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Los campesinos son quienes soportan la mayor parte de la producción de los alimentos en el país. La oferta de alimentos para el consumo interno en Colombia es de 36,8 millones de toneladas. El 15,9 % son de importaciones, mientras que el 84,1 % es de producción nacional, al rededor de 30,9 millones de toneladas. De esta última se calcula que el 70 % de la oferta de alimentos se considera campesina, según el Ministerio de Agricultura.
Pese a que este sector es indispensable para cubrir una de las necesidades básicas de los colombianos, la mayoría de los campesinos no tiene un empleo formal. La informalidad en el sector rural es del 85,1 % y en la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca es del 87,6 %, según cálculos de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA).
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Sin embargo, la tasa de desempleo fue del 9,5 % presentando una diferencia de -3,2 puntos porcentuales (p.p.) con respecto a la población no campesina, entre diciembre de 2022 y febrero de 2023, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Esto indica que la tasa de desempleo de dicha población estaría por debajo de la nacional. También la encuesta muestra que la tasa global de participación fue de 61 % con una diferencia de -3,7 p.p. respecto a la población no campesina y que la tasa de ocupación fue del 55,2 %, representando una diferencia de -1,3 p.p. comparado con la población no campesina. Pero esta bajó en el último trimestre (diciembre a febrero 2023) en un 1,6 %.
Por otra parte, la tasa de ocupación para los hombres fue 74 % frente al 36 % de las mujeres, lo que representó una diferencia de 38,0 p.p. Con relación a la tasa de desempleo, los hombres presentan una tasa del 6,2 % y las mujeres de 15,8 %, presentando una diferencia de -9,6 p.p.
Para estos resultados el DANE tuvo en cuenta que fueron 15.044 mil personas las que se identificaron subjetivamente como campesinas en el país. Además, el 82,9 % de la población que se encuentra ubicada en centros poblados y rural disperso son campesinos (9.617 mil personas), así como el 13,8 % de la población que reside en cabeceras (5.427 mil personas).
Aunque la encuesta no muestra la informalidad de los campesinos, en ella se refleja que más de la mitad trabajan por cuenta propia (54 %) mientras que el 25 % son obreros o empleados de empresa particular.
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Si bien el panorama del empleo campesino que pinta la encuesta es bastante positivo, es relevante cuestionar la forma en que se realiza. “La GEIH es importante para caracterizar la informalidad y el trabajo urbano, pero para la ruralidad el alcance es muy limitado. Para medir el desempleo campesino habría que tener en cuenta otras aproximaciones”, expresó Carlos Duarte, miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali.
Y añadió que en el boletín pareciera que el desempleo y la informalidad campesina no fuera tan alto cuando históricamente ha sido un empleo informal, “es difícil que tengan un contrato laboral como en las ciudades. Hay algo que no cuadra en las mediciones del DANE. Por eso se debe ajustar mejor para que tenga una mejor amplitud en el área rural dispersa”.
La respuesta de la entidad es que “la cobertura de la GEIH permite la desagregación del total nacional en dos grandes dominios geográficos: «Cabeceras (32 ciudades y áreas metropolitanas y otras cabeceras)» y «Centros poblados y rural disperso». El diseño de la encuesta considera estimadores sin sesgos y, por lo tanto, muestras representativas de estos dos grandes dominios geográficos donde el dominio 1 es esencialmente urbano y el 2 esencialmente rural”.
Sin embargo, Duarte asegura que ese alcance en las zonas rurales dispersas no se evidencia en el boletín técnico y por eso recomienda que se revise la parte metodológica del grupo poblacional representativo allí. Y es que es importante cuestionar dichas mediciones y encuestas porque es con base en ellas que el Gobierno desarrolla y enfoca sus políticas públicas y la atención que le brinda a la población.
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