Poses sexistas que ha normalizado el porno y que podrían estar dañando tu relación

Algunas poses sexuales no solo influyen en el placer, sino que también pueden reforzar estereotipos de género sin que lo notemos. En Cromos te mostramos algunas poses sexistas que podrían estar afectando la dinámica en la intimidad y que evitan hacer del sexo un espacio más equitativo.

Por Redacción Cromos
28 de febrero de 2025
En Cromos te mostramos algunas poses sexistas que podrían estar afectando la dinámica en la intimidad de tu relación.
Fotografía por: Getty Images

El sexo ha sido moldeado por la cultura, la pornografía y las tradiciones. Aunque suele verse como un acto de disfrute mutuo, muchas poses sexuales reflejan y refuerzan roles de género que pueden influir en la dinámica de poder dentro de la relación.

Algunas posiciones sexuales favorecen la pasividad de una persona y la dominación de otra, dejando de lado el equilibrio en el placer y la conexión.

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Poses sexistas que estás usando y que podrían dañar a tu pareja

Sin darnos cuenta, ciertas poses sexistas siguen siendo populares porque han sido normalizadas a través de los medios, pero es importante analizarlas desde una perspectiva más consciente. ¿Cuáles son y cómo podrían estar afectando la experiencia en la intimidad?

1. La “pose de la muñeca” y la pasividad disfrazada de placer

Una de las posiciones más representadas en la cultura visual del sexo es aquella en la que una persona está completamente pasiva mientras la otra domina por completo el ritmo y la intensidad. Un ejemplo claro es la tradicional posición del misionero, donde en muchos casos la mujer queda limitada en movilidad y expresión.

No se trata de descartarla, sino de repensar si realmente ambos participantes están disfrutando en igualdad de condiciones o si la pasividad es parte de una estructura aprendida con las poses sexistas como herramienta de violencia. Variaciones en las que ambas personas puedan tomar iniciativa pueden hacer una gran diferencia.

2. La dominación como norma: la “pose trofeo”

Posiciones como el perrito (doggy style) han sido interpretadas por algunos como una forma de mayor conexión física, pero en la pornografía y en muchas representaciones sociales han sido utilizadas como poses sexistas para reforzar una dinámica de superioridad masculina. Cuando se da por sentado que una persona es siempre la que “toma el control”, la experiencia puede tornarse unilateral.

Una opción es explorar alternativas en las que el contacto visual y la conexión sean más equitativos. Además, la comunicación previa sobre cómo se siente cada quien en determinada posición puede transformar la experiencia por completo.

3. Poses que fetichizan la fragilidad

Otra posición que podría tener una carga sexista es la de la bailarina, donde la mujer, generalmente, es colocada en un ángulo de exposición estética, pero con un nivel de esfuerzo físico que puede hacer que su placer quede en segundo plano.

Este tipo de poses, aunque visualmente atractivas, pueden favorecer la idea de que una persona está “para ser admirada” en lugar de disfrutarse mutuamente.

En lugar de seguir poses que priorizan la apariencia sobre la sensación, buscar posiciones que permitan la libertad de movimiento y el confort para ambos puede mejorar la experiencia.

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¿Cómo hacer del sexo un espacio más equitativo?

El problema no es la pose en sí, sino el contexto en el que se practica y las dinámicas de poder que refuerza. Revisar de dónde provienen nuestras preferencias y preguntarnos si estamos actuando desde el deseo propio o desde un guion aprendido es un primer paso.

Algunas recomendaciones para equilibrar el placer en la relación sexual incluyen:

  • Rotar el rol de dominancia en las posiciones para que ambas personas tengan el control en distintos momentos.
  • Priorizar la comunicación para entender qué se disfruta y qué no.
  • Explorar nuevas poses en las que ambos puedan moverse con libertad.

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El placer sexual también es una construcción

Las poses sexuales no son solo movimientos, son símbolos de cómo nos relacionamos. Cuestionarlas no significa renunciar al deseo, sino hacer que el placer sea más auténtico y mutuo.

Romper con ciertos estereotipos en la cama puede abrir la puerta a experiencias más satisfactorias y libres de roles impuestos. Después de todo, el sexo es para disfrutarlo, no para interpretar un guion ajeno.

Redacción Cromos

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