Recogiendo los pasos de Luis Díaz

Con los pies desnudos sobre canchas polvorientas empezó a patear el balón un indígena que aspira a convertirse en campeón de Europa: Luis Díaz, el fenómeno que surgió de un desierto olvidado para el fútbol en Colombia.

25 de mayo de 2022 - 07:00 p. m.
Un joven monta en bicicleta frente a un mural que representa a la estrella del fútbol del Liverpool de Inglaterra, el colombiano Luis Díaz, en Barrancas, departamento de La Guajira.
Un joven monta en bicicleta frente a un mural que representa a la estrella del fútbol del Liverpool de Inglaterra, el colombiano Luis Díaz, en Barrancas, departamento de La Guajira.
Foto: AFP - DANIEL MUNOZ

En Barrancas todos recuerdan al tímido “Luisfer” que jugaba sin cansancio en el árido departamento caribeño de La Guajira (norte), fronterizo con Venezuela y donde el 48% de sus habitantes es indígena wayuu.

(Luis Díaz: “Siempre soñé con una final contra Real Madrid”)

Desde muy pequeño, el hijo de Luis Manuel, entrenador de la única escuela de fútbol del poblado de unos 38.000 habitantes, mostró su velocidad, resistencia y habilidad para esquivar jugadores rivales.

Hace apenas cuatro meses, el guajiro, que ya brillaba en el Oporto de Portugal, fichó por el Liverpool, se abrió espacio en la titular, alzó la Copa de la Liga y la Copa de Inglaterra, y puede ganar la Liga de Campeones de Europa si derrota el sábado al Real Madrid.

Yelkis Díaz, su tío, asocia el éxito insospechado del delantero con “su tradición” indígena. “Lucho” tiene la herencia de los wayuu, una comunidad históricamente empobrecida cuyo “transporte es caminar, trotar” y “correr”, dice a la AFP.

Raíces

A miles de kilómetros de Inglaterra, sus familiares y amigos aguantan la respiración o aplauden de pie cada vez que Díaz arranca a todo galope por la banda izquierda de los Reds.

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Por primera vez un indígena de Colombia, donde el 4,4% de la población es aborigen y sus deportistas más famosos nacen en el Pacífico negro, está en la élite del fútbol.

Vecinos de El Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande de Latinoamérica, los jóvenes de Barrancas tienen pocas alternativas a la pelota, la música vallenata, o trabajar para las multinacionales que cavan en busca del carbón.

Algunas veces por necesidad y otras por simple placer, Lucho saltaba a la cancha descalzo y vistiendo la camiseta del Cluballer (Club Barrio Lleras), el equipo de su padre, un exfutbolista aficionado.

Jugar en condiciones “casi imposibles” forjó su talento, se convence Yelkis. “Correr y acomodar y controlar un balón donde hay piedra, donde hay huecos, donde hay tierra” es para pocos.

Muchos a su alrededor dejaron atrás el sueño de ser futbolistas. La Guajira es el departamento más pobre de Colombia (67,8%) y epicentro de una hambruna infantil que mató a al menos 5.000 niños en la última década, según la principal organización indígena.

Cuando Díaz recoge sus pasos, prefiere quitarse las zapatillas y sentir la tierra ardiente. La última vez que lo hizo, en julio pasado, el pueblo entero enloqueció para ver al goleador de la Copa América de 2021.

Mi juego es muestra “de mis raíces, donde siempre me crié”, soltó recientemente tras ser elegido el mejor jugador en las semifinales de la Liga de Campeones.

“James wayuu”

En 2015, una inédita selección wayuu participó en el primer torneo entre etnias de Colombia.

En las gradas, la leyenda del fútbol colombiano Carlos Valderrama tomaba nota. El Pibe convocó a los mejores y conformó la selección indígena de Colombia que ese mismo año enfrentó en Chile a comuneros de toda Sudamérica.

Díaz actuó allí junto a Daniel Bolívar, su mejor amigo que jugaba de ‘10′ en el medio campo. Si bien había indígenas de todo el país, los wayuus eran los encargados de los goles y las asistencias en una selección que jugaba con una camiseta genérica y sin patrocinios.

“En estos pueblos tan perdidos por el deporte”, el visto bueno de Valderrama “fue algo que en realidad nos motivó mucho”, recuerda el socio de Díaz.

Considerado entonces el “James wayuu”, por su estilo de juego similar al del estelar James Rodríguez, Bolívar torció el camino y ahora es conductor de maquinaria en El Cerrejón.

Gracias al ascenso de “Lucho” hoy se construyen canchas de hierba sintética en Barrancas. Lo ideal sería tener césped natural, pero el escaso servicio de agua, que funciona tres días a la semana, haría imposible el riego.

Su ascenso también ubicó a este departamento en el mapa de los ojeadores sedientos de encontrar al nuevo ‘crack’ guajiro. Antes de Díaz el ícono de la península era Arnoldo Iguarán, el segundo máximo goleador de la selección de Colombia.

John Angarita, presidente del F.C. La Guajira, abrió sus puertas en Barrancas este año enamorado de la “resistencia física” y el “biotipo” enviadiable de futbolistas que son capaces de correr durante “casi 100 minutos” sin mostrar cansancio.

En su escuela hay unos 70 jóvenes, algunos desplazados por las guerrillas y los paramilitares, que pronto viajarán a Europa gracias a las puertas que abrió su ídolo.

“Verlo por televisión y pensar que yo puedo estar allá es muy motivante. Mucha gente se fija en los wayuu, en la cultura indígena”, suelta Denilson Pushaina, un defensa central de 23 años que llegó desde Uribia, otro poblado indígena, para seguir los pasos de Luis Díaz.

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