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Aseo en la pandemia: un sector que no teletrabaja

Empresas que prestan servicios de aseo para organizaciones de todo el país se vieron obligadas a replantear sus líneas de negocio debido al COVID-19. La reactivación de algunas oficinas trae nuevas oportunidades y retos para el sector, que concentra empleo femenino en su mayor parte.

Valeria Cortés Bernal
18 de julio de 2021 - 02:00 a. m.
El indicador de desempleo de Fenaseo aumentó entre 18 y 20% en la pandemia. / Cortesía Casalimpia.
El indicador de desempleo de Fenaseo aumentó entre 18 y 20% en la pandemia. / Cortesía Casalimpia.
Foto: EDWIN QUINTERO - EDWIN QUINTERO

“Para muchos, los médicos y las enfermeras son héroes. Pero nosotras, las chicas de servicios generales, también lo somos. Hacemos desinfección, limpieza y mantenemos el área limpia para cuando llegan a hacer algún procedimiento. Esta labor no es tan reconocida, pero si uno la hace con amor, no importa”.

Con esas palabras Liliana describe lo que significa este trabajo para ella y para muchas profesionales del sector de aseo, que ha tenido una dinámica bastante particular en la pandemia de COVID-19.

La mujer, de 35 años, es madre cabeza de hogar, tiene un hijo de 15 años y vive con sus padres. En mayo de 2020 le suspendieron su contrato como aseadora en una oficina de unas 300 personas, pues la mayoría estaba teletrabajando a raíz del aislamiento preventivo. Durante dos meses estuvo buscando trabajo en diferentes organizaciones hasta que se vinculó con dos hospitales. “Esta pandemia ha hecho que muchas empresas se aprovechen de la necesidad de la gente. No pagan cumplido, pagan cuando quieren y la necesidad tiene cara de perro”, cuenta.

Si bien admite que no todas las empresas de aseo son incumplidas y disfruta de su trabajo, Liliana dice que la pandemia ha impactado a muchas mujeres que, como ella, son la principal fuente de ingresos en sus casas. Pues aquellas que no perdieron sus puestos en la coyuntura sí han estado expuestas al virus, a las aglomeraciones del transporte público y a demoras por causa de las manifestaciones recientes. “A mí me dio COVID-19, pero gracias a Dios fui asintomática. Hay que seguir, porque si no me mata el virus me mata el hambre”, agrega.

En eso coincide Sandra, de 55 años, que lleva 19 trabajando en el área de servicios generales de una empresa. “(En marzo de 2020) nos mandaron a vacaciones y conservamos nuestro trabajo, pero el mínimo que nos llega es para pagar lo que tenemos en la casa. Soy una de las que en vacaciones busca qué hacer porque no me alcanza. Esto fue algo que afectó a todo el mundo, y somos conscientes, pero de todas maneras nos ha tocado duro. Todavía dicen que un salario mínimo es mucho”, afirma.

Dos caras del sector

La Federación Nacional de Empresas de Aseo y Afines (Fenaseo) agrupa a 83 organizaciones que generan alrededor de 450.000 empleos en Colombia, incluyendo personal de servicios generales, operarios, conductores y personal administrativo, entre otros.

De acuerdo con María del Pilar Rodríguez, directora ejecutiva del gremio, se trata de un renglón en el que la mayoría de las empleadas son mujeres y 80 % son madres cabeza de hogar. Y aunque las empresas que proveen personal se vieron afectadas a la hora de mantener el empleo, aquellas que fabrican insumos para este sector se vieron beneficiadas.

“Nos tocó durísimo con la parte de contratación de personal, porque al cerrar los centros comerciales, los colegios, las fábricas, se nos quedó muchísima gente sin trabajo. Un buen porcentaje de empleos se pudo mantener, pero nuestro indicador de desempleo aumentó casi a un 18 o 20 %. Por otro lado, las compañías fabricantes de insumos lograron buenas ventas porque era una necesidad comprar alcohol y geles. Ahí hubo un repunte”, destaca.

Rodríguez también asegura que, por su naturaleza, varias empresas de aseo ya estaban preparadas con protocolos de bioseguridad desde antes de la pandemia, pues llevan años trabajando por tecnificar su servicio. No obstante, la coyuntura las obligó a implementar nuevos uniformes, guantes y equipos, particularmente para el personal que trabaja en hospitales, lo que también se vio reflejado en sobrecostos.

Casalimpia es una de las mayores organizaciones del sector aseo, con 60 años de experiencia y presencia en 400 municipios de Colombia. Su presidente, Pedro Felipe Estrada, dice que antes de la pandemia contaban con 16.000 colaboradoras, que trabajaban en oficinas, instituciones educativas, cines, hogares y demás. De ellas, 5.500 dejaron de ser solicitadas a raíz de la coyuntura.

“Nadie estaba preparado para eso. Tratar de proteger el empleo y a nuestra gente fue la prioridad, pero nadie se esperaba que esta pandemia durara tanto”, señala Estrada. “Inicialmente enviamos personal a vacaciones y en algún momento nos tocó tener personal suspendido, pero les pagamos bonos durante el año. Tratamos de lograr el bienestar hasta donde se pudo”, agrega.

Asimismo, desarrollaron un sistema de monitoreo en el que las trabajadoras reportan diariamente su estado de salud y tienen acompañamiento constante en caso de presentar contagios. Dice Estrada que la compañía perdió a siete colaboradores a causa del virus.

Entre 2020 y 2021 Casalimpia desarrolló su página web y una app para comercializar sus productos de aseo, que son los mismos que utilizan las trabajadoras, pero están enfocados en el hogar, como jabones de loza y ropa. Y aunque suspendieron brevemente su servicio de aseo por días en las casas, implementaron otro enfocado en la desinfección profunda de hogares y empresas, que ha tenido buenos resultados.

“Cada día es un servicio que se contrata más en las empresas y los hogares en donde ha habido COVID-19. Y los productos para el hogar de Casalimpia están despegando. La gente conoce y valora la experiencia de la marca”, comenta el presidente.

Actualmente cuentan con cerca de 15.000 trabajadoras, de las cuales hay cerca de 5.000 vacunadas, pues la compañía forma parte de las empresas que importaron biológicos para sus empleados. “Gracias a la reactivación hoy no estamos muy lejos de la cifra que teníamos antes de la pandemia. La recuperación ha sido importante y tenemos mucho optimismo para lo que se viene”, dice Estrada.

Hogaru, por su parte, es una empresa que provee personal especializado en aseo y cocina para hogares y oficinas pequeñas. Lleva seis años en el mercado y antes de la pandemia contaba con 750 profesionales. Juan Sebastián Cadavid, su director, señala que en abril y mayo de 2020 llegaron a tener solo un tercio de la demanda que tienen hoy en día, pues las casas de familia tenían cierta reticencia a recibir personas por la pandemia. Aun así consiguieron proteger los empleos de la mano de estas mismas familias.

“Lanzamos una campaña que se llama ‘Cuida a quien te cuida’ para que nuestros clientes pudieran seguir pagando a nuestras profesionales así no recibieran el servicio como tal. Hogaru sacrificó su margen y con los clientes logramos mantener el trabajo de todas nuestras colaboradoras”, explica Cadavid.

La empresa, que opera en Bogotá, Cajicá, Chía, Cali y Medellín, hoy tiene 600 profesionales, aunque asegura que la reducción se debe a la voluntad de muchas de regresar o trabajar en otras ciudades.

“Hoy tenemos un nivel de ocupación igual al que teníamos previo a la pandemia. Ya hay confianza de los usuarios en dejar entrar a una persona a sus hogares y poderle seguir pagando los servicios de limpieza”, dice el empresario. Esto se debe, en parte, a diferentes servicios que desarrollaron en la pandemia, como la posibilidad de contar con una colaboradora cada 15 días, en vez de 7, o solicitar solamente un servicio de aseo de cocina y baños.

También implementaron un servicio para apoyar en la supervisión o cuidado de los niños mientras que sus padres teletrabajan, lo que según Cadavid facilitó la labor de muchas clientas que destinaban dos horas diarias al aseo de su hogar. Asimismo, varias compañías solicitaron limpiezas de Hogaru para las casas de sus empleados a manera de beneficio corporativo.

Aunque tuvieron algunos casos de contagio, Cadavid dice que ninguno fue de gravedad ni se transmitió a las familias. Además, indicó que están mirando la posibilidad de vacunar a sus empleadas por medio de la red Endeavor. “La meta es cerrar este año con 800 colaboradoras y duplicar ese número en 2022”, asevera.

Si bien las empresas de aseo están en la senda de recuperación, todavía no se han restablecido todos los empleos perdidos en la pandemia, pues hay lugares de gran tamaño que todavía no han abierto sus puertas por completo, como las universidades o algunas oficinas. En esa línea, Sandra y Liliana cuentan que a veces el trabajo se les ha multiplicado, porque aunque no haya gente, el aseo se debe hacer igual o más rigurosamente.

“Siempre tratamos de hacer las cosas lo mejor que podemos, pero si una persona se quita el tapabocas y lo echa donde van los vasos desechables, eso ya no lo podemos botar así no más. Eso es lo más jarto: el descuido de la gente”, dice Sandra, quien trabaja de domingo a domingo para tener dinero extra y poder apoyar a sus nietos.

En cuanto a Liliana, que trabaja en un hospital en el sur de Bogotá, ya le perdió el miedo a limpiar en las UCI y le teme más a las manifestaciones o al desempleo. A diario utiliza traje antifluidos, tapabocas N95, guantes especiales y monogafas. Además, al igual que Sandra, ya está vacunada. Su trabajo, aunque invisible para muchos y todavía bajo condiciones que podrían mejorar, la llena de orgullo para enfrentar lo que venga.

“Es muy gratificante saber que si yo hice la labor bien, de pronto una persona se pudo salvar. A veces si a uno no lo mata la enfermedad lo mata la mala desinfección. Y no se sabe hasta cuándo va a ir esto, pero nos toca aprender a llevar las cosas con o sin miedo. Hay que sobrevivir”, concluye.

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