El rostro de las víctimas del incendio en el barrio Nuevo Milenio de Montería

Así quedaron las 27 viviendas en Nuevo Milenio, un asentamiento donde habitan aproximadamente 300 familias.

Foto: Alcaldía de Montería

“Yo escuché un ruido de mucha gente discutiendo, pensé que era pelea. Me levanté y cuando miré al techo vi el reflejo de la candela. Salí corriendo y ya la casa del vecino estaba en llamas. Saqué a mi bebé de meses de nacido y le ayudé al vecino a echar agua para apagar el fuego. Al ver que era muy alto entré a sacar una colchoneta y una canasta de ropa, pero la ropa se me regó. En ese intento me quemé”. Ess el testimonio de Ilson Durango, herido con quemaduras de primer grado tras el incendio la madrugada del miércoles 6 de enero de este año, en el asentamiento Nuevo Milenio, en Montería, que consumió 27 viviendas. Durando está en el colegio Santa María, zona de albergue para 24 de las 27 familias que resultaron damnificadas.

“En ese momento no sentí las heridas. Lo único que hice fue tratar de avisar a los vecinos que nos estábamos quemando”, cuenta Durango mientras cuida a su hijo que está en una hamaca guindada en los arcos de una portería de la cancha del colegio. Las cosas se hicieron más confusas porque no hay una causa clara sobre el origen de la conflagración. De hecho, el cuerpo de bomberos de Montería lo clasificó como causa indeterminada, pues debido al estado en que quedaron las casas fue imposible esclarecer la causa. Entre los habitantes del barrio manejan varias hipótesis: que hubo un cortocircuito, que fue la explosión de un cilindro...

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Yolfa Milena López fue la primera persona en darse cuenta del incendio. “De repente escuché cuando Inés gritaba que se prendía su rancho, yo pensé inmediatamente que si a ella le pasaba eso a mí también, porque yo vivo al lado. Cuando salí a ver, Inés traía una cortina llena de humo y un cilindro en la mano”, cuenta Yolfa, quien hace una pausa y luego prosigue para asegurar que solo le dio tiempo de sacar a su familia, que la conforman su esposo y un hijo. Su perra murió en el incendio.

Yolfa es de Ayapel, Córdoba, un municipio a 142 kilómetros de Montería. Salió desplazada en el 2010 por amenazas contra su vida. “Me tocó volver a sentir lo que es perder todo. Perdí $600.000 que eran los ahorros míos de dos años. Mi esposo también perdió su triciclo con el que laboraba como vendedor ambulante en el mercado del Sur y todas las cosas materiales como nevera y lavadora también fueron consumidas por las llamas”, rememora la mujer.

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Nuevo Milenio es un asentamiento donde habitan aproximadamente 300 familias. Está conformado por cinco etapas, la etapa dos fue la que sufrió daños por la conflagración. Las casas en ese lugar son de madera y zinc. Tienen servicio de agua y energía, pero no de gas. Ese lugar, que se encuentra en la ribera del río Sinú, no es apto para vivir porque es una zona de alto riesgo; pero es el único que tienen para sobrevivir. En Montería, la secretaría de Vivienda tiene registros de entre 1.300 y 1.500 familias que viven en zonas de alto riesgo. “Esto es un asentamiento de tipo subnormal que se puede llamar también invasión. En Montería tenemos identificadas invasiones que están en zonas de riesgo como son El Cerro, Nuevo Milenio y Rancho de Linar”, asegura Gabriel Moreno, secretario de Gobierno de Montería. Las personas que se encuentran en este tipo de terrenos viven allí porque no tienen otro lugar. La única esperanza para ellos es ser beneficiarios de algún subsidio de vivienda del Gobierno Nacional.

Tras lo sucedido, el presidente Iván Duque anunció que apoyará la construcción de 100 viviendas para las familias afectadas. La Alcaldía de Montería se comprometió a aportar un lote, a través del programa Montería Vive Bien, con el que se entregará techo digno a las 27 familias damnificadas, así como a otras en condición de vulnerabilidad. “En las próximas semanas iniciaremos la identificación de las familias que estén en condiciones de vulnerabilidad, teniendo en cuenta los criterios que establezca el Gobierno Nacional, para determinar los demás beneficiarios de estas 100 viviendas que construiremos”, explicó el mandatario de los monterianos, Carlos Ordosgoitia.

En total resultaron damnificados 39 menores de edad y 48 adultos. Ellos han recibido apoyo de fundaciones, sector privado y público. Según la Alcaldía de Montería, se han recibido 40 colchonetas, más de 150 cobijas, 15 ventiladores, 45 carpas, 33 estufas, ropa para niños y adultos, 90 kit de bioseguridad, 43 kit de aseo personal, 2.000 tapabocas y se han logrado organizar más de 20 kit de cocina. En cuanto a la alimentación se han recibido más de tres toneladas de alimentos, entre granos y verduras; 1.152 raciones de bienestarina líquida, 103 kit de carnes de embutidos, los cuales se ha venido manejando a través de una cocina comunitaria, con apoyo de la misma comunidad y voluntarios.

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Las voces de los niños y niñas, quienes por esta época no van a la escuela por la pandemia, resuena en el colegio donde están 24 de las 27 familias que perdieron sus casas, pues de acuerdo con la Oficina de Gestión del Riesgo, tres familias decidieron auto albergarse en casas de familiares. “Son personas que tienen familias y deciden ir a donde ellos. Nosotros les ayudamos con mercados para que se sostengan. En el caso de las personas que se encuentran en el albergue, se hacen ollas comunitarias para la alimentación de todos”, detalla el secretario de Gobierno de Montería.

Mientras se concreta el tema de las 100 viviendas, las familias tendrán que volver al asentamiento donde se reconstruirán las viviendas. El reto del municipio es evitar que lleguen nuevas familias a vivir en esa zona. “Cuando se reubiquen tenemos que darle un uso a ese terreno y demolerlo para evitar que nuevas personas vuelvan a asentarse en esos lugares”, concluye Moreno.

A la fecha, la Alcaldía ha logrado organizar 18 kits de construcción. Desde Gestión del Riesgo manifiestan que harán entrega de los kits y les harán firmar un acta donde se comprometan a reconstruir sus viviendas. “Dijeron que van a comenzar a reconstruir nuestros ranchos. Sin embargo, aún no sabemos cuánto tiempo llevará. Yo no quisiera estar aquí, si no se me hubiera quemado mi rancho yo estuviera allá”, dice Yolfa, quien ahora necesita atención psicológica: “cuando voy a dormir algunas veces veo candela o alguna explosión”.