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Escuelas indígenas en Norte de Santander no cerraron durante la pandemia

La Institución Etnoeducativa U’wa IZKETA Aguablanca y la Institución Etnoeducativa Bari continuaron con clases presenciales en medio de la pandemia por COVID-19. Ambas sustentan que tomaron la decisión, entre otras cosas, porque no contaban con los medios para pasar a la virtualidad.

Karen Vanessa Quintero Martínez
21 de septiembre de 2020 - 09:40 p. m.
La Institución Etnoeducativa U’wa IZKETA Aguablanca, en Norte de Santander, mantuvo sus clases presenciales durante la pandemia.
La Institución Etnoeducativa U’wa IZKETA Aguablanca, en Norte de Santander, mantuvo sus clases presenciales durante la pandemia.
Foto: Institución Etnoeducativa A'wa

Colegios en todo el país están iniciando con el modelo de alternancia, aunque son en su mayoría instituciones privadas, también hay colegios públicos. Comunidades indígenas en la Sierra Nevada y en Norte de Santander ya tienen clases presenciales. Incluso, algunas nunca cerraron.

“Somos una de las únicas instituciones en el país que no paramos durante la pandemia", dice Yimy Armando Sánchez, Coordinador Administrativo de la Institución Etnoeducativa U’wa IZKETA Aguablanca. Esta se creó en 2010 con un acto administrativo de la Gobernación de Norte de Santander y empezó a funcionar en 2012. Allí 386 niñas y niños del resguardo U’wa reciben clases

El resguardo tiene jurisdicción en Norte de Santander, Santander, Boyacá, Arauca y Casanare, pero la institución está principalmente en Toledo y Chitagá (Norte de Santander).

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En 14, de las 15 sedes, enseñan pre-escolar y básica primaria, la otra está destinada a la educación básica secundaria y media. La mayoría de los profesores hablan las dos lenguas y son seleccionados por las autoridades tradicionales de la nación U’wa en reunión comunitaria.

Sánchez explica que la nación y Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos Uwa (Asou’wa)', decidieron seguir con las clases, teniendo en cuenta los protocolos para prevenir contagios. Además del uso de tapabocas, desinfección y distanciamiento, se restringió el ingreso de personas externas al resguardo y a las sedes de la institución. Asou’wa, entidad pública de carácter especial, ha emitido las normas para garantizar la prevención y contención del virus.

Después del 1º de septiembre, con el inició del aislamiento selectivo y la eliminación de restricciones, se presentaron dos casos de estudiantes y tres profesores con COVID-19 . “Al interior del territorio tomamos medidas para que no se propague el virus y en este momento podemos decir que la pandemia se ha controlado”, dice Sánchez.

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En las escuelas los dinamizadores o profesores dictan clase a niños desde preescolar hasta quinto de primaria, la mayoría tiene un máximo de 20 niños. Además, los encuentros no solo se realizan en el aula, sino también en espacios abiertos, lo que facilita el distanciamiento social.

El coordinador sustenta que no emplearon el modelo de alternancia, ni la educación a distancia, pues no cuentan con los medios para hacerlo. La alternancia no es posible por las distancias territoriales que tendrían que recorrer los estudiantes de básica secundaria y media (el resguardo tiene 220.275 hectáreas, 54.000 en Norte de Santander). Incluso muchos de ellos viven en la institución en un programa llamado “residencias escolares”. Allí se les garantiza alojamiento y alimentación para que puedan estudiar y no tengan que recorrer caminos de más de cuatro horas cada día.

La educación virtual tampoco es una opción, pues no cuentan con acceso a internet. “Seguimos garantizando el derecho a la educación”, dice Sánchez. Dentro del proyecto etnoeducativo comunitario, llamado Kajkrasa Ruyina - Guardianes de la Madre Tierra, El Planeta Azul - están organizados por ejes temáticos que se aplican de acuerdo a los ciclos. El primer ciclo va desde preescolar hasta tercero, el segundo va de tercero a quinto y el tercer es la básica secundaria y media. “Por ejemplo, en las clases de ciencias naturales se tienen en cuenta todos los elementos del entorno para aplicarlos en el aula o se realizan visitas de campo. Tenemos guías temáticas propias que podemos desarrollar sin dificultad durante la pandemia y teniendo en cuenta todas las medidas de bioseguridad", afirmó el coordinador.

En este departamento, la Institución Etnoeducativa Bari también tiene clases presenciales. Esta se encuentra dentro del resguardo y hace parte de cuatro municipios de Norte de Santander: Tibú, Teorama, El Carmen y Convención. Cuenta con 17 sedes en las que educan a 499 estudiantes entre población indígena, campesina, niños de otras etnias y provenientes de Venezuela. La mayoría de docentes son indígenas.

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El rector, Jonatan Abostorona, cuenta que durante un tiempo decidieron recibir las orientaciones del Ministerio y la Secretaría de Educación respecto al cierre. Sin embargo, pronto retomaron las clases presenciales. “Surgieron nuevos retos. Durante años hemos tenido necesidades en temas como infraestructura y dotación. Al ver que no podíamos implementar la educación en casa y que algunas comunidades y sedes se encuentran aisladas de población no indígena, decidimos seguir con la presencialidad", dijo.

En las sedes en las que hay interculturalidad adelantaron trabajo académico en casa, pero después arrancaron con el modelo de alternancia. En el momento, de las 17 sedes, una está con trabajo en casa, otra en alternancia (con algunos estudiantes en casa) y las demás tienen clases presenciales.

Abostorona señala que no todas la sedes cuentan con los elementos de bioseguridad, algunas comunidades han recibido elementos, pero esto no ha sido constante por la distancia que hay del casco urbano.

La asesora del despacho de Norte de Santander, Hilse Aldana Pérez, dice que estas son las únicas dos instituciones en el departamento que están funcionando y reconoce que estás poblaciones no tenían la posibilidad de tener clases virtuales porque no cuentan con los medios tecnológicos. En Norte de Santander, otras escuelas rurales en municipios de baja afectación de COVID-19 evalúan el modelo de alternancia, aunque no se ha concertado una fecha porque algunos padres prefieren esperar hasta el próximo año. La Secretaría iniciará mesas de trabajo con los directivos, pensando en la posibilidad de invertir recursos para aplicar los protocolos.

Aldana explica que para ambas instituciones de etnoeducación la Gobernación asigna un operador que garantiza el contrato de los maestros y también reciben el Plan de Alimentación Escolar (PAE). También afirma que monitorean constantemente la situación para garantizar que no haya riesgo, “también hay unos recursos especiales para ellos para aplicar los protocolos de bioseguridad”, dice.

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