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Abelardo Liz: un crimen en la impunidad

Comunicador, exguardia y alguacil indígena nasa al servicio de la comunidad fue asesinado mientras cubría un proceso de liberación de la madre tierra en Corinto (Cauca).

J. Fernanda Sánchez Jaramillo, especial para el Espectador*
24 de diciembre de 2021 - 03:11 p. m.
Natalia y Wilmar, compañeros de Abelardo Liz en la emisora Nación Nasa.
Natalia y Wilmar, compañeros de Abelardo Liz en la emisora Nación Nasa.
Foto: Cortesía de Willian Mavisoy Muchavisoy

A pocos metros de llegar al municipio de Corinto (Cauca) una extensa fila de autos, camiones y motos esperaban que la fuerza pública desactivara una carga explosiva mientras en un telón verde se leía el nombre de la columna Dagoberto Ramos, de las extintas Farc.

Aunque nuevo para quien escribe este reportaje, este “incidente” es normal para aquellos que han vivido, permanentemente, en medio de la guerra, ya que Corinto -explica Wilmar Mosquera, miembro de Tejido de Comunicación We’jxia Kaa’senxi, La Voz del Viento, del Cabildo de Corinto y de la emisora Nación Nasa, objeto de ataques- ha sido uno de los lugares donde la guerra se ha vivido duramente.

“Hemos crecido en medio de conflicto armado y no le tenemos miedo a nada”, dice Wilmar mientras su compañera en la emisora, Natalia Salazar, recuerda que desde que estaban en la escuela debían dispersarse a causa de los enfrentamientos.

En medio de conflicto armado, el pueblo nasa lidera los procesos de recuperación de la tierra, que es el punto número uno de la plataforma del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) y fue informando sobre esto que Abelardo Liz fue asesinado.

Como resultado del proceso de liberación de la madre tierra, emprendido hace seis años, la situación es difícil en el resguardo, indica Nicolás Guerrero, una de las autoridades indígenas, ya que más de seis comuneros y un comunicador fueron asesinados y otros han sido amenazados por defender la tierra.

Hace un año y cuatro meses, Abelardo fue a cubrir una minga por la liberación de la madre tierra, que es un mandato espiritual para recuperar las tierras despojadas a sus ancestros y protegerla de monocultivos, entre otras acciones que la desarmonizan.

El jueves 13 de agosto de 2020, Abelardo llegó a la emisora Nación Nasa. Para sorpresa de Natalia, compañera en la radio, él había preparado café -ese que siempre esperaban que ella hiciera- y le dijo que ahí lo dejaba junto con un envuelto.

Abelardo fue a donde se encontraban los comuneros liberando la madre tierra para cubrir los ataques del Esmad a la comunidad ya que Wilmar, colega y amigo, debía cubrir otro hecho. Caminó rápido para evitar que -como en otras ocasiones- al enterarse de que había miembros de la prensa no lo dejaran pasar.

Hizo las tomas correspondientes mientras la fuerza pública atacaba a la comunidad en resistencia. Varios comuneros resultaron heridos y también Abelardo. Al principio cuando Wilmar recibió la noticia se mostró incrédulo, creyó que se trataba de un simple rayoncito, del cual se reirían más tarde con Abelardo.

Pero lamentablemente era más grave. Cuando llegó a donde Abelardo, lo vio asustado y pidiendo que no lo dejaran morir. Solicitaron ayuda para trasladarlo al hospital, pero la fuerza pública -al igual que ocurrió con María Efigenia- impedía el paso de los carros que debían auxiliarlo.

Wilmar, de corazón duro como él mismo se describe, fue a la emisora e hizo el programa porque el resto del equipo no podía concentrarse. Hizo un video y lo subió al canal, como si no pasara nada, pero al caer la noche en la intimidad de su casa, la música y el chirrinchi, bebida ancestral indígena, desataron el llanto reprimido desde el momento en que vio a su amigo herido.

Él, Natalia y otros colaboradores de la emisora lo acompañaron en la vereda la Esther a donde llevaron su cuerpo. Estaban en shock por la pérdida de este comunicador indígena que se ganó su amistad y cariño gracias a su compañerismo y buena disposición para el trabajo.

Asesinado en medio de un cubrimiento periodístico

Angela Caro, abogada de la Fundación para a Libertad de Prensa (Flip), dice que el panorama del acceso a la justicia es desolador porque no hay avances significativos para el esclarecimiento de los hechos.

“Es la misma Fiscalía la que está condenando estos hechos a la impunidad porque no se ha desarrollado una investigación que tenga en cuenta lineamientos y estándares para los delitos contra periodistas, que no pueden ser investigados como delitos comunes porque al ser violaciones a la libertad de expresión y a la libertad de prensa constituyen violaciones a los derechos humanos”, informa Caro a El Espectador.

Según la Flip, la Fiscalía debería tener una línea de investigación cuya hipótesis sea el trabajo periodístico, ausente en esta investigación, porque no ha reconocido la calidad de periodista de Abelardo Liz y ha trasladado esa carga a las víctimas para que la prueben, no ha evaluado su perfil como comunicador, la zona donde realizaba su cubrimiento, los temas y amenazas previas que pudiesen estar relacionadas con el homicidio.

“Desde el inicio esta investigación se ha contemplado como un delito común (...) Ha tenido falencias desde el inicio y la Flip como representante de las víctimas interpondrá distintas acciones para lograr resarcir estas dificultades y que el caso pueda avanzar en el menor tiempo posible y en un buen término”, agrega Caro.

Abelardo murió comprometido con la comunicación propia de los pueblos indígenas en Cauca que, pese a todos los riesgos e informando bajo fuego sin protección especial, hacen su trabajo convencidos de la importancia de la comunicación propia en esta tierra que anhelan liberar de actores armados legales e ilegales que la disputan.

El rol de los comunicadores es fundamental y las autoridades ancestrales lo saben. “Permiten una comunicación permanente con la comunidad y visibilizan el proceso que se lleva como organización, llega a los territorios, al comunero mientras trabaja y le informa qué hacen las autoridades, para que al asistir a una asamblea llegue informado”, señala Guerrero, autoridad indígena del Cabildo de Corinto.

Abelardo fue un comunero, alguacil del Cabildo, guardia indígena y comunicador, quien siempre estuvo pendiente del territorio, defendiendo los derechos de la organización. Era un hombre de baja estatura y corazón grande, que con su humildad se ganó el cariño de la comunidad.

Aunque silencian voces indígenas como la de Abelardo, su recuerdo permanece vivo entre sus colegas y amigos. Sus compañeros siguen con el trabajo

“A nosotros como jóvenes que nos ha gustado la comunicación, lo hacemos por pasión, a nosotros nos nace hacer esto. No tenemos miedo, estamos conscientes de lo que puede pasar, y la comunidad consciente de lo que hacemos”, explica Wilmar.

Por su parte Natalia, quien al igual que Wilmar lleva casi siete años en medios comunitarios, dejar esto no es una opción, pues su familia hace parte del proceso. Ella destaca la necesidad de mantener los medios de comunicación propia que confrontan las narrativas de los medios de comunicación externos que, en su concepto, desinforman sobre las comunidades

“Ellos no conocen lo que pasa en las comunidades ni que hacemos comunicación propia. Es importante expresar dentro de la comunicación propia, por la emisora, lo que en realidad pasa, las voces de las comunidades que viven las desarmonías, el conflicto armado y la violencia, por otros entes. Vale la pena fortalecer la comunicación propia y alternativa, seguir creando esos lazos, entre otras comunidades y pueblos para dar a conocer que pasa en territorios ancestrales, para hacerle frente y mitigar el impacto de la guerra”, afirma.

Cuando asesinaron a Abelardo, no creían que la fuerza pública atacara a los civiles, pero en las protestas del año 2020 en Bogotá y en el transcurso del paro nacional se observó que no está para cuidar a los civiles, sino los intereses del gobierno y las multinacionales. “Los periodistas comunitarios mostramos lo que pasa, y seguiremos haciendo el trabajo que amamos pase lo que pase”, agrega Wilmar.

*Este es el último de los cinco reportajes sobre el asesinato de periodistas, especialmente comunicadores indígenas en el departamento de Cauca (Colombia) donde María Efigenia Vásquez, Eyder Arley Campo, y Abelardo Liz, fueron asesinados entre los años 2017 y 2020. Esta investigación periodística es posible gracias a la beca otorgada por Justice for Journalists Foundation (JFJ), Fundación para la investigación internacional de crímenes contra la prensa, ONG con sede en Londres (Reino Unido). Gracias a El Espectador por el espacio.

Por J. Fernanda Sánchez Jaramillo, especial para el Espectador*

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Helena(66766)24 de diciembre de 2021 - 11:41 p. m.
Gracias a quienes informan y forman periodistas independientes! Y muy triste la falta de justicia para el pueblo…
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