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El Ministerio de Agricultura anunció una nueva “línea especial” para productores afectados por fenómenos climáticos, caídas en ingresos o incluso desastres naturales.
La promesa es ofrecer tasas de interés fijas de entre el 3 % y el 5 % anual, con subsidio estatal.
Pero la pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿puede el crédito, por sí solo, convertirse en el salvavidas que esperan más de 11,3 millones de campesinos?
“No solo le hacemos frente al cambio climático a través de sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes, sino también mediante el alivio financiero a aquellas productoras y productores que han tenido afectaciones en sus cultivos por cuenta del clima”, dijo la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino.
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Lo que plantea el Gobierno es que pequeños y medianos productores podrán financiar capital de trabajo, nuevas inversiones o la normalización de créditos.
Esto aplica a afectados por El Niño y La Niña, catástrofes como la de Paratebueno, Cundinamarca, y sectores con ingresos desplomados como el papero y el arrocero.
Esta línea especial incluye subsidios a la tasa de interés que se extienden hasta tres años para capital de trabajo y siete años para inversión.
La vigencia se mantendría hasta diciembre de 2025 o hasta agotar los recursos asignados.
“Quienes estén interesados deberán acercarse al Banco Agrario o a su intermediario de confianza y preguntar por la Línea Especial de Crédito de Reactivación Agropecuaria de Finagro”, detalla el Ministerio.
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La letra menuda
Para acceder, los campesinos deben estar inscritos en el Registro Único de Damnificados o presentar una declaración juramentada que certifique la afectación. En teoría suena simple, pero en la práctica muchos productores enfrentan trabas para cumplir con las conocidas exigencias burocráticas.
El alivio es una buena noticia para el sector, debido al oxígeno financiero que brinda el Gobierno; sin embargo, al asumir una nueva deuda, aun cuando su capacidad de pago ya está debilitada, es como poner una alfombra sobre el desorden.
A finales de julio se lanzó otra línea para financiar transformación productiva y sostenible con tasas bajas para proyectos verdes.
El discurso del Minagricultura es que el crédito se convierta en la palanca de la resiliencia climática.
Pero el riesgo es que los campesinos más vulnerables, quienes a menudo no tienen historial crediticio ni garantías, queden fuera del beneficio.
Este segmento tiene una ocupación laboral de 56,3 % y desocupación de 7,1 %. Sin embargo, cerca de 83,4 % de la población que reside en centros poblados y rural disperso vive en la informalidad.
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Así las cosas, Colombia sigue dependiendo de líneas de crédito especiales para “apagar incendios” cada vez que una cosecha se arruina por exceso de lluvias, sequía o caída de precios.
Y si bien son una palanca perfecta por la baja tasa de interés, la barrera de la informalidad y el bajo historial crediticio puede dejar de lado a los campesinos más vulnerables todavía expuestos a los vaivenes climáticos, dependientes de otras modalidades de crédito, o incluso, a mantenerse bajo la línea roja en cada nueva temporada de cosechas. A un empujón de una nueva deuda.
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