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Lo que nadie nos dijo del placer de hacer el 2 (o de ir al baño)

Tan humano es el acto de hacer popó que, paradójicamente, nos encargamos de condenarlo. Para sacarlo del tabú, de su injusta dimensión penosa, entrevisté a la gastroenteróloga Juliana Suárez, la caleña que logró abrir la puerta del baño para poner a hablar a sus seguidores, desde un punto de vista “asimoviano”, de alimentación y, lo mejor, le devolvió al acto su merecida condición de placer. Sí, defecar es un gusto, un agrado, que para muchos se convirtió en la pesadilla del día (o de la semana).

Por Carlos Torres Tangarife
24 de enero de 2025
La gastroenteróloga Juliana Suárez nos cuenta cómo hacer popó sin que sea un problema.
Fotografía por: pixabay

Hacer popó es un placer que mutó a tortura por culpa de varios factores. No hay que ser un entendido en gastroenterología para señalar uno de los primeros: los ultraprocesados, que nos privan de disfrutarlo.

A la mala alimentación hay que sumarle el linchamiento. Evacuamos con vergüenza, vamos al baño en puntas de pies para que nadie se de cuenta. ¿Quién nos enseñó a sentir culpa? ¿Quién fue la maestra o el maestro que nos dijo que condenemos al que caga, como si nadie lo hiciera?

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“Evacuar es un placer que no debe durar más de cinco minutos”, dice la gastroenteróloga Juliana Suárez. La buscamos para hablar de varios temas: del veto, de la poca divulgación médica de lo que está está bien o mal cuando nos sentamos en el sanitario y de las enfermedades relacionadas con el recto.

Juliana Suárez Correa es miembro de la Asociación Colombiana de Gastroenterología (ACG) y de la Asociación Colombiana de Endoscopia Digestiva (ACED), con once años de experiencia. Desde hace seis años realiza divulgación científica y educación en salud digestiva en redes sociales.

Juliana Suárez Correa es miembro de la Asociación Colombiana de Gastroenterología (ACG) y de la Asociación Colombiana de Endoscopia Digestiva (ACED), con once años de experiencia. Desde hace seis años realiza divulgación científica y educación en salud digestiva en redes sociales.

Fotografía por: Hernán Puentes

Su contenido en redes sociales se centra en la normalización de temas tabú, como el acto de hacer popó. ¿Qué la llevó a escoger este enfoque?

En 2018, al iniciar en redes, exploré varios temas como gastritis, pancreatitis y reflujo. Sin embargo, noté que el tema del popó y los gases generaba más interés. Fue cuando publiqué mi primer video explicando, con plastilina, las formas del popó, que conecté realmente con las personas. Aunque algunos se sintieron incómodos, muchos comenzaron a entender la importancia de hablar sobre estos temas. Mi libro El arte de hacer popó también utiliza las heces como punto de entrada para abordar salud digestiva de manera integral.

Menciona que la normalización de ciertos síntomas puede ser peligrosa. ¿Qué no deberíamos normalizar como pacientes?

Algo que no podemos normalizar es sufrir al hacer popó. Recuerdo que la primera vez que dije en redes sociales que evacuar es uno de los placeres de la vida, muchas personas, especialmente los más jóvenes, estuvieron de acuerdo conmigo: “¡Claro que sí! Es un placer, genera alivio y es una de las mejores formas de empezar el día”, me escribieron.

Sin embargo, también recibí comentarios de mujeres que se sintieron incómodas con esa afirmación. “¿Cómo que un placer?”, decían. Esto pone en evidencia cómo hemos llegado a normalizar algo que no debería serlo: el dolor al evacuar. Sufrir al hacer popó no es normal y no debería ser aceptado como parte de nuestra rutina diaria. Cambiar esta perspectiva es clave para mejorar nuestra relación con nuestra salud digestiva.

¿Qué factores influyen en la salud digestiva?

La mayoría de las enfermedades digestivas tienen causas biopsicosociales. Esto incluye cómo comemos, estilo de vida y relación con el entorno. Solo un pequeño porcentaje, entre el 5 y el 10%, es genéticamente heredado. Por eso es fundamental educar sobre una alimentación balanceada y una rutina saludable.

Hablando de rutinas, ¿qué implica hacer popó bien?

Lo ideal es evacuar una o dos veces al día, sentir alivio y no experimentar dolor ni esfuerzo excesivo. La evacuación debe ser completa, sin la sensación de que algo quedó pendiente. Si esto no sucede, puede ser signo de estreñimiento o de un problema de coordinación entre el recto y el ano, algo que explico detalladamente en mi libro.

¿Cuáles son los problemas digestivos más comunes entre los colombianos?

El estreñimiento crónico, tanto orgánico como social, es uno de los principales. A esto se suman el síndrome de intestino irritable y los problemas relacionados con el consumo de comida industrial. La dieta moderna, alta en azúcares refinados y harinas, está desplazando nuestra rica tradición alimentaria basada en frutas, verduras y granos.

Hablando de tradición, ¿qué opina de los platos típicos como el tamal o el sancocho?

Estos platos son nutricionalmente valiosos porque contienen variedad de fibras y nutrientes esenciales. Demonizarlos es un error. Mi enfoque es promover una dieta balanceada que incluya alimentos típicos y también permita momentos de disfrute, porque la alimentación también alimenta el alma.

Es clave reconocer los riesgos que se pueden modificar

Un aspecto importante son las enfermedades relacionadas con el eje cerebro-intestino-microbiota, donde se conectan estos dos “cerebros”: el encefálico y el intestinal, al que yo llamo el primero. Este tema es tan relevante que dedico un capítulo completo en mi libro.

Aunque no soy gastroenteróloga infantil, veo cómo los problemas en adultos, como estreñimiento, colon irritable o diarrea crónica, muchas veces se conectan con experiencias en la infancia temprana. Por ejemplo, retirar el pañal demasiado rápido es un hito en el desarrollo que puede generar resistencia en los niños. Este es un momento de transición que no debería ser apresurado ni forzado. Tampoco se debe regañar al niño utilizando el popó como algo negativo, como decir “caca sucia” o “no hagas popó allí”.

Hay compañeros de oficina que prefieren esperar la noche para ir al baño en su casa.

Hacer popó es un acto fisiológico natural que no debería convertirse en un tabú. Sin embargo, muchas veces los baños en las oficinas están mal ubicados: o están muy lejos o demasiado expuestos, lo que genera incomodidad. El intestino, que tiene más neuronas que la médula espinal, es capaz de retener el popó incluso cuando el ano ha recibido la orden de relajarse. Pero hacerlo con frecuencia causa inflación, dolor de espalda y una presión incómoda que afecta la salud intestinal. Si bien retenerse ocasionalmente es comprensible, convertirlo en hábito puede causar problemas como estreñimiento crónico o dificultad para evacuar adecuadamente.

El mejor consejo que le pueda dar a un lector de esta entrevista.

La digestión comienza con algo tan básico como evacuar correctamente. Si alguien me pidiera un solo consejo para mejorar el sistema digestivo, diría que es fundamental enfocarse en tener evacuaciones adecuadas. Para mí, entre el 80% y el 90% de los problemas digestivos se derivan de ahí. Por ejemplo, cuando un paciente consulta por reflujo, mi recomendación inicial es revisar cómo están sus evacuaciones.

Muchas personas piensan que el problema es una gastritis, y aunque este diagnóstico es común, no siempre es la causa del malestar. En la mayoría de los casos, el ardor constante en la boca del estómago está relacionado con estreñimiento. Incluso en hallazgos realizados a través de endoscopias, el dolor que describen suele tener un origen diferente al que imaginan.

Por otro lado, el síndrome de intestino irritable también está muy relacionado con el estreñimiento, especialmente en casos de predominio de este síntoma. Es crucial entender que cuidar el sistema digestivo no solo implica enfocarse en lo que comemos, sino en cómo nuestro cuerpo procesa y elimina los desechos.

¿Qué opina de los planes de alimentación restrictivos, tan de moda en esta época del año?

Establecer que hay una única forma correcta de comer, especialmente con dietas exageradamente restrictivas, no es realista. No todo tiene que ser carnívoro, Keto, Paleo, sin gluten o sin lácteos. El ser humano no está diseñado para alimentarse de manera tan limitada, y menos aún cuando enfrenta problemas digestivos. Cuando esto ocurre, muchas personas comienzan a eliminar un sinfín de alimentos de su dieta, y con ello sienten que la comida se les escapa de las manos. Pero no solo pierden variedad en la alimentación, también se deteriora su capacidad de socializar, porque los momentos más importantes de la vida suelen girar en torno a un plato de comida.

¿Cuál es su visión del ritual de comer en familia y amigos, que defiende en su libro?

Mi visión sobre la alimentación no se limita al peso corporal; también se trata de nutrir la microbiota y el alma. Compartir momentos alrededor de la comida es parte de nuestra conexión social y emocional. Cuando nos sumergimos en dietas excesivamente restrictivas, no solo perdemos variedad, sino que también dañamos nuestra relación con los alimentos. Esto puede convertirse en una experiencia traumática. Si desde un medio de comunicación se adoctrina o impone cómo debe comer la gente, muchas veces se está fomentando un vínculo tóxico con la alimentación.

El sistema digestivo está diseñado para adaptarse a diferentes alimentos y experiencias culinarias. Es importante que las personas puedan disfrutar de un tamal, un sancocho, una ensalada con pollo y, de vez en cuando, darse el gusto de un helado favorito con sus seres queridos. La clave está en el equilibrio, en mantener una relación sana con la comida que permita tanto cuidar el cuerpo como disfrutar plenamente de la vida.

¿Por qué recomienda no durar más de cinco minutos sentado en el sanitario?

Cuando nos sentamos a evacuar, es importante entender la función del piso pélvico, que actúa como una especie de hamaca de músculos que sostiene el recto, la vejiga y, en el caso de las mujeres, también la vagina y el útero. Estos órganos están sostenidos por ligamentos y músculos, y si pasamos mucho tiempo sentados haciendo presión, podemos generar un desplazamiento gradual de esos órganos

Hacer demasiada fuerza al evacuar, o permanecer mucho tiempo sentado en el inodoro, puede causar una serie de complicaciones como el descenso de los órganos pélvicos, la aparición de hemorroides, fisuras anales, sangrados e incluso secreciones de moco. Además, la práctica prolongada de permanecer sentado puede ocasionar problemas circulatorios, donde la sangre se acumula en las piernas, causando mareos o incluso desmayos. Esto suele agravarse cuando la persona adopta el hábito de pasar largos periodos en el inodoro, muchas veces distraída con el celular, lo que perpetúa estos problemas.

El tiempo ideal para evacuar debe ser breve, y la fuerza debe evitarse tanto como sea posible. La recomendación es no exceder los 5 minutos. Aunque algunas publicaciones sugieren hasta 10 minutos, establecer un límite de 5 es prudente, especialmente en culturas donde se tiende a prolongar estas actividades. Lo ideal es respirar profundamente, contraer suavemente la pared abdominal y dejar que el proceso ocurra de manera natural, sin forzar el ano. Este enfoque no solo ayuda a prevenir complicaciones, sino que también promueve una salud digestiva más eficiente.

¿Hay una relación entre la salud digestiva y la sexualidad?

Totalmente. Una mala salud digestiva puede causar fatiga, incomodidad y dolor que afectan el deseo sexual. Además, problemas como el estreñimiento severo pueden generar molestias físicas durante la intimidad. Mantener una microbiota saludable es clave para el bienestar integral, incluyendo la vida sexual.

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