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La participación de Colombia en el mundial: una esperanza para el deporte femenino

Ante lo conseguido por la selección, miles de mujeres en el país en otras disciplinas también exigen apoyo, inversión y visibilidad. El Mundial es una oportunidad para impulsar una lucha que tiene mucho camino por recorrer.

Fernando Camilo Garzón
12 de agosto de 2023 - 10:22 p. m.
Catalina Usme (2-der.) de Colombia celebra con sus compañeras en un partido de la Copa Mundial Femenina de la FIFA en el Estadio de Fútbol Sydney, en Sídney (Australia).
Catalina Usme (2-der.) de Colombia celebra con sus compañeras en un partido de la Copa Mundial Femenina de la FIFA en el Estadio de Fútbol Sydney, en Sídney (Australia).
Foto: EFE - DAN HIMBRECHTS

El 2010 parece tan lejano. Ese mundial sub-20 en Alemania, el primero de una selección femenina de Colombia en la historia, y el partido de estreno en una Copa del Mundo de mujeres en ese torneo, contra Francia (1-1), parece haber sucedido hace décadas. En realidad, solo han pasado 13 años. La lucha de las mujeres en el fútbol ha sido tan intensa, y en un tiempo tan breve, que lo que parecía imposible las futbolistas de Colombia lo hicieron posible; la selección nacional, en el mundial femenino que se disputa en Oceanía, se metió entre las mejores del mundo y enfrentó cara a cara a los planteles más brillantes del planeta. Han pasado 13 años de su primer mundial de menores, 12 del primero de mayores, ocho de su primera vez en octavos y solo seis años después de la creación de la Liga Profesional, el resultado definitivo de tantas batallas. Es apenas un resumen para una gesta histórica que las futbolistas colombianas consiguieron, sobre todo, por la fuerza de su voluntad.

En la década del 2010, durante esas primeras experiencias internacionales, cuando en el país ni siquiera había un torneo digno —pero sí el proceso de cientos de pioneras que, desde la década de los 70, organizaban partidos casi clandestinos y soñaban con jugar un mundial que ni existía—, el fútbol femenino colombiano miraba desde abajo los procesos de otros lares, pero con las aspiraciones mayúsculas que inspiraba la tenacidad de sus futbolistas.

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“En ese entonces despertábamos y nos encontrábamos con otra realidad. En 2011 queríamos hacer un buen mundial, pero físicamente estábamos lejos de enfrentar rivales como Suecia y Estados Unidos. Y después en Canadá, en 2015, los resultados que tuvimos contra México y Francia, que era campeona de Europa, nos demostraron que podíamos crecer a nivel futbolístico, físico y mental. Fueron esas dos experiencias las que nos permitieron llegar a este mundial y tener esta mentalidad de que podíamos dar más y llegar más lejos”, explica Diana Ospina, una de las jugadoras, junto a Sandra Sepúlveda, Catalina Usme, Daniela Montoya y Lady Andrade, que participaron en los tres mundiales de mayores que ha disputado la selección.

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Para Isabella Echeverri, jugadora que estuvo en la Copa Mundo de Canadá 2015, lo conseguido en el actual mundial es el fruto de muchos años de trabajo, de generaciones, incluso anteriores a la de ella, las primeras selecciones de los años 90, que tenían que jugar con camisetas prestadas para competir internacionalmente.

En entrevista para El Espectador, la exjugadora dijo: “Es bonito saber que uno hace parte de esa historia. Y que ese castillo que construimos, cada una con su granito de arena, cada vez está más arriba, fortaleciéndose y dándole una voz, un voto y una fuerza a la mujer colombiana que solamente le puede dar el deporte”.

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El Mundial Femenino de 2023 será para la historia. Sobre todo, por el mensaje que dejaron las futbolistas en la cancha. Una esperanza a la vez para el deporte femenino, que en otras disciplinas clama por más apoyo, visibilidad y financiación. Un llamado de miles de mujeres deportistas colombianas, que se declaran inspiradas por la selección de fútbol y aspiran a tener el mismo reconocimiento y oportunidades que los hombres.

El deporte femenino reclama su lugar

Ser deportista de alto rendimiento en Colombia ha sido históricamente un camino cuesta arriba. Antes más que ahora. Los “héroes populares”, así denominados al ser ungidos desde y por el pueblo, hicieron su camino muchas veces sin apoyo económico, construyendo, en casos específicos, con su propio ingenio y talante las competencias que han marcado la historia deportiva del país. Apostando, cuando nadie más lo hacía, en su futuro, confiados de su talento, pero, más que nada, en sus sueños.

Y ese terreno de exclusión, esa carencia de oportunidades, en el deporte femenino es todavía más alarmante. Por poner un ejemplo, grandes figuras, heroínas que fueron pioneras, como Ximena Restrepo y María Isabel Urrutia, entre muchas otras, llegaron a la cima en contextos deportivos que privilegiaban, y lo siguen haciendo, las ramas masculinas.

Gesta, lograda a contracorriente, que inspiró a las que vinieron después. Un dato clave es que de las 34 medallas olímpicas que Colombia ha logrado en la historia, el 50 % (17) han sido conseguidas por mujeres. Hasta Barcelona 1992, solo los hombres habían logrado podios olímpicos. Pero, tras la medalla de Restrepo en los 400 metros, las mujeres, desde esas justas en adelante, han representado el 58% de los podios colombianos en los Juegos Olímpicos, la máxima cita del deporte mundial. Y de las cinco medallas de oro que tiene el país, cuatro son títulos de mujeres: Urrutia (2000), Mariana Pajón (2012 y 2016) y Caterine Ibargüen (2016).

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Logros importantes al recordar la tenacidad de las deportistas, aun a pesar de las dificultades a las que se enfrentan para competir. En el fútbol, que por estos días se lleva la atención de los medios, las mujeres, en poco más de 10 años, lograron lo que a los hombres les tomó más de 50 años alcanzar. Un dato a tener en cuenta, más que por entrar en comparaciones, para dimensionar la gesta.

En los últimos tiempos, el fenómeno femenino se ha visto en múltiples disciplinas de conjunto. Por ejemplo, el voleibol. De hecho, la selección femenina participó el año pasado en el mundial. Gesta sin precedentes, en medio de una disciplina que no tiene una liga profesional a la altura de sus jugadoras, que deben desperdigarse por todo el mundo, en torneos de otros países, para no abandonar la ilusión de ser deportistas de élite.

“Muchas veces nos exigen resultados y los estamos dando, pero no vemos que se continúe el proceso. En el voleibol, por ejemplo, si hubiese liga profesional eso impulsaría el desarrollo de jugadoras de base. Es decir, niñas que con 15 años ya tengan oportunidades de jugar a nivel profesional. Incluso, daría la oportunidad de venir a las jugadoras que estamos afuera. Es una cuestión de competitividad, pero también de garantías y derechos”, le explicó a este diario María Alejandra Marín, una de las figuras de la selección nacional.

Y lo que sucede en un deporte se replica en el otro. Muchas veces, mientras el fútbol se lleva todos los focos, otras disciplinas sufren del olvido. Y en el caso de las ramas femeninas, el panorama es peor. Colombia, hace unas semanas, logró quedar quinta en la Copa América Femenina (Americup) de Baloncesto. Y también, Indeportes Antioquia ganó la Liga Sudamericana Femenina. Dos logros inéditos para el básquet nacional que casi pasaron de agache en los medios, a pesar de las dificultades y las luchas que, también durante décadas, las mujeres en Colombia han dado para poder ser basquetbolistas profesionales.

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Al respecto, El Espectador habló con Mabel Martínez, una de las capitanas y grandes referentes de la selección nacional: “El fútbol es otra cosa. Está mucho más organizado que otros deportes. Eso suma, pero lo que han conseguido las futbolistas es de admirar. Me dan orgullo. Quisiera que en el básquet femenino pasara lo mismo, pero no sucede por muchas cosas. No todos los deportes tienen los mismos recursos para invertir en sus selecciones nacionales. Nosotras tenemos el talento para estar más arriba de lo que estamos. Pero se necesita una inversión en todos los aspectos, económicos y humanos, mucho más grande. Nosotras nos hemos enfrentado a equipos que han jugado olímpicos y mundiales, y sentimos que no estamos lejos. Nos falta mucho apoyo en calidad de preparación, como selección de Colombia, como conjunto”.

Visibilidad y recursos, algunos de los reclamos

El panorama es el mismo en todos los deportes sin excepción. Aunque sufren más los de conjunto, un mal del deporte colombiano, también en las disciplinas individuales las brechas de género son parte de una estructura social que no ha sido desmontada.

En el tenis, por ejemplo, uno de los deportes que, mundialmente, más ha dado la discusión en términos de equidad en salarios y oportunidades, las distancias siguen existiendo. En Colombia el panorama es complejo. Así se lo indicó a este medio hace unos meses Yuliana Lizarazo, campeona en dobles junto a María Paulina Pérez del WTA 250 de Monterrey: “En el tenis, para las mujeres es más difícil llegar. La desigualdad todavía existe. No es solo de premios, es también de visibilidad. Si te das cuenta, cuando uno prende el televisor muestran partidos masculinos, nunca femeninos. Supuestamente, ver a un hombre jugar vende más que ver a una mujer”.

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Es un problema de inversión. Una realidad económica dispar, como pasa en las disciplinas de conjunto. “No cuento con ningún patrocinio, como probablemente les pasa a muchas otras. Con María Paulina, mi compañera de dobles, hemos venido haciendo esto solas, casi a los arañazos y es muy difícil. Tratamos de cubrir esos huecos con nuestro propio dinero. Solo hasta que ganamos en Monterrey logramos más visibilidad. Logramos demostrar que el tenis, en dobles, no es solamente Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, también las mujeres estamos a un alto nivel. Quiero dejar ese legado, cambiar cómo Colombia ve al deporte femenino y que mi recorrido sirva de aprendizaje a las nuevas generaciones para que las chicas se den cuenta de que siendo mujer también se puede llegar muy lejos”, agregó Lizarazo.

“Básicamente, todas nos quejamos de lo mismo”, le dijo a este diario Tatiana Calderón, única colombiana que ha participado en la Fórmula Dos, además de otros eventos de talla en el automovilismo mundial como la IndyCar y la European Le Mans Series. “Hay más recursos para el deporte masculino. Lo que han hecho las mujeres en el fútbol, con lo que les han dado, es increíble. Todavía falta apoyo para el deporte femenino y más visibilidad, no solo cuando ganamos. Es necesario, en todos los deportes, hacer más seguimiento desde la raíz, desde las categorías menores”.

La esperanza que nace de la selección en el Mundial

Hace un par de semanas, antes del inicio de la Vuelta a Colombia Femenina, que nació apenas en 2016, 65 años después de la primera Vuelta Masculina, Ana Cristina Sanabria, ganadora de las tres primeras ediciones de la carrera, aseguró que “el 80 % de las mujeres ciclistas aún tienen que costearse sus gastos para competir. Muchos de los equipos no tienen la posibilidad de brindarles un sueldo y solo cumplen con llevarlas a la competencia y cubrirles los gastos”.

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Es claro que queda un camino arduo por recorrer. Los logros conseguidos hasta ahora, aunque admirables y dignos de reconocimiento, son insuficientes para lo que corresponde. Incluso en el fútbol, el deporte que se lleva todos los focos, las mujeres que regresan del Mundial, las jugadoras que han hecho historia, encontrarán un espacio vacío pues, como siempre, la promesa de una liga estable y duradera, una competición de más de un par de meses, no verá la luz. Al menos, por ahora, en 2023.

Según la exfutbolista Isabella Echeverri, “no es un problema solo de la liga femenina de fútbol, también es de las otras disciplinas. Los encargados del deporte en Colombia deben crear ecosistemas seguros para las deportistas. La próxima vez que vayamos a un mundial no debemos tener una liga tan corta, debe ser una liga más estructurada, en la que las futbolistas tengan más tiempo para competir y mayor estabilidad laboral, que no deban tener dos trabajos, sino que se puedan dedicar 100 % a ser profesionales. Eso nos va a potenciar, va a permitir que salgan más jugadoras a mostrar la cara y el talento de Colombia al mundo. Y también a que lleguemos más lejos, a ganar el mundial en un futuro cercano”.

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Un llamado que sirve para no olvidar a los demás deportes, tan dejados de lado y en los que miles de mujeres rebuscan oportunidades con la esperanza de consagrarse para que las vean. Por eso lo conseguido por la selección es una inspiración para seguir derribando muros.

“Esto es un triunfo para todos los deportes que tengan una mujer detrás. No es solo un triunfo de las 23 mujeres del Mundial. Será un impulso para el deporte femenino en Colombia. Debemos quedarnos con lo positivo. El mensaje debe ser de esperanza. Tenemos demasiado talento, no solo en el fútbol sino en todos los deportes. Pero ese talento no nace solo, hay que ponerle una base, una estructura y un acompañamiento para que realmente salga el fruto de tanto esfuerzo individual de los deportistas”, finaliza Echeverri.

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Yesid(xq8m1)13 de agosto de 2023 - 11:56 a. m.
Una escena más de cómo los colombianos de a pie superan tantos obstáculos que impone la caverna politiquera con el abandono en que han sumido al país, y su cínico saque de pecho y, una supuesta fórmula de éxito manoseada e instrumentalizada en momentos de triunfo y calor, cuando se evidencia primero el interés de llenarse los bolsillos en detrimento del apoyo al deporte, más al femenino, el cual no representaba para “los medios” absolutamente nada. ¡CÍNICOS!
Diego(63255)13 de agosto de 2023 - 06:22 a. m.
Unas duras, que alegrías les han dado a Colombia. Esperamos mad apoyo para ellas.
-(-)13 de agosto de 2023 - 02:39 a. m.
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