obligatoria para el departamento a futuro, como por ejemplo Agua a la Vereda, un programa de COP 40.000 millones que ha permitido que campesinos y familias que dependen del agua en sus fincas y parcelas, puedan acceder a servicios de agua potable, y sus cultivos, en lugar de secarse a causa de la escasez, continúen siendo productos clave para la economía campesina del departamento.
La iniciativa ha permitido que más de 180.000 personas, algunas por primera vez en sus vidas, puedan acceder al servicio sin suspensiones y, como aliciente, también reciban capacitaciones técnicas y legales sobre cómo hacer que estos sistemas de acueducto y alcantarillado puedan sostenerse en el tiempo en sus municipios y veredas, por su propia cuenta.
El programa, además de ofrecer un recurso básico, también fue premiado por la Organización de Estados Americanos (OEA), que desde Washington, EE. UU., reconoció que esta iniciativa puede ser replicada en otras latitudes de Latinoamérica y es considerada como disruptiva a la hora de garantizar derechos en el continente.
“Demuestra que el trabajo conjunto entre las instituciones y las comunidades genera soluciones reales y duraderas para el acceso al agua, uno de los derechos más esenciales para el desarrollo humano”, reza el acta de premiación de la OEA.
Para Diego Cárdenas, secretario de Bienestar Verde, la protección del agua se ha convertido en un objetivo de departamento, tanto así que desde su despacho se han gestionado programas tanto para la conservación de las fuentes hídricas que ya existen, así como para la reutilización de millones de litros de agua que ya fueron consumidos, pero que, una vez tratados, pueden abastecer nuevamente las necesidades de los cundinamarqueses.
“No es solo el cuidado de un recurso. También estamos hablando de saneamiento, pobreza multidimensional o acceso a servicios. El cuidado del agua genera un impacto en el territorio y en la vida de los ciudadanos”, subraya Cárdenas.
Campesinos: los nuevos protagonistas
En las veredas y vías terciarias de Cundinamarca se mueve uno de los mayores, y más importantes, mercados del país: el agrícola. Las parcelas campesinas se han ganado, con el paso de las décadas, el mérito de ser una de las principales fuentes de alimentos de Bogotá y Colombia, gracias a miles de toneladas de papa, frutos rojos, mango o frijol. Pero, un campo productivo no funciona si sus campesinos pasan tiempos de “vacas flacas” por la caída de los precios, los intermediarios o que los cultivos, que tardan meses de esfuerzos e inversiones, no se paguen al precio justo.
Desde la Agencia de Comercialización e Innovación para el Desarrollo de Cundinamarca, la gerente de esa entidad, Elizabeth Valero, asegura que el departamento ha enfocado toda la institucionalidad para que esta población se beneficie de los programas y precisamente se mitiguen los tiempos difíciles de los campesinos.
Y es que desde Secretaría del Agrocampesinado y la Agencia hay dos iniciativas principales que le apuestan a que el campo cundinamarqués, además de ser rentable, sea atractivo para las generaciones venideras y el departamento tenga jóvenes que, en el futuro, tomen las riendas de las parcelas y los cultivos.
Uno de ellos es “Mi Finca Más Productiva”, una apuesta de COP 14.000 millones en donde los campesinos reciben asesorías técnicas e insumos por parte de la Gobernación y crean cadenas de abastecimiento que les generen las ganancias justas por su trabajo. El programa, hasta el momento, ha dejado 56 municipios beneficiados, y docenas de plataformas campesinas que mejoran su productividad y ven mejoras en su calidad de vida.
“Esta es una de las apuestas centrales para transformar el campo. Hay avances que muestran que impactamos las familias, pero también su productividad, sostenibilidad y dignidad rural”, comenta el gobernador.
La otra estrategia consiste en cambiar el paradigma que históricamente se ha vivido en el campo. En lugar de que sean los campesinos quienes busquen el mejor postor a sus productos, es la Gobernación la que llega a sus territorios para sacar las toneladas de comida y distribuirlas a lo largo del país. Esto no solo ahorra dinero a las familias, también significa que los campesinos pueden confiar en que productos, algunos que duran semestres enteros en cosecharse, sí serán vendidos y ellos podrán asegurar sus mínimos básicos con esas transacciones.
La política del bienestar verde
Para 2026, desde la Gobernación están convencidos que se ha cambiado la forma de administrar los recursos y llevar a cabo la función pública. La apuesta, aunque hasta ahora comienza, ya empieza a perfilarse como una nueva manera de crear desarrollo en el departamento y, a la par, cuidar los recursos necesarios para el futuro.
Hoy el departamento, comenta el gobernador Rey, no solo es uno de los principales focos de biodiversidad en Colombia; también es un referente de cómo esos animales, recursos naturales o parajes naturales, están siendo preservados para que hagan parte del futuro de Cundinamarca.
“Juntos, avanzamos hacia un equilibrio entre el desarrollo humano y la conservación de nuestro entorno natural, asegurando un legado verde y próspero para las generaciones venideras”, concluye Rey.
