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El fútbol sudamericano tiene episodios épicos, otros dramáticos, algunos violentos y después está el clásico de Avellaneda del 14 de abril de 2012.
Uno que no solo dejó un 4-1 inolvidable para Independiente, sino que dio paso a un capítulo que, años después, sigue sonando a una película de ciencia ficción, muy exagerada: Teófilo Gutiérrez sacando una pistola en el vestuario de Racing.
Ese episodio ha sido contado mil veces, pero pocas con la claridad, la ironía involuntaria y el timing narrativo con que lo hizo ahora Giovanni Moreno, testigo directo de la escena y, según él mismo, el único que salió pagando los platos rotos.
Lo que cuenta Gio Moreno no solo confirma lo que ya se sabía: también revela detalles que hacen que todo suene más absurdo, más caótico y, con los años encima, más difícil de creer.
Racing perdió hasta la cordura
Racing empezó la tarde con una sonrisa: gol de Teófilo Gutiérrez y ventaja en el clásico. Pero la historia se torció rápido. Independiente lo empató, Bruno Zuculini se hizo expulsar al 57′ y, diez minutos después, Teo vio la roja por un agarrón absurdo con el árbitro que nadie entendió.
¿El resultado? Un 4-1 que cayó como baldado de agua fría sobre un equipo golpeado —era la tercera derrota al hilo— y que, para rematar, jugaba con la frase del Coco Basile retumbando en la cabeza: “Si perdemos, me voy”. Y perdió.
Los jugadores regresaron al vestuario con bronca, vergüenza y la adrenalina de un clásico perdido.
Y ahí, en medio de toda esa tormenta emocional, aparece la primera postal surreal: Teófilo Gutiérrez, fresco, bañado y vestido, mochila en mano, listo para irse como si acabara de terminar un entrenamiento en la mañana.
Dos expulsiones, una goleada y Teo en modo: “bueno, nos vemos”.
Ese contraste encendió a Sebastián Saja, arquero y capitán de Racing en ese momento.
“Teo, me tenés podrido”
Según cuenta Giovanni para ESPN, Saja llegó sin filtro y sin intención de dialogar:
“Teo, me tenés podrido. Siempre lo mismo con vos. Siempre te expulsan, estás jugando con la plata de mi familia”.
Teo, sentado, no respondía. Y eso solo agravó la situación.
“‘Si sos así de bravo como decís, vení, parate y peleamos vos y yo’. (…) ‘Dale, parate, cagón’”, decía Saja, quien lo invitaba a resolver el problema a los golpes en la ducha.
La respuesta de Teo, contra todo pronóstico, fue un chiste:
“Ah, pero a vos te hicieron cuatro y nadie te dice nada”.
Y ahí se pudrió todo.
Gio, el único herido
Saja se le fue encima. Teo solo se cubría. Y en ese momento, en un acto noble (o ingenuo), Gio intentó intervenir por su compatriota.
Error.
“Salto como a tirarle una patada, pero pasó de largo… y ahí el Chino me empieza a pegar a mí”, dice Giovanni Moreno.
Resultado: oreja cortada, ceja abierta, y Giovanni convertido en el único lesionado real del episodio, mientras que Teo seguía intacto.
“Al único que le pegaron fue a mí”, dijo el 10 entre risas.
La escena ya era ridícula. Pero faltaba el momento fuera de contexto.
La pistola, el momento más absurdo
Con todos exaltados y Gio recibiendo golpes por error, Teo dio un paso atrás, abrió su mochila… y sacó la pistola.
No era real, dicen. Era de aire comprimido. Pero en ese instante, con la adrenalina a mil, era suficiente para poner a correr a todo el plantel.
Gio lo vio todo, ahí mismo, en primera fila:
“Ahora sí, maricas. Vénganse, pues, hijueputas, de a uno”, decía Teófilo Gutiérrez, según Giovanni Moreno.
Y entonces: no quedó ni un alma en el vestuario.
Hombres adultos, profesionales, atléticos, acostumbrados a la fricción, salieron corriendo del camerino visitante del estadio Libertadores de América.
“Yo me quedo viendo la pistola de arriba abajo… y no quedó nadie en el camerino. Todo el mundo salió corriendo”, aseguró Gio.
La sorpresa del Coco Basile
Lo que vino después fue una serie de escenas que parecen un sketch de comedia:
La policía entró con escudos, lista para el caos. Lucas Aveldaño, en una prueba de locura o valentía, se sentó frente a Teo y lo desafió a disparar.
Y luego apareció el Coco Basile, que miró el panorama y preguntó:
“¿Qué es esto? ¿Una película de guerra?”
Se dio media vuelta y se fue.
De hecho, el Coco Basile se fue del fútbol: no volvió a dirigir más. Fue el final de una carrera que arrancó en 1964 como futbolista y continuó desde 1976 como director técnico.
Doce años después, con el tiempo amortiguando todo, Gio mira atrás y suelta una frase que lo resume perfecto: absurda, sincera y brutal:
“Si Teófilo no saca esa pistola, nos acaban en ese camerino”.
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