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Antioquia tiene una nueva autopista. Este lunes, el Gobierno nacional anunció la entrada en operación y mantenimiento de la Autopista al Río Magdalena 2, una de las obras más esperadas del programa de Cuarta Generación (4G), tras culminar el tramo de 35,7 kilómetros entre Remedios y Vegachí. Con esto, el proyecto se convierte en el decimosexto corredor 4G que pasa oficialmente a la fase operativa.
El anuncio se presentó como un hito enmarcado dentro de la estrategia para cerrar brechas de conectividad en el país. Y las cifras de fondo son monumentales: COP 2,44 billones en construcción y COP 1,56 billones en operación, es decir, más de 4 billones de pesos que se concretan en 144 kilómetros.
De acuerdo con el cronograma contractual inicial, su entrega debió darse en septiembre de 2023 para reducir hora y media de recorrido.
Hoy, por fin, la obra cierra un ciclo que empezó hace diez años, cuando el contrato fue firmado el 10 de diciembre de 2014. Desde entonces, el proyecto atravesó las tres fases clásicas de las concesiones 4G: preconstrucción (2015), construcción (2016–2025) y, finalmente, operación y mantenimiento, que se extenderá durante 25 años.
La obra también deja una huella visible en el territorio:
23 estructuras nuevas, entre ellas 16 puentes y viaductos, además de pasos inferiores, superiores y un puente peatonal en El Tigre (Vegachí) que permite a los estudiantes cruzar la vía sin exponerse al tráfico pesado.
- Una glorieta en Vegachí que reorganiza el tránsito local y facilita la conexión con la red departamental.
- Dos peajes: Puerto Berrío y Vegachí, ambos ya en operación.
- Infraestructura de operación 24/7, incluyendo un peaje (Santa Isabel), una base de operaciones en San Cristóbal, postes SOS, cámaras, paneles de mensajería variable y una estación meteorológica, elementos clave para la seguridad vial.
Según cifras oficiales, el proyecto benefició a más de 154.900 habitantes y generó 22.400 empleos directos e indirectos, en una región históricamente rezagada en materia de infraestructura.
De Remedios a Vegachí: el nuevo eje del nordeste antioqueño
El presidente de la ANI, Óscar Torres, destacó que esta entrega “transforma la movilidad y el desarrollo de Antioquia, Santander y el norte del país.”, una afirmación que refleja la visión oficial: más conectividad, más equidad y más oportunidades.
El tramo recién entregado corresponde a la Unidad Funcional 1 (UF1), que conecta con la concesión Autopistas del Nordeste en Remedios y se extiende hasta Vegachí, donde enlaza con la UF2 (Vegachí-Alto de dolores), en operación desde febrero de 2025.
Esta sección, de 35,76 kilómetros de calzada sencilla bidireccional, incluye 16,5 kilómetros de tercer carril en zonas de ascenso, un detalle que suena técnico pero significa algo muy concreto: menos embotellamientos y mayor seguridad vial para los conductores de carga y pasajeros.
La Autopista al Río Magdalena 2 forma parte de un entramado de corredores 4G que, junto con Vías del Nus y Conexión Norte, busca consolidar una ruta directa entre el suroccidente y el Caribe colombiano.
En la práctica, esto significa que un camión que sale desde el Eje Cafetero o el Valle del Cauca podría llegar con mayor rapidez y menor costo a Cartagena, uno de los puertos más importantes para las exportaciones nacionales.
Sin embargo, la magnitud de esa transformación dependerá de cómo se integren las demás concesiones vecinas y de si el mantenimiento logra sostener el estándar de la vía en el tiempo, un punto donde varios proyectos 4G han enfrentado tropiezos.
El discurso del “hito cumplido” puede sonar familiar. Colombia lleva más de una década hablando de las 4G como la revolución de su infraestructura, y aunque la entrega de la Autopista al Río Magdalena 2 representa un avance concreto, el reto ahora es garantizar su impacto real en la economía local.
La vía promete dinamizar el comercio, facilitar la salida de productos agrícolas y mineros, y acercar regiones como el nordeste antioqueño al desarrollo logístico nacional. Pero su éxito dependerá de que no se convierta solo en una promesa asfaltada: que haya transporte público seguro, mantenimiento constante y políticas que eviten el abandono de las poblaciones que cruza.
Porque, realmente, una carretera no cambia un territorio solo por existir, lo hace cuando permite que la gente se mueva, que los productos lleguen y que el progreso no se quede detenido en los peajes.
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