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El arbitraje del fútbol profesional colombiano atraviesa uno de sus momentos más críticos. En cuestión de días, la Comisión Arbitral de la Federación Colombiana de Fútbol tomó decisiones sin precedentes que reavivaron el debate sobre la coherencia disciplinaria del sistema arbitral en el país.
El caso que detonó la polémica fue el del árbitro Jhon Hinestroza, quien recibió el castigo más severo posible tras un error cometido en el partido de cuadrangulares de la Liga BetPlay 2024-2 entre Deportes Tolima y Once Caldas.
En aquel compromiso, disputado el 8 de diciembre de 2024 en el estadio Manuel Murillo Toro, el juez chocoano no sancionó un aparente penalti ni una posible mano dentro del área en los minutos finales, acciones que terminaron siendo determinantes para la eliminación del conjunto manizaleño.
Desde entonces, Hinestroza dejó de ser designado y, más de un año después, se confirmó su exclusión definitiva de todas las competencias organizadas por la Dimayor.
La decisión causó una fuerte reacción en redes sociales y las críticas no solo apuntaron al error puntual, sino también al silencio de la Comisión Arbitral, que no ha explicado de manera pública los criterios que sustentaron una sanción de tal magnitud contra un juez que había ostentado la escarapela FIFA y contaba con más de una década de experiencia.
Nolberto Ararat, otro de los árbitros sancionados
Lejos de ser un caso aislado, la situación se agravó con la sanción definitiva a Nolberto Ararat, otro árbitro central que quedó vetado de por vida para dirigir en Liga BetPlay, Copa Colombia, Superliga y Torneo de Ascenso.
Su castigo estuvo relacionado con decisiones polémicas en el partido entre Junior y Millonarios, disputado en marzo de 2025, partido que se sumó a otros juegos que venían sumando cuestionamientos sobre su desempeño.
A este panorama se agregó la revelación de que al menos cinco árbitros centrales no fueron convocados a la pretemporada 2026, entre ellos los propios Hinestroza y Ararat, además de Mauricio Mercado, Lizmair Suárez y David Espinosa.
La “barrida” también alcanzó a jueces VAR y AVAR, lo que refuerza la percepción de una reestructuración profunda, aunque poco clara, dentro del arbitraje colombiano.
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