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¡Lo consiguió! Después de 38 horas de pedaleo ininterrumpido, Juan Camilo Sierra, conocido como Sherpa, el Gregario de Letras completó el recorrido entre Mariquita y Barranquilla, atravesando Colombia del centro al norte sin dormir.
Fue una línea de resistencia de casi mil kilómetros, marcada por el contraste entre el frío punzante de la cordillera y el calor sofocante del Caribe, por el cansancio, el silencio y la fe.
“La gente cree que es una línea recta, pero es un sube y baja constante”, dijo a El Espectador con una sonrisa que mezcla agotamiento y asombro. Salió de San Sebastián de Mariquita el sábado en la madrugada y llegó a la capital del Atlántico al anochecer del domingo. Su travesía fue una línea de resistencia: un hilo tenso que unió la montaña y el mar, el miedo y la fe.
Durante el recorrido, los muleros en carretera lo reconocían y se avisaban entre ellos: “ya pasó por Honda”, “lo vi cerca de Bosconia”, “ahí va el Sherpa”. En cada pueblo, una voz, una mirada. En cada silencio, una batalla interior.
“Cuando llegó la noche y el silencio se apoderó del camino, vinieron pensamientos intrusivos, de no lograrlo”, confesó. “Pero con el corazón seguí, por la gente que creyó en mí. Eso fue lo que me sostuvo”.
El trayecto no fue solo largo, fue impredecible. Del frío punzante del amanecer a la humedad abrasadora del mediodía, de los túneles oscuros a las rectas interminables.
Las carreteras cercanas a Barranquilla, húmedas y resbalosas, pusieron a prueba su equilibrio y su concentración. Lo acompañó un carro de apoyo que le entregaba barritas, geles y ánimo, recordándole en cada kilómetro que el cuerpo se agota, pero la fe no.
En la meta, la gente lo recibió con aplausos, abrazos y sonrisas. El Sherpa alzó la bicicleta, no como trofeo, sino como testigo de algo más grande: la voluntad.
“No hay límite. Se puede conseguir todo lo que uno se propone”, repite, todavía sonriendo. “Yo solo quiero inspirar, que la gente vea que sí se puede”.
Después de conquistar este reto y de rodar en el Giro de Rigo, ya piensa en el siguiente: hacer cinco Everesting en bicicleta, una locura que equivale a subir el Everest cinco veces seguidas, pedaleando montañas hasta acumular más de 44.000 metros de desnivel positivo.
Nada parece detenerlo. El Sherpa ya no pedalea solo por llegar: pedalea por demostrar que los límites existen solo hasta que alguien se atreve a cruzarlos.
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