Dolor de oído en niños: ¿cómo aliviarlo?

En la infancia son muy comunes las infecciones y dolores de oídos, pero siguiendo algunas recomendaciones, los padres pueden ayudar a controlarlos y, en algunos casos, a prevenirlos.

Por Redacción Cromos

28 de noviembre de 2020

Oído ninos, pérdida auditivo de los ninos

Oído ninos, pérdida auditivo de los ninos

Fotografía por: Getty images

Son muchas y diversas las razones que provocan dolor de oído en los niños, hasta el punto de convertirse en uno de los motivos más recurrentes de consulta médica durante esta etapa. Sin embargo, la causa más común se presenta por infecciones.

Se estima que, aproximadamente, el 90% de los niños tiene por lo menos una infección de oído; la mayoría de casos, entre los 6 meses y los 3 años de edad, pero hasta los 8 años es un malestar habitual en ellos.

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La infección más frecuente es conocida como otitis media, provocada normalmente por virus o bacterias. Se origina cuando la trompa de Eustaquio, que es un canal que se encarga de drenar el líquido que se produce en el oído medio, se obstruye y puede manifestarse acumulación de dicho líquido, ocasionando inflamación y molestias para los niños.

Otro tipo de otitis es la externa, también llamada otitis del nadador, que sucede al inflamarse o irritarse la piel del conducto auditivo debido a bacterias que abundan en entornos húmedos. Es usual cuando los pequeños disfrutan de las vacaciones o salidas recreacionales y se la pasan en piscina, río o mar, y sucede porque el agua que entra en sus oídos no drena bien, ocasionando infección y dolor.

Por ser más pequeñas y angostas, las trompas de Eustaquio de los bebés y de los niños se bloquean con más facilidad que las de los adultos cuando hay presencia de virus, bacterias y líquidos en su organismo. De allí, que en ellos sea más factible la inflamación del oído medio que, posteriormente, puede derivar en infección.

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Dicha infección del oído generalmente comienza después de que el pequeño ha adquirido gripa, resfriado o infecciones de garganta o de vías respiratorias altas. Sin embargo, los dolores no obedecen exclusivamente a estas causas; también se relacionan con:

Cerumen. Cuando hay presencia excesiva y dura de cera, además de la molestia, es probable que haya dolor, sobre todo cuando el cerumen se condensa y se forma un tapón que obstruye el conducto auditivo.

Lesión. Muchas mamitas limpian los oídos de sus pequeños introduciendo copitos, palillos, pinzas y otros elementos dañinos para los conductos auditivos, provocando dolencias.

Caída de líquidos. Especialmente durante el baño de ducha, cuando ingresan a los conductos jabón, champú y agua, que al no drenar adecuadamente se acumulan en los oídos y generan obstrucción.

Accidentes. Por golpes, cortadas, raspaduras o la presencia de objetos peligrosos que los mismos niños, sobre todo los más pequeños, introducen en sus oídos.

Viajes. Durante trayectos en carro o por avión y por los cambios imprevistos de la presión del aire, es posible que se afecte el tímpano y el niño sienta dolor.

Alergias. Por la conexión existente entre garganta, nariz y oído, un alérgeno que entre a través de estos conductos puede provocar infección en el canal interno auditivo y provocar dolor.

Sin importar el origen del dolor de oído, antes de suministrar algún medicamento a tu hijo es aconsejable que consultes con un pediatra. Generalmente, los analgésicos ayudan a aliviarlo, pero al no saber la causa específica, es imprescindible seguir las indicaciones del especialista para saber si se produjo por alguna bacteria o virus y, por lo tanto, si se le debe dar antibiótico o no.

Si te preguntas si puedes colaborarle a tu pequeño para calmar su dolor, la respuesta es sí. Pon sobre la parte externa del oído afectado una compresa o un paño de agua fría durante 20 minutos, o si él lo prefiere, de agua caliente por el mismo lapso. El hielo, si lo aguanta, es una buena opción para desinflamar. Con cualquier alternativa, cerciórate de que el niño la soporta y que no te excedas en el tiempo, para evitar que se queme o se congele mucho la piel.

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Presta atención a su evolución, y si notas algunos de los siguientes síntomas o reacciones, señalados por la pediatra Diana Salamanca, acude al pediatra o a urgencias: “mano en el oído y le molesta mucho cuando se lo tocan, llanto intenso y constante, dificultad para conciliar el sueño, salida de líquido o pus, fiebre, dolor agudo de cabeza, rigidez en el cuello, vómito, mareo, probable pérdida de audición, enrojecimiento o inapetencia”.

“En estos casos es primordial tener calma; el dolor de oído siempre angustia a los padres, y por el llanto o intranquilidad de los niños les dan medicamentos o les aplican gotas que pueden hacer más daño que bien. Además, es importante saber que ciertas infecciones y dolores del oído sanan solos y a los pocos días”, nos explica la doctora Salamanca.

También puedes tomar medidas de precaución para reducir las posibilidades de que el niño sufra por dolencias en sus oídos:

Limpieza. Solo basta pasar una toalla o paño humedecidos con agua tibia por el área exterior del conducto, sin jabón, crema, champú o productos similares. Nunca introduzcas en sus oídos copitos ni ningún otro elemento, ni siquiera algodón o papel.

Lavado de manos. Actualmente está de moda como medida de protección por la pandemia. Pero recomiéndale a tu hijo hacerlo siempre y todos los días con frecuencia, con las recomendaciones ampliamente difundidas para evitar la presencia de gérmenes y, por la misma razón, de resfriados o gripas.

Inmunización. No te olvides de cumplir al pie de la letra con el Plan Nacional de Vacunación para que esté protegido contra virus y bacterias. También asegúrate de llevarlo a vacunar contra la gripa o influenza cada año; de esta manera, reducirás los riesgos de que contraiga infecciones que ataquen sus oídos.

Sin humo. Diversos estudios señalan que la exposición al humo del tabaco puede ocasionar la inflamación y el bloqueo de las trompas de Eustaquio y, por consiguiente, la aparición de otitis. Por lo tanto, mantén a tu hijo alejado de quienes fuman.

Contacto. Para protegerlo de contagios, evita que permanezca cerca de otros niños que estén enfermos. Y si tu hijo tiene alguna infección transmisible, no permitas que se acerque a otros pequeños hasta que esté completamente recuperado.

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