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La última vez Lionel Messi tenía 18 años, Cristiano Ronaldo 20. El primero apenas despuntaba en Barcelona, el segundo ya se estaba convirtiendo en la figura de Manchester United.
En esta temporada, la 2004-2005, ambos jugadores no alcanzaron los cuartos de final de la Champions League, algo que se vino a repetir solo hasta ahora, 15 años después.
En esa ocasión, el Barça quedó fuera en octavos frente a Chelsea, mientras que el United cayó con Milan. Desde entonces siempre el uno o el otro había logrado acceder, al menos, al grupo de los ocho mejores de Europa.
Y mientras Messi se consolidó con Barcelona y CR7 con Real Madrid, el aficionado del fútbol se fue malacostumbrando a verlos siempre arriba, peleando, bien fuera el uno o el otro.
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Por eso este miércoles, cuando los dos quedaron fuera del torneo de clubes más importante del mundo (Barcelona a manos de PSG y Juventus, un día antes, frente a Porto), se siente un vacío para los que hemos disfrutado de los dos más grandes talentos de la última década y media.
Quizá sea un mensaje, o la evidencia de que, como la vida misma, todo sigue su curso y los que una vez estuvieron arriba, con el tiempo, irán bajando, claro, unos más rápidos que otros.
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En la actualidad se habla de Mbappé, Haaland, y tantas otras figuras nacientes que el espacio para los ya consagrados, por más que cueste creerlo, se va reduciendo. Y si bien el nivel sigue siendo alto, cada vez está más cerca el día en el que Messi y CR7 dejarán ese duopolio que construyeron con tantas esmero para que lleguen otros y empiecen un nuevo capítulo.