La generación argentina de Messi debe recuperar el ADN del campeón

Dos décadas de fracasos de los seleccionados argentinos de mayores han recaído sobre los hombros de Lionel Messi, Javier Mascherano, Kun Agüero y su generación. Rusia 2018 es la última oportunidad de no ser el eterno subcampeón.

Santiago Martínez
21 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Javier Mascherano y Lionel Messi son los máximos referentes de la generación de jugadores que representan a la selección de Argentina en el Mundial.  / AP
Javier Mascherano y Lionel Messi son los máximos referentes de la generación de jugadores que representan a la selección de Argentina en el Mundial. / AP
Foto: AP - Victor R. Caivano

Este jueves es un día definitivo para la generación de Messi, Mascherano, Di María, Agüero y compañía. Es el momento de demostrar si la Copa Mundo de Rusia 2018 será su oportunidad de brillar con Argentina. Los triunfos les han sido esquivos después de tres finales consecutivas en torneos internacionales –contando la de Brasil 2014–. Sus subcampeonatos han sido amargos y su oro olímpico en Pekín 2008 quedó en el olvido. Por eso, su salida este jueves a la 1:00 p.m. (Gol Caracol) ante Croacia es un duro examen para saber la capacidad que tienen y sus reales opciones de pelear el título en este Mundial. (Puede ver: Lionel Messi y un estreno para el olvido en Rusia)

Sobre sus hombros ha recaído el peso de más de dos décadas sin títulos mundiales. Esta generación, por ser Messi el mejor del mundo, ha sido de las más golpeadas por la prensa y la hinchada. Siempre han tenido a la sombra a ese equipo de Carlos Salvador Bilardo, que contaba de Diego Armando Maradona y que logró el campeonato en México 86. Una selección que es reconocida por ser aguerrida y táctica, y que, repitiendo varios nombres en Italia 90, por poco logra la doble corona. Argentina perdió contra su eterno rival y quien ha sido en la más reciente historia de las copas del mundo su verdugo: Alemania.

El último título internacional de Argentina en la selección de mayores fue en la Copa América de Ecuador en 1993. Era época del recambio y comenzaron a surgir algunos de los llamados a ser los líderes de la albiceleste en la década de los 90: Diego Simeone y Gabriel Batistuta. Ellos, junto a José Chamot y Ariel Ortega, fueron parte del grupo de jóvenes que llegó al Mundial de Estados Unidos 94 a aprender y heredar las costumbres del equipo de Maradona, Óscar Ruggeri, Claudio Caniggia y Sergio Goycochea.  (Lea: Messi pone en duda su futuro con Argentina tras Rusia-2018)

Pero todo ocurrió en medio de la tormenta. No en vano la goleada 5-0 contra Colombia y tras clasificar por repechaje ante Australia, el escándalo por dopaje de Maradona tras la primera fecha del Mundial y la eliminación a manos de Rumania en octavos de final hicieron necesario pensar un cambio estructural. El llamado a tomar las riendas fue Daniel Passarella. Con la base de jugadores experimentados y de recorrido en la selección, estructuró el equipo que llegó al Mundial de Francia 98.

Al conjunto de Simeone, Sensini, Chamot, Batistuta y Ortega se sumaron Roberto Ayala, Germán Burgos, Javier Zanetti, Juan la Brujita Verón, Claudio el Piojo López y Hernán Crespo. Era una generación joven que partido a partido se ganó el favoritismo. Pero una imprudencia de Ortega en cuartos de final ante Holanda les quitó la oportunidad de llegar más lejos. La prensa nuevamente arreció y los culpó del “fracaso mundialista”. Pero la selección de Argentina se consolidó como la más fuerte para el Mundial de Corea-Japón 2002. El nuevo entrenador era Marcelo Bielsa, a quien muchos llamaban un revolucionario del fútbol. (Puede leer: Mal debut para los equipos suramericanos en Rusia)

Las jóvenes promesas de Francia 98 ya eran las figuras y candidatos al título en el primer Mundial que se realizó en Asia. Era un equipo sólido, con una zona de volantes envidiable y con Batistuta como goleador histórico de Argentina en los Mundiales. Los más pequeños del seleccionado venían de un exitoso proceso en selecciones menores, como el caso de Juan Pablo Sorín, Pablo Aimar y Wálter Samuel. Sin embargo, no pudieron con la presión de tener todos los focos del fútbol encima. Tras ganar contra Nigeria y perder con Inglaterra, debían ganarle a Suecia. No sucedió. Empataron. Y fue el acabose.

Bielsa estuvo hasta marzo de 2004. Su reemplazo, José Pékerman, quien venía sonando desde finales de los 90 por el exitoso proyecto que montó en 1994 para potencializar las juveniles de Argentina. Pékerman marcó una era de oro. Fue campeón de los Mundiales Sub-20 en Qatar 95, Malasia 97 y Argentina 2001. Tras la decisión de poner a Bielsa en la selección de mayor, pasó a ser Director General de las Selecciones de Argentina. Era el hombre que mejor conocía la materia prima y la esencia del jugador argentino. Muchos de sus pupilos hacían parte de la base del equipo que llegó a Alemania 2006. Él sumó a otros: Esteban Cambiasso, Maxi Rodríguez, Javier Saviola, Carlos Tévez y Nicolás Burdisso. (Le puede interesar: Carlos Sánchez, el primer expulsado de Rusia 2018)

Pero fue Pékerman quien empezó a gestionar a la selección de Argentina que hoy conocemos. Si bien Bielsa fue el que puso a debutar al joven Javier Mascherano, en 2003, sin siquiera tener un partido como profesional, fue él quien acercó a Messi al equipo. La Pulga venía de quedar campeón del Mundial Sub-20 de Holanda 2005 y lo llamó para un amistoso contra Hungría. Se jugó el 17 de agosto de 2005. Messi terminó expulsado y solo jugó 30 segundos. Ese día inició la historia de amor y odio entre el delantero del Barcelona y la hinchada de su país.

Messi hizo parte del Mundial de Alemania 2006, en el que Argentina termino eliminada por penales en cuartos de final. La Pulga no jugó un minuto de ese partido. Las críticas nuevamente aumentaron. Fracaso tras fracaso en las Copas del Mundo. Pero un aliciente llegó en 2008, cuando Messi, junto a los sub-20 argentinos, que salieron campeones del mundo en Canadá 2007, ganaron el oro en los Juegos Olímpicos de Pekín. Desde ese momento en la selección de mayores de Argentina comenzaron a resonar los nombres de Ángel Di María, Éver Banega, Ezequiel Lavezzi, Sergio Romero, Pablo Zabaleta y el Kun Agüero. (Le puede interesar: La generación dorada de Bélgica llegó pisando fuerte al Mundial de Rusia)

De la mano de Diego Maradona como técnico, obteniendo una clasificación agónica, estos jugadores llegaron al Mundial de Sudáfrica 2010. Era un Messi que estaba en apogeo y un excelente nivel futbolístico. Sus compañeros día a día mejoraban, al jugar en las mejores ligas del mundo. En el camino se atravesó nuevamente Alemania. Tras una goleada por 4-0 en cuartos de final, los argentinos regresaron a casa. Pero la esperanza creció entre los albicelestes, pues se trataba de una generación que representaba lo mejor de la élite del fútbol europeo.

Llegó 2014 y Argentina era la clara favorita. Messi no llegaba en su mejor forma, pero seguía siendo el mejor del mundo. El seleccionado, de la mano de Alejandro Sabella, trazó un camino en el que partido a partido empezaron a ser superiores. Fueron imparables hasta llegar a la final. Como si fuera un karma, Alemania nuevamente era su rival. Los teutones eran el espejo de Argentina en Europa. Eran una selección que venía trabajando una generación de jugadores élite. Sin embargo, con el transcurrir del partido, todo parecía a favor de Argentina. (Lea: Sadio Mané, la esperanza de Senegal en el Mundial de Rusia)

La mala definición de Gonzalo Higuaín, quien terminaría siendo el villano de Argentina en los últimos años, le impediría a la albiceleste ser nuevamente campeona del mundo. Perdió la final en el alargue. Quisieron sobreponerse y darle el primer título a Argentina, tras dos décadas de fracasos a nivel internacional en la selección de mayores. Parecía que la Copa América de Chile 2015 y la Copa América Centenaria 2016 eran la revancha. Y no. Chile fue su nuevo verdugo. Le ganó las dos finales. Messi, Mascherano y compañía seguían contemplando la copa a la distancia. Fue tal la frustración que Messi renunció a la selección.

Pero volvió. A Messi le pesó más el deseo de triunfar con su país. Gracias a él es que Argentina está en Rusia 2018. Por eso, este Mundial es de vital importancia para la generación de Messi. La Pulga está en uno de sus mejores momentos futbolísticos. Mascherano, a pesar de todas las críticas, sigue siendo eje central del equipo y sumando partidos en su récord de ser el jugador con más apariciones en la mayores. Los delanteros Higuaín y Agüero vienen de tener grandes temporadas en sus clubes europeos. El lunar es la defensa. Es débil e inexperta. Por eso las críticas al entrenador Jorge Sampaoli, quien no dudará en hacer cambios en el sistema táctico cuando enfrente a Croacia. (Lea: Diego Maradona: “Argentina está en graves problemas”)

La selección de Argentina hoy vive un momento trascendental. La generación de Messi está acompañada de nuevos talentos que aún no han explotado su máximo nivel. Ganar el Mundial es la última opción. No obstante, el amargo recuerdo del fracaso en primera ronda en 2002 está latente. En los pies y la genialidad de Messi está el futuro de la albiceleste. Este jueves no puede perder, pues quedaría herida de muerte. Es hora de que la experiencia logre acabar con los fantasmas del pasado, deje atrás la imagen del eterno subcampeón y esta generación llegue a lo más alto de la cúspide del fútbol. Es el momento de recuperar el ADN del campeón que por años acompañó a Argentina. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)

Por Santiago Martínez

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