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El Deportivo Pereira vive horas críticas. A falta de dos fechas para terminar el Todos contra Todos de la Liga BetPlay, el equipo que hace tres años celebraba un título histórico y soñaba en la Copa Libertadores atraviesa ahora una tormenta institucional que amenaza su estabilidad deportiva y económica. La renuncia del técnico Rafael Dudamel fue el último episodio de una crisis que se agudiza cada día más y que ya desbordó los límites de la cancha.
El club risaraldense, campeón del fútbol colombiano en 2022 bajo la conducción de Alejandro Restrepo, hoy ocupa el puesto 18 de la tabla con apenas 18 puntos y una diferencia de gol de -10. Los resultados son apenas una consecuencia visible de un caos mayor: deudas con los jugadores, sanciones de la FIFA por incumplimientos contractuales y una dirigencia cuestionada por su manejo financiero.
El detonante: una huelga sin precedentes
La crisis explotó la semana anterior cuando el plantel profesional decidió no presentarse a los partidos frente a Águilas Doradas y Deportivo Pasto por falta de pago. Ante la imposibilidad de inscribir refuerzos o disponer del equipo principal, Pereira tuvo que afrontar ambos compromisos con su categoría Sub-20. Los jóvenes, sin experiencia en la máxima categoría, sufrieron dos goleadas contundentes —1-5 ante Águilas y 0-4 frente a Pasto— que reflejaron el desamparo deportivo del club.
Aun así, la actitud de los juveniles fue reconocida por sus rivales. “Quiero felicitar a los muchachos del Pereira porque les ha tocado jugar a los jóvenes. Lo hicieron muy bien, más allá de que eran sus primeros partidos”, expresó el delantero de Pasto, Facundo Boné, tras el encuentro.
Con ese panorama, Rafael Dudamel decidió renunciar. El venezolano, que había llegado con la misión de estabilizar al equipo y darle una identidad competitiva, prefirió dar un paso al costado antes de terminar la fase regular. Su salida deja a Pereira sin entrenador justo cuando la tormenta institucional arrecia.
El club se limitó a emitir un escueto comunicado en el que deseó “éxitos en sus futuros proyectos” al técnico, sin precisar si su desvinculación fue voluntaria o producto de un acuerdo. Sin embargo, la renuncia fue interpretada como un síntoma más del deterioro interno: un entrenador sin garantías para trabajar y un grupo de jugadores sin respaldo económico ni dirigencial.
Protestas, amenazas y fractura con la hinchada
El descontento de la afición también llegó a su punto máximo. En la mañana del 29 de octubre, los habitantes de Pereira y Dosquebradas se despertaron con pancartas y letreros colgados en distintos puntos de la ciudad. Las consignas, dirigidas al presidente Álvaro López Bedoya y a la marca patrocinadora Kosta Azul, contenían mensajes de fuerte tono: “¿Su familia o el equipo? Usted elige” y “Venta o muerte. No más López”.
La indignación ciudadana refleja la sensación de abandono y frustración de una hinchada que hace poco acompañó al club en noches de Libertadores y hoy lo ve convertido en un símbolo de desorganización. La tensión ha llegado al punto de que las autoridades locales debieron reforzar la seguridad y advertir sobre posibles sanciones si los hechos escalan.
Advertencia desde la Alcaldía: riesgo de perder el patrocinio
El descalabro administrativo provocó reacciones oficiales. Mauricio Salazar, alcalde de Pereira, expresó públicamente su rechazo a la gestión actual del club y lanzó una advertencia directa: “Debo lamentar la mala administración por la que atraviesa hoy nuestro equipo y por eso debo hacer este anuncio: si esta mala administración continúa, el año entrante no habrá más patrocinio para el Deportivo Pereira por cuenta de la Alcaldía”.
El apoyo económico municipal ha sido el más alto en años recientes y, de retirarse, dejaría un vacío considerable en las finanzas del club. A este pronunciamiento se sumó el del gobernador de Risaralda, Juan Diego Patiño, quien recordó que la Gobernación ha invertido cerca de 900 millones de pesos para promover el turismo y respaldar al equipo. “Reafirmamos nuestro compromiso con la transparencia y la institucionalidad. El Deportivo Pereira merece estabilidad y grandeza dentro y fuera de la cancha”, señaló.
Un club a la deriva
Las renuncias no se detienen. Varios futbolistas, entre ellos Yuber Quiñónez y Samy Merheg, habrían presentado su carta de renuncia, aunque la institución no ha confirmado ni desmentido la información. Todo ocurre mientras el equipo debe seguir compitiendo en la Liga BetPlay: este sábado 1 de noviembre recibirá al Independiente Medellín en el estadio Hernán Ramírez Villegas, con un plantel diezmado y sin entrenador.
A tres años de haber tocado la gloria con un campeonato que parecía marcar el inicio de una nueva era, el “Grande Matecaña” atraviesa una de las peores crisis de su historia reciente. Lo que fue un ejemplo de reconstrucción deportiva hoy es un caso de advertencia sobre los riesgos de la mala administración en el fútbol profesional colombiano.
El futuro inmediato del Pereira es incierto. La hinchada exige respuestas, la dirigencia guarda silencio y las instituciones públicas evalúan si mantener su apoyo. En el horizonte, solo queda la esperanza de que el club logre enderezar el rumbo antes de que la crisis lo devore por completo.
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