El colombiano atrapado en un crucero que canta para otros ‘varados’ en el mundo

El drama de los colombianos varados en el exterior por cuenta del coronavirus no cesa. Esta es la historia de un músico colombiano que trabaja en un crucero en el sudeste asiático y que lleva dos meses atrapado en un puerto en la ciudad de Manila, en Filipinas. A pesar de las limitaciones de conectividad, todos los días publica en sus redes videos con canciones para lidiar con el aislamiento y ayudar a personas que, como él, esperan una solución que los lleve de vuelta a sus países.

Jesús Mesa
20 de mayo de 2020 - 01:00 p. m.
El colombiano atrapado en un crucero que canta para otros ‘varados’ en el mundo

Juan Jade es un músico colombiano y lleva más de dos meses viviendo en un crucero por el sudeste asiático por cuenta del nuevo coronavirus. Jade trabajaba en el barco interpretando canciones para los turistas, pero su trabajo quedó en entredicho por cuenta de la emergencia sanitaria. Debido a las restricciones que han tomado varios países, en marzo la embarcación quedó a la deriva, junto con sus pasajeros y tripulantes. Después de meses de gestiones, el barco pudo atracar en Filipinas para permitir a las personas volver a sus países, pero el regreso no ha sido fácil, y más si se tiene pasaporte colombiano.

El Espectador presenta la serie #RelatosDeCuarentena, un espacio donde los colombianos varados en el exterior pueden contar su experiencia en medio de la pandemia que cambió al mundo, mientras esperan por una posibilidad para volver al país.

"El pasado 15 de marzo de 2020 ocurrió lo impensable. La industria de los cruceros, una de las más poderosas en el mercado del turismo global, se vio obligada a detener su operación por tiempo indefinido debido a la pandemia del coronavirus. Una industria que en sus décadas de existencia jamás se vio enfrentada a una crisis de estas proporciones.

Soy Juan Jade, músico y cantante colombiano, padre de tres bellos hijos y por más de cuatro años vengo desempeñándome como artista a bordo de los cruceros de la compañía P&O Australia, acompañando con música las noches de los miles de pasajeros que eligen pasar sus vacaciones en medio del mar, presentando shows especiales tributo a dos de las bandas ícono de la música: The Beatles y Queen.

Al igual que muchos otros músicos en Colombia encontramos en este empleo una manera de hacer realidad ese sueño que es tan difícil de conseguir en nuestro país: vivir de lo que amamos hacer, viajar por el mundo y que nuestro arte sea valorado de una manera justa. Sin embargo, aunque parezca el trabajo soñado, es algo que no está diseñado para todo el mundo. Hay diversos factores que juegan en contra, como el estar completamente aislado y lejos de los seres queridos por largas temporadas, muchas veces pasando semanas sin ver otro paisaje que el azul del mar.

Puede leer: "Le pedimos al Gobierno que nos dejen llegar a Cartagena": Colombianos en crucero

La crisis del coronavirus me agarró mientras estaba a bordo del crucero Pacific Explorer. Tras pasar casi un mes en remodelación en Singapur, tuvimos que regresar sin pasajeros a Sydney, el que era hasta entonces nuestro puerto base. Una vez allí, hicimos un último crucero de tres días con pasajeros pero a la mitad de éste, el Capitán hizo un anuncio oficial comunicando la cancelación del itinerario y el retorno a tierra para una pausa indefinida. Una vez los pasajeros lograron ser desembarcados, quedamos a bordo más de 600 miembros de tripulación sin la posibilidad de abandonar el barco y en absoluta incertidumbre acerca de nuestro futuro laboral y nuestro posible regreso a casa.

A partir de ese momento ya no pudimos poner pie en tierra. Incluso a compañeros provenientes de Australia les fue negada la entrada a su propio país. Los días empezaron a pasar sin ninguna comunicación oficial, poco a poco veíamos arribar al puerto otros barcos provenientes de distintos lugares buscando desembarcar pasajeros para que regresaran a casa, fue entonces cuando el escándalo del crucero Ruby Princess se hizo público, como es sabido, un gran porcentaje de los casos positivos de Covid-19 en territorio australiano tuvieron origen en esta embarcación. Tras más de veinte días anclados en puerto y luego de una serie de decisiones controvertidas por parte de las autoridades, se nos ordenó a todos los barcos abandonar aguas australianas y retornar a nuestros países de origen, en el caso nuestro, aunque somos parte de una filial australiana de la compañía, la nave es de bandera inglesa.

A partir de ahí empezó nuestra verdadera odisea, navegando días enteros sin rumbo fijo mientras los agentes en tierra trazaban una hoja de ruta que permitiera llevar a cabo la repatriación de los miembros no esenciales para la operación del barco. Ir navegando hasta Inglaterra se presentaba como una opción descabellada y tras consultar con varios países que se negaron a recibir a la flotilla, se logró finalmente negociar con el gobierno de Filipinas que se nos permitiese anclar en sus aguas y permitir repatriar a la tripulación filipina, la cual es mayoría a bordo y de ser posible, gestionar vuelos para los demás miembros de otras nacionalidades.

Le recomendamos: Los mensajes de los colombianos varados en otros países

Gradualmente fueron también llegando muchos más barcos en la misma situación, en este momento en la bahía de Manila se pueden contar cerca de una veintena de barcos, cada uno con un promedio de quinientas personas esperando poder reunirse con sus familias.

Cabe anotar que por suerte el barco en el que me encuentro nunca tuvo ningún caso confirmado a bordo, y digo por suerte porque sé que hay muchos compañeros en otras embarcaciones no solo acá si no alrededor del mundo que lo han pasado mucho peor pues han tenido que estar en aislamiento absoluto, aun sin estar contagiados, otros han tenido que convivir con el virus y en el peor de los casos, ver la muerte de cerca. Recientemente también nos llegan informes de varias personas que se han quitado la vida en barcos alrededor del mundo, en medio de la desesperación por el aislamiento y la incertidumbre. Nosotros hemos logrado mantenernos libres del virus, se ha hecho un seguimiento estricto de cada uno de los miembros de tripulación por medio de chequeos de temperatura dos veces al día desde hace más de sesenta días y se ha observado estricto cumplimiento de las normas de higiene, salubridad y distanciamiento social.

Le puede interesar: Coronavirus: "Los varados en el exterior se encuentran en condición de vulnerabilidad"

Por fortuna los músicos somos una especie que sabe llevar bien el aislamiento, no obstante la crisis hace mella en la salud mental y el equilibrio emocional de todos por igual, así que desde que esta situación comenzó y a la par con la instauración de la cuarentena obligatoria en Colombia al igual que en varios lugares del mundo, decidí empezar a publicar una canción por día en mi perfil de la red social Facebook, que es la única en la que lo he podido hacer con la limitada conexión a internet que tenemos a bordo y en vista de que, por la misma razón, me es imposible hacer una trasmisión en vivo como vienen haciendo casi todos los músicos alrededor del mundo.

De igual manera empecé a escribir un blog semanalmente el cual está alojado en mi página web y he documentado todo este proceso por medio de una colección de fotografías bajo el nombre de “Postales desde el barco fantasma” la cual he venido subiendo a mi cuenta de Instagram. Estos ejercicios me han ayudado a estar en contacto con la gente que me sigue, a mantenerme mentalmente sano y creativo y a la vez me ha producido una gran satisfacción el hecho de poder acompañar el aislamiento de muchas personas alrededor del mundo, que han disfrutado de alguna de mis interpretaciones, han compartido mis publicaciones y han enviado cientos de mensajes de aprecio y apoyo en estos duros momentos.

Han pasado más de dos meses ya y mientras escribo este relato, salvo unos compañeros de Indonesia y algunos de Australia que partirán en los próximos días, soy el único músico que queda a bordo, mi contrato laboral terminó oficialmente hace días ya y aunque tengo la fortuna de contar con alimentación y un lugar donde dormir asegurado, el sueño se hace difícil de conciliar, la ansiedad se hace presente y por momentos la esperanza flaquea. No veo el momento de ser llamado a abordar rumbo a mi casa.

Puede leer: El viacrucis de quedar atrapada en la India siendo colombiana

Hasta el momento se ha logrado la repatriación de la mayoría del personal proveniente de países que aún mantienen abiertos sus aeropuertos como Inglaterra, Estados Unidos y algunos países de Europa. Otros que tienen sus fronteras cerradas como el caso de Nueva Zelanda, han logrado gestionar vuelos humanitarios, todo esto por medio de complicadas gestiones con un sin número de agencias gubernamentales, envueltos en un verdadero drama de hacer y deshacer equipajes una y otra vez, contar con tiempos record para tener toda la documentación en regla, abandonar el barco en botes salvavidas con el equipaje al hombro, maratones para lograr llegar a tiempo a abordar los escasos vuelos (muchos de ellos perdidos en el último momento) y travesías de más de tres días en conexiones alrededor del mundo sin quitarse el tapa-bocas por un instante, hasta finalmente llegar a destino, en la mayoría de los casos, a cumplir con la cuarentena exigida por las autoridades locales.

Yo entre tanto sigo en lista de espera pues desafortunadamente no hay vuelos comerciales aún hacia Colombia y aunque la compañía ha hecho todo lo posible, ha sido muy difícil la coordinación para lograr tomar alguno de los vuelos de repatriación que la Cancillería colombiana ha dispuesto, esto debido en gran medida a que ninguno de esos vuelos tiene origen en la ciudad de Manila donde nos encontramos. Debo decir de todas maneras que el apoyo por parte de los entes gubernamentales colombianos ha sido prácticamente nulo y que nos sentimos en gran medida abandonados, tengo entendido que otro grupo grande de trabajadores colombianos a bordo de un crucero de otra compañía fueron trasladados en barco hasta Cartagena y el gobierno no les permitió la entrada. Siendo nosotros minoría acá donde me encuentro es mucho más difícil que seamos tenidos en cuenta, a diferencia de otros países como Argentina, que aunque también permanece con sus fronteras cerradas, sus funcionarios se han mostrado verdaderamente preocupados y dispuestos a agilizar los procesos de repatriación, han mantenido comunicación directa y constante con sus ciudadanos hasta lograr que efectivamente sean ubicados en vuelos organizados por su gobierno".

Hoy le pido a los entes gubernamentales colombianos que atiendan nuestro mensaje de auxilio, en nuestro caso tenemos la suerte de estar respaldados por una compañía que puede costear los elevados precios de estos “vuelos humanitarios” y aun así no se ha podido conseguir una gestión exitosa, no puedo imaginarme a los demás que tendrán que costearse el regreso a casa de su propio bolsillo. Espero que alguien pueda interceder por los compatriotas que como yo estamos esperando volver a casa a reunirnos con nuestros seres queridos, necesitamos soluciones ya, nuestras familias nos esperan.

Si usted está viviendo una situación similar a la de Juan y quiere contarnos su experiencia, escribanos a jmesa@elespectador.com

Otros #RelatosDeCuarentena:

El viacrucis de quedar atrapada en la India siendo colombiana

"No recuerdo la última vez que tuve contacto con alguien": el relato de una colombiana atrapada en un crucero por cuenta del COVID-19

“Le pedimos al Gobierno que nos dejen llegar a Cartagena”: Colombianos en crucero

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar