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El 18 de octubre Colombia abrirá las urnas electorales para un ejercicio que, aunque desconocido, puede marcar el futuro del país: las votaciones para los Consejos de Juventud. Este mecanismo de participación, que fue aprobado por el Congreso en 2018, es una plataforma en la que millones de jóvenes pueden votar sobre quiénes serán sus representantes para que participen, incidan y hagan veeduría en las altas esferas de poder del Estado.
En pocas palabras, son los jóvenes quienes empiezan a labrar su propio futuro al utilizar el diálogo y la democracia para decidir qué es lo mejor para su futuro, cómo materializar sus reclamos y, sobre todo, hacer parte de espacios de poder e incidencia, que les han sido vetados históricamente.
La figura, además de ser un puente entre la juventud y el Estado es, para Jorge Emilio Rey, gobernador de Cundinamarca, una nueva oportunidad para que las instituciones los escuchen, los incluyan y se fortalezca la democracia. El mandatario departamental habló con El Espectador sobre cómo Cundinamarca espera una gran participación en las urnas y de qué manera estas votaciones se articulan con una apuesta de la Gobernación para que ser joven no sea un sinónimo de desempleo, informalidad o escasas oportunidades.
¿Cómo entender la magnitud de estas votaciones? ¿Qué significa para la juventud?
Preservar la democracia es que los jóvenes adquieran este tipo de hábitos de elegir y ser elegidos, que se familiaricen con espacios de participación ciudadana y se vinculen desde los 14 años al sistema electoral. Es ejercer su ciudadanía. La tasa de abstención en los jóvenes es mucho más alta que en adultos, lo que significa que hay estigmatización de la política. Estas elecciones en Cundinamarca nos permitirán reducir esa abstención y permitir que entren a espacios electorales. Hoy el departamento tiene el mayor número de listas inscritas (909) del país e incrementamos en un 50 % el número de inscritos con respecto a las últimas elecciones de 2021. Hay más de 4.500 inscritos.
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¿Qué significan estos números a la hora de hablar del clamor de los jóvenes?
Los números reflejan realidades en el departamento. La mayoría de los inscritos son mujeres jóvenes que quieren ser elegidas y liderar cambios para su futuro y la mayoría de las listas inscritas se hicieron a través de organizaciones sociales: el 30 % escogieron hacerlo a través de procesos comunitarios en los que abundan los adultos, pero hay jóvenes dispuestos a aportar e incidir en su futuro. También implica que se busca un cambio, como en la democracia participativa, donde haya beneficios conjuntos y no individuales. También significa que estos jóvenes pueden llevar herramientas, conocimientos y propuestas a su región, su vereda u organización. Es un proceso muy valioso. No es una simple elección más.
Cundinamarca es un ejemplo de lo diverso de la geografía y retos de la democracia en Colombia ¿Qué implica que la participación democrática llegue a todos los rincones a través de los jóvenes?
En un mundo de redes sociales, el ejercicio garantiza que los jóvenes sean escuchados. Son plataformas en las cuales se puede dar catarsis a esa desesperanza o crispación que siente la juventud a la hora de hablar del Estado. Ellos se sienten frustrados y descuidados al ver que no hay planes para ellos en el seno de las administraciones.
Venimos de un estallido social en donde los jóvenes fueron protagónicos y eso demuestra la fuerza de escuchar sus voces para que el país entero escuchar que estaban inconformes sobre proyectos e inversiones en su sector de edad. Estas elecciones permitirán canalizar las energías e inconformismos propios de los jóvenes para que sean tomadas en cuenta en escenarios democráticos. En otras palabras, es un ejercicio de control social, permite hacer seguimiento a políticas públicas, funciona para ser un enlace entre jóvenes y gobiernos.
Desde su experiencia en apostarle a la juventud, ¿la votación, además de tratar asuntos del presente, también puede ser vista como una apuesta a crear líderes y buenos ciudadanos en el futuro?
Al Estado en general le ha faltado promover la importancia de este sistema democrático. Hay que incentivar la participación, aumentar el número de electores en esta contienda. El 13 % del censo electoral de Cundinamarca salió a votar en los últimos escrutinios del Consejo de Juventud, eso es una cifra bastante pequeña. Y aún así fuimos uno de los departamentos donde más asistencia a las urnas hubo. Si logramos aumentar la participación, hacemos campaña de promoción y sobre todo, generamos incentivos, podremos vencer poco a poco la abstención. ¿Qué se logra al vencerla? Que avance la representación y los jóvenes se conviertan en ejemplo de otros jóvenes para buscar entrar en estos espacios y cambiar sus realidades.
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Usted habla de incentivos para fomentar la asistencia en los centros electorales. ¿Existen incentivos que se articulen con otras políticas públicas de Cundinamarca que le apuesten a la juventud?
Queremos generar incentivos que se empalmen con el objetivo de fortalecer la juventud y su desarrollo. Por ejemplo, desde la Gobernación hemos decretado que, por salir a votar, a una persona se le homologarán 10 horas de servicio social obligatorio. También hay estímulos para acceder a educación superior: al mostrar el certificado electoral los jóvenes pueden tener puntos adicionales para ser seleccionados como beneficiarios de los apoyos universitarios que damos en Cundinamarca Más Profesional, que es la apuesta de acceso a educación superior más ambiciosa en la historia del departamento.
Quien vote y esté en la franja joven, recibirá puntos de más y casi que asegura tener un apoyo para educación superior. Cundinamarca es el único departamento que extiende la invitación y fomenta la participación a través de estas herramientas. Cada incentivo nos ayuda más en nuestro propósito de lograr mayor participación y, por ende, más democracia.
¿Ahora que menciona ese programa, cómo se relaciona un programa de acceso a educación con las demandas de los jóvenes? ¿Qué resultados tiene su articulación?
Tenemos que garantizar que los jóvenes tengan acceso a los beneficios del Estado, ahí radica uno de sus inconformismos. El 24 % de la población joven ni estudia ni trabaja, es una franja importante que no han encontrado una oportunidad laboral, de emprendimiento u oportunidad de educación superior. Es frustrante llegar a una etapa de vida en la que no se encuentra alguna alternativa. Unir los espacios de democracia con el acceso a la educación superior hace un buen matrimonio para incentivar la participación.
Los liderazgos sociales y comunales en Cundinamarca y Colombia son fundamentales para los procesos organizativos, pero usualmente son dominados por adultos con un bagaje y experiencia. ¿Apostarle a los jóvenes es fortalecer la defensa de organizaciones y sus proyectos de desarrollo?
Hay que volver agradable el ejercicio de la participación. Es muy frustrante manifestar inconformismo y no ser escuchado. Las organizaciones comunitarias deben sentirse escuchadas. Aquí en Cundinamarca nos lo han demostrado juntas de acción comunales o colectivos, en los que hay jóvenes tienen proyectos que respaldamos, como acueductos veredales. Cada organización comunitaria que se une para solucionar un problema significa participación y eso requiere nuestro apoyo como Gobernación, para que inviertan y sean ellos mismos los promotores de los problemas que los agobian.
Jóvenes campesinos o urbanos ven a los adultos gestionando y solucionando. Son personas que encontrarán en un futuro las soluciones y los motivos para participar y continuar ofreciendo respuestas y saldar los asuntos que se requieren en los territorios. Ganar confianza institucional no es fácil, ya sea por abandono o falta de respuestas. A lo que le estamos apostando, no solo con las elecciones sino con los demás proyectos para escuchar a la gente, es llegar a sus territorios y mostrar que sí los escuchamos, invertimos en ellos y hay alguien que tiene en cuenta sus preocupaciones.
