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Todos dando todo: Edward Castiblanco, un colombiano que inspira

¿Se ha puesto a pensar qué hace un técnico en una aerolínea como Avianca? Esta es la historia de un supervisor – inspector que desde hace 18 años lo da todo para que usted vuele tranquilo.

María Alejandra Castaño Carmona
28 de mayo de 2023 - 02:00 p. m.
Edward Castiblanco es un ejemplo de que, con esfuerzo, los sueños se cumplen.
Edward Castiblanco es un ejemplo de que, con esfuerzo, los sueños se cumplen.
Foto: Cortesía Avianca

¿Se ha preguntado quiénes hacen posible que usted vuele? La respuesta podría ser muy extensa, pues cada día hay miles de personas que lo dan todo para ofrecerle una gran experiencia de vuelo, pero en este caso, el reconocimiento es para Edward Castiblanco, supervisor - inspector de mantenimiento de Avianca, una aerolínea que ha sabido adaptarse para entregarle a los colombianos y a viajeros de todo el mundo más oportunidades para volar alineándose a las tendencias actuales y respondiendo a las necesidades de los usuarios de hoy.

Edward, quien lleva 18 años en la empresa, junto a otras 350 personas que trabajan en el área de mantenimiento de Avianca en Bogotá, cada día hace su mejor trabajo para que los aviones estén en perfecto estado y su compañía se siga destacando por tener los más altos estándares de seguridad. Su historia es inspiradora y se convierte en una muestra de que el esfuerzo, la constancia, la pasión por el trabajo y el amor por la familia son un motor clave para cumplir sueños.

“Yo llegué a Avianca a los tres meses de haber cumplido 18 años. Cuando estaba en tercer semestre estudiando para ser técnico en línea de aviones, un compañero que ya era mayor, tenía varias dificultades para estudiar. Yo en ese momento trabajaba en una empresa de madera y llegaba antes a la universidad, entonces le dije que también llegara temprano y así yo le ayudaba con los estudios; yo no sabía que él trabajaba en Avianca, hasta que un día me pidió mi hoja de vida, a los dos meses me llamaron y afortunadamente entré por mantenimiento”, cuenta Edward desde el hangar de la aerolínea en Bogotá, y no disimula la emoción que siente, aún cuando ha pasado tanto tiempo.

“Yo no había montado en avión. A mi papá le daban miedo, pero a mí me encantaban. Durante la carrera nos llevaban al aeropuerto y aún recuerdo lo contento que me ponía, me gustaba subirme al avión así fuera de noche”, confiesa el supervisor, quien agrega, que, cuando llegó a Avianca, su vida cambió. Allí empezó como técnico operario, luego ejerció como técnico 1, después como 2, también 3, 4, y ahí, luego de muchos cursos, prácticas, capacitaciones y proyectos, y después de casi cinco años de ser técnico 4, llego a ser supervisor – inspector.

“Tener la licencia americana, que debe sacarse directamente en Estados Unidos, es un gran logro. Ese fue un proceso difícil, de casi dos años, pero Avianca me ayudó mucho con el tiempo y los tiquetes para poder viajar. Era un reto para mí porque es una licencia que abre muchas oportunidades, tanto, que me ayudó a ser supervisor, pues con ella la empresa te puede avalar para ir hacer cualquier mantenimiento en cualquier parte del mundo”, asegura Castiblanco y añade: “Han sido 18 años de muchos momentos y emociones, con muchas satisfacciones y retos, como todo en la vida. Pero la carrera y poder llegar hasta donde estoy, en una empresa tan grande, es un orgullo no solo para mí, sino también para mi familia, es lo que cualquiera querría”.

Para Edward, quien además de los aviones disfruta mucho de montar bicicleta y caminar con su esposa y su perrita Tamy cerca de su casa, a las afueras de Bogotá, su familia es primordial. “Mis papás me inspiran, ellos no tuvieron estudios, pero me brindaron y me inculcaron muchos valores, también a mis hermanos... mi papá me insistía mucho en respetar a mis superiores, por ejemplo. Él se sentía super orgulloso del nombre Avianca”, cuenta Castiblanco, quien sin perder esa emoción que ha tenido durante toda la conversación, también confiesa que hace un año y medio murió su papá y él quiere seguir haciéndolo sentir muy orgulloso.

Paradójicamente, su padre nunca superó el miedo a volar, ni siquiera con ayuda de expertos y con la seguridad y confianza que le generaba su hijo, el mismo que cada día lo da todo para demostrar porqué volar con Avianca es tan seguro. “Era muy terco y vivía muy ocupado, me decía que mejor viajara con mi mamá, entonces así lo hemos hecho. Mi esposa y dos de mis hermanos también han disfrutado de los beneficios que nos da la aerolínea, son muchísimas las razones por las que vale la pena esforzarse y dar lo mejor de sí en esta compañía”, asegura Edward.

“Avianca nos da la opción de crecer tanto como nosotros queramos, no depende de nadie más, solo de nosotros mismos; ellos brindan todas las oportunidades con tiquetes, nuevos proyectos, cursos y capacitaciones para que uno entregue lo mejor de sí, haga el trabajo con amor y sienta tanta pasión como el primer día”, agrega el supervisor – inspector.

La pasión, el buen servicio y darles a los usuarios una experiencia de viaje de calidad, es algo que identifica a los más de 12.000 empleados de la aerolínea bandera de Colombia. Trabajar en equipo cada día, entendiendo que el trabajo de todos es igual de valioso, es clave para demostrar que el pasajero siempre es la prioridad.

“Tengo una historia que me marcará para siempre. Como la prioridad siempre es la seguridad, cuando somos técnicos, protegemos los vuelos. En esa ocasión fui a un viaje a Curazao, era mi última protección porque ya como supervisores no lo hacemos”, cuenta Edward, sonríe, suspira y contagia de emoción. Sin saber cómo terminará la historia, por el brillo de sus ojos se puede ver que seguramente es algo positivo.

“El avión iba saliendo bien, pero al prender motores se presentó una indicación en una superficie que tocaba resolver. Nos devolvimos, fui a la cabina, revisé todo, me bajé del avión, hice las pruebas y todo estaba bien. Yo venía dentro del avión, esa era una buena garantía…”, continúa Castiblanco, hace una pausa. ¿Y qué paso? ¡Nos preguntamos!

“...cuando iba a salir de la cabina para mi silla, el comandante hizo un anuncio a todo el avión: “bueno, afortunadamente tenemos a uno de los mejores técnicos de la empresa con nosotros, gracias al señor que va a salir, podemos viajar a Colombia, un aplauso por favor”. Me dio pena, claro, pero fue muy emocionante porque era mi última protección. Fue como un reconocimiento a muchos años de entregarlo todo. Esos aplausos y el agradecimiento de la gente es un recuerdo que mantendré vivo por siempre”, enfatiza Castiblanco, ese mismo que algún día soñó con ser piloto, pero que con el paso del tiempo descubrió que la idea de cada día aprender cosas nuevas y estar en contacto directo con los aviones, esos donde desde muy joven soñaba con estar, se los brinda el lugar donde está desde hace 18 años.

Los aprendizajes diarios, el amor por lo que hace, la convicción de siempre ofrecer lo mejor de sí, las ganas de seguir haciendo sentir orgullosa a su familia y saber que en Avianca los esfuerzos valen la pena, hacen que Edward Castiblanco siga soñando en grande y demostrando que detrás de la inmensa operación de la primera aerolínea en conectar a Colombia y sus regiones con el mundo, hay personas que cada día están dándolo todo.

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Jairo(2137)29 de mayo de 2023 - 06:29 p. m.
Excelente por la superacion.
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