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La selección de Colombia ya conoce su hoja de ruta para el Mundial de 2026 y, con ella, llegó el inicio de una carrera contrarreloj en materia de preparación. Aunque todavía faltan seis meses para el debut, los tiempos se acortan en medio de un calendario exigente. En ese marco, una pregunta empezó a tomar forma en las últimas horas: ¿jugará Colombia un partido de preparación en Bogotá antes de viajar a Norteamérica?
El propio presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún, abrió la puerta al debate sobre la sede de concentración y sobre la conveniencia de aprovechar la altitud colombiana, especialmente pensando en el debut del 17 de junio ante Uzbekistán en Ciudad de México, a 2.200 metros de altitud. El recorrido posterior tampoco será cómodo: seis días después, la Tricolor jugará en Guadalajara, ciudad situada a 1.500 metros, y cerrará la fase de grupos en Miami, a nivel del mar y con temperaturas elevadas, frente a la Portugal de Cristiano Ronaldo.
En medio de ese panorama, la principal inquietud del cuerpo técnico pasa por la adaptación a la altura. Jesurún lo reconoció sin rodeos: “estamos estudiando todo”. La Federación espera un diagnóstico detallado del equipo de trabajo de Néstor Lorenzo, que ya tiene personal en México visitando cinco o seis posibles sedes para instalar el campamento previo al torneo. La intención es que ese informe defina si conviene permanecer fuera del país o si ciudades como Bogotá o Medellín pueden jugar un papel estratégico en la preparación.
Aunque el directivo dejó la impresión de que la prioridad del cuerpo técnico podría estar fuera del país, también aclaró que no hay ninguna opción descartada y que todas las decisiones dependerán de lo que requiera Lorenzo para enfrentar un calendario que exige adaptación, rapidez y respuestas inmediatas. La idea, según Jesurún, es no quedarse en las dificultades, sino concentrarse en encontrar soluciones en un Mundial que también genera inquietudes incluso en rivales de categoría como Portugal, obligada a jugar dos partidos a la 1:00 p.m. en Houston.
En paralelo, la Tricolor continúa ajustando detalles para los últimos exámenes previos al viaje mundialista. En marzo disputará dos amistosos en Estados Unidos frente a Croacia (26 de marzo, en Orlando) y Francia (29 de marzo, en Washington), una línea de competencia que no se repetía desde 2024, cuando enfrentó a España y Rumania.
Sin embargo, la novedad más llamativa apunta a finales de mayo. Según informó el periodista Sebastián Vargas en El VBAR Caracol, en un altísimo porcentaje Colombia tendría un partido de despedida en Bogotá durante la última semana de ese mes, con rival aún por definir. Sería un gesto simbólico pero también estratégico: jugar en la capital no solo permitiría un reencuentro entre la Selección y su público, sino que aportaría un elemento clave en la preparación física del grupo ante la altitud que encontrará en México.
La idea de Bogotá como escenario vuelve a conectar al equipo con la tradición de los últimos mundiales. Antes de viajar a Brasil 2014 y a Rusia 2018, el equipo también tuvo un duelo de despedida en la capital. Esta vez, además, hay un componente adicional: la necesidad de ajustar al grupo para competir con solvencia en plazas de altura donde Colombia no compite regularmente y donde la mayoría de los convocados tampoco tienen continuidad.
De confirmarse, Bogotá sería el último escenario de la selección antes de la aventura mundialista. Y en un contexto tan exigente como el que plantea 2026, cualquier detalle que favorezca la adaptación —incluida la altitud— se vuelve un recurso que el cuerpo técnico no puede dejar pasar por alto. Por ahora, la decisión está en estudio, pero la capital aparece sobre la mesa con fuerza y con un propósito claro: darle al equipo la despedida que merece y, a la vez, prepararlo para el reto de la altura que marcará sus dos primeros partidos del Mundial.
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