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Es cierto que Brasil en este Mundial de Rusia no juega todo el tiempo. Se toma sus respiros, descansa. Pero cuando se dedica a mover el balón, a danzar dentro del estadio, se divierte con sus contrarios, como el gato lo hace con el mísero ratón. Neymar y Coutinho son dos jugadores claves en este funcionamiento del equipo que dirige Tite. Es una dupla que, aunque nunca coincidió en un equipo profesional, se conoce como si fueran dos amigos de toda la vida, de esos que se encuentran todas las mañanas para romper la cintura de sus rivales. Pero no. Esta complicidad nació hace 10 años, en un combinado Sub 16 de Brasil, en un campeonato que se llevó a cabo en la Costa Brava, en España. Allá deslumbraron e hicieron fantasía juntos. (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)
Neymar aparecía frente a las cámaras con la cabeza afeitada, flaco como siempre se le ha conocido, luciendo el dorsal 10 y con brackets. En ese momento era un diamante en la cantera del Santos de Brasil y estaba próximo a ser llamado al equipo grande. Mientras que Coutinho, con el ocho en la espalda, sobresalía por una cabellera rizada y unas manchas de acné en sus pómulos. Era el mago de Río de Janeiro, el secreto mejor guardado del Vasco de Gama. En ambos se notaba la felicidad y divertían a los asistentes con sus gambetas. Luis Miguel Hinojal, quien cubrió el torneo, resumió esta sociedad como fascinante. “No se conocían y crearon un dúo alucinante. Empezaron a tirar paredes e inventar cosas. Fueron una maravilla”.
“Neymar es muy habilidoso, rápido, técnico y hace goles. Me va muy bien con él. Hacemos muchas paredes, estamos anotando seguido”, con esas palabras, Coutinho resaltó lo que demostraba Neymar dentro del terreno de juego. “Nos conocemos desde hace muy poco tiempo y hemos hecho una amistad muy grande. Vamos a ver lo que pasa en el futuro”, también elogió Neymar. Desde entonces los lazos entre ambos se han fortalecido y su amistad ha crecido. Desde el principio se entendieron bien, tanto fuera como dentro de las canchas. Con el tiempo, se convirtieron en jugadores claves para que la verdeamarilla fuera temible en sus categorías juveniles. (Lea: "La Canarinha", una selección forjada por la resistencia materna)
Sin embargo, en esos combinados menores fueron pocas las veces en las que coincidieron en un plantel de convocados. En 2009, Coutinho lideró a Brasil para ganar el Sudamericano Sub 17, en el que Neymar no jugó por estar disputando el campeonato paulista. En el Mundial de la categoría, que fue ese mismo año, en Nigeria, ambos hicieron parte del plantel que inexplicablemente quedó eliminado en la primera ronda. Dos años después, en la Sub 20, el delantero paulista fue el goleador y figura para que los brasileños se coronaran campeones en el Sudamericano de Perú, en el que no pudo estar el carioca por una lesión muscular. Pero fue este último el que guió a la selección a consagrarse en el Mundial de Colombia, en el que Neymar no estuvo entre los seleccionados por estar convocado a la Copa América de Argentina.
Por muchos años estuvieron separados, la vida los llevó por diferentes caminos. Coutinho fue firmado a los 18 años (2010) por el Inter de Milán. Su adaptación al fútbol italiano nunca se dio, no logró demostrar sus capacidades al máximo y rápidamente se convirtió en una ficha de préstamo y posteriormente de venta. El Liverpool lo fichó en 2013 y paulatinamente empezó a brillar hasta convertirse en un hombre importante de los Reds. En la Premier League, su nombre resonó, lo que le sirvió para que el Barcelona invirtiera en sus habilidades. Por el otro lado, a Neymar lo llevaron con más calma. Solo fue hasta 2013 cuando llegó a un acuerdo con el equipo azulgrana. Allá tuvo noches inolvidables. Su talento lo llevó a tocar el cielo con las manos y por esa gran habilidad con el balón, al que mece y hace bailar con sus pies, el París Saint Germain desembolsó 222 millones de euros por su firma. (Le puede interesar: Casemiro es el sargento de la selección de Brasil)
No obstante, desde la llegada de Tite en 2016, se reencontraron en la selección brasileña, esta vez la de mayores. Bajo el manto del entrenador le han devuelto la grandeza a un combinado que estuvo en horas bajas después de esa dolorosa eliminación del Mundial de Brasil 2014 frente a Alemania. Brillaron en las eliminatorias, en las que lograron la clasificación con anticipación. Aunque a Rusia llegaron con chapa de favoritos, se están divirtiendo. Lo hacen a lo grande y lo demuestran en el día a día, en la concentración del equipo, en Sochi. La amistad y la confianza entre ambos es grande, hacen juntos los trabajos de calentamiento y de toque del balón. Ese entendimiento se ve dentro del terreno de juego y obliga a que todos los focos se concentren en ellos.
“El liderazgo técnico de este equipo pertenece a Coutinho y a Neymar. Tienen la virtud de potenciar su individualidad cuando están juntos, se complementan a la perfección”, afirmó Tite explicando lo fundamental que es esta dupla para el funcionamiento táctico y las ideas que tiene Brasil, a lo que se le suma que entre los dos han anotado cuatro de los cinco tantos brasileños en el campeonato. Los dos son felices. Entre bromas, sonrisas, regates y goles, se conocieron, se entendieron. Y ahora todo Brasil espera que lo sigan siendo, porque, entonces, millones lo serán. Neymar y Coutinho muestran esa sonrisa ancha, desbocada, sinónimo de la alegría con la que practican este deporte. El Mundial empieza a ser una nube de polvo que se va deshaciendo a la distancia y este dúo hace soñar a todo un país con el título, ese anhelado ‘hexacampeonato’. (Puede leer: Paulinho se ha hecho imprescindible para Brasil)