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Colombia exportó más de 53 millones de kilos de cereales, leguminosas y soya durante el primer semestre de 2025. Es una cifra inédita, según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), y muestra que el país empieza a moverse en el tablero global del agro. Pero el informe de importaciones del gremio revela la otra cara del campo: en el mismo periodo, importó 6,38 millones de toneladas de esos mismos productos.
En otras palabras, por cada kilo que vende, compra más de cien.
Ambos informes retratan un modelo agrícola que avanza en transformación, pero no en independencia. Colombia ha aprendido a producir harina de maíz o aceite de soya para exportar (valor agregado), pero sigue trayendo del exterior el maíz, la soya y las leguminosas con los que alimenta a su población y su industria.
La exportación crece, pero la balanza no cambia
Entre enero y junio, las exportaciones agrícolas de cereales, leguminosas y soya alcanzaron 53,3 millones de kilos. De ese total:
- 38 millones correspondieron a cereales, principalmente harina de maíz, exportada a Chile, Perú, Estados Unidos y Ecuador.
- 14,7 millones fueron derivados de soya, sobre todo aceite destinado a Venezuela y Ecuador.
- El resto, poco más de 500 mil kilos, correspondió a leguminosas, con el fríjol común como protagonista.
“Si bien, los volúmenes de exportación son reducidos, esta cifra evidencia que el país cuenta con oportunidades de crecimiento que requieren del desarrollo de estrategias que fortalezcan la tecnificación del campo, la estandarización de la calidad y la articulación con mercados internacionales”, señaló Fenalce.
El gremio destacó que este avance muestra la importancia de la transformación industrial del agro. “La exportación de harina de maíz en estas cantidades demuestra la importancia de la transformación. Con este grano se pueden obtener productos de mayor valor agregado, generando ventajas económicas”, explicó Arnulfo Trujillo Díaz, gerente general de la Federación.
Sin embargo, el mismo directivo advierte que esa buena noticia convive con un hecho incómodo: Colombia sigue dependiendo del mercado internacional para alimentarse.
El espejo de las importaciones
En el mismo semestre, el país compró 6,38 millones de toneladas de granos, un 75 % de ellas cereales. El maíz amarillo representó 3,44 millones de toneladas, más de la mitad del total, seguido por el trigo (998.328 toneladas) y la soya (1,47 millones).
Esas cifras indican que 2025 podría cerrar igual o por encima de los volúmenes récord de 2024, lo que mantiene intacta la dependencia externa.
“Este panorama de importaciones del primer semestre del año reafirma que en Colombia no hay una política clara que le permita a los sectores de cereales, leguminosas y soya ser competitivos y sostenibles para lograr la deseada soberanía y seguridad alimentaria”, dijo Trujillo Díaz.
Fenalce estima que el 100 % de las lentejas y garbanzos que se consumen en el país son importados, y que la arveja ya completó el 78 % de las compras externas de todo 2024 solo en el primer semestre.
La torta de soya, insumo clave para el alimento animal, alcanzó 941 mil toneladas entre enero y junio, mientras que el aceite y la soya en grano subieron 61 % y 73 % frente al mismo periodo del año pasado.
Fenalce insiste en una ruta de tres frentes:
- Tecnificación y rotación de cultivos, para recuperar suelos y optimizar nutrientes.
- Estandarización de la calidad, requisito clave para competir con mercados internacionales.
- Articulación con la industria, para fortalecer la transformación local y sustituir importaciones.
El país tiene potencial (suelos fértiles, clima variado y dos océanos), Pero mientras la tierra siga rindiendo más afuera que adentro, la independencia alimentaria será una promesa lejana.
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