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Luis Suárez llegó a Sporting de Lisboa con expectativas altas y ha logrado responder en la cancha. No solo por el salto de la segunda división de España a uno de los equipos más importantes de Portugal, sino porque el club acababa de despedir a Viktor Gyökeres, un delantero que dejó una huella profunda en números y en memoria colectiva.
En ese contexto, el colombiano asumió el desafío y su primer año en Portugal no ha sido de transición ni de adaptación lenta, sino de afirmación.
Las cifras explican una parte del impacto, aunque no alcanzan a contar toda la historia. Once goles en la Liga de Portugal, donde hoy es el segundo máximo artillero, y 15 anotaciones en total, acompañadas por tres asistencias, construyen un balance sólido en 25 partidos disputados. No son números menores para un jugador que llegó a ocupar un espacio sensible dentro de la estructura ofensiva del equipo. Más allá de la comparación inevitable con su antecesor, Suárez ha ido marcando su propio territorio, conectando con la tribuna y sosteniendo regularidad en un campeonato exigente.
Ese presente deportivo es el respaldo desde el cual el delantero samario habla con naturalidad, incluso cuando se permite bromear sobre escenarios mayores. En una entrevista concedida al diario Record de Portugal, Suárez dejó ver el clima interno que se vive en el vestuario del Sporting frente al próximo cruce mundialista entre Colombia y Portugal. “Por ahí a todos le estamos diciendo que le vamos a ganar a Portugal”, comentó entre risas, antes de subrayar la confianza que hoy percibe en la selección Colombia. Para él, el equipo nacional atraviesa un momento de madurez, con una identidad clara y la capacidad de competir en partidos de alta complejidad.
La conversación no se quedó en la anécdota. Suárez profundizó en lo que representa ese eventual duelo y en la carga emocional que tendría enfrentar a compañeros de club en una Copa del Mundo. “Si tengo la fortuna de ir al Mundial”, dijo, dejando claro que el objetivo está, pero también la conciencia de que nada está garantizado. En ese punto, su presente en el Sporting aparece como un factor determinante. Para el propio jugador, estar en un club grande, ser titular y aportar goles y asistencias es una credencial directa para mantenerse en el radar de la selección de Colombia.
Al recordar sus cuatro goles frente a Venezuela, no lo hace como un pico aislado, sino como una recompensa al recorrido completo. “Es un sueño de niño”, afirmó, y explicó que marcar con la camiseta de la selección es una extensión natural de años de trabajo silencioso. No hay grandilocuencia en sus palabras, sino una satisfacción contenida que explica por qué sigue disfrutando cada convocatoria como si fuera la primera.
En paralelo, el delantero también se permitió mirar hacia adelante y hacia adentro. Consultado por su futuro, Suárez abrió la puerta a un regreso al fútbol colombiano. La idea de terminar su carrera en Colombia no aparece como una promesa ni como una despedida cercana, sino como una posibilidad compartida en familia. Vivir una etapa en el país, mientras aún compite profesionalmente, es un escenario que hoy contempla con serenidad.
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