
La inauguración del hall de la fama del deporte colombiano contó con la presencia de figuras de distintas generaciones.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
Hoy, la casa ya no existe. Sin embargo, Helmut Bellingrodt todavía recuerda los árboles de mango y níspero que abundaban en el patio de la quinta donde vivió su infancia en Barranquilla.
Tenía cuatro años cuando su papá les puso a él y a su hermano mayor un rifle de compresión de aire en las manos. La tarea era simple, pero no por ello sencilla. Había que bajar los frutos de las hojas, pero manteniéndolos intactos. El reto era darle al tallo para no dañar el cuerpo de la fruta. Así empezó todo.
Son los recuerdos más prematuros...
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