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(Liderazgo) Aterrizar en Cartagena es sobrevolar primero en una de las zonas menos favorecidas de la ciudad amurallada. Casas de lata, cambuches donde viven familias numerosas y, sin ir más lejos, un pequeño vistazo de la realidad. Ya lo decía Cartagena cómo vamos: “El Gini de 0.525 —que mide desigualdad— ubica a la ciudad como la tercera más desigual de todas las ciudades del país, solo detrás de Riohacha y Quibdó“.
Así que escuchar a alguien que, además, cuenta con el apoyo de privados internacionales y de la administración local hablar de cómo transformar a la ciudad con más turismo de Colombia pero con tasas de pobreza de más del 40 %, resulta no solo interesante sino urgente y necesario.
Santiago Murillo es el director de Smart City Cartagena, un evento organizado por Fira Barcelona y Corferias, que ya ha pasado por otras ciudades del mundo para poner en la mesa, sobre todo, retos tecnológicos, pero la propuesta de Murillo y todas las personas que trabajan con él, va mucho más allá de un internet de alta velocidad que sirve para conectar puertas, edificios, estacionamientos y sistemas de salud, como ha pasado en otros lugares del mundo. Atacan el problema más grave que tiene la capital de Bolívar: la pobreza sumada a la desigualdad.
Santiago, digamos que en Corea del Sur, Alemania, China, uno ya entiende qué es una ciudad inteligente, porque la ha visto y la ha vivido. Y todo arranca sobre una base y es un internet de alta velocidad en el que se conectan distintas cosas, como temas médicos, de tránsito, de educación. Y ahora resulta que está Cartagena como la sede de una nueva versión de Smart City. ¿Por qué? ¿Está Cartagena por sobre Medellín, por ejemplo, que en tiempos de alcaldías anteriores fue considerada como una de las ciudades más innovadoras del mundo? Primero, quiero entender el por qué...
Mira, es muy interesante tu pregunta por tres factores. El primero, indiscutiblemente en América Latina son muy pocas las ciudades inteligentes consolidadas. Te voy a hablar de tres casos de éxito. Brasil con Curitiba, Colombia con Medellín, y en los últimos años Miami ha dado un giro interesante, siendo ahí como cercano a nuestra cultura sudamericana y caribe.
¿Por qué se elige Cartagena?
Nosotros hemos proyectado a la ciudad de Cartagena desde dos ámbitos. La seguridad humana integral que la lidera la Secretaría de Distrito y Seguridad, la cual ha implementado internet de alta velocidad, internet de las cosas, blockchain, inteligencia artificial, drones, cámaras integrales, y toda la estrategia de turismo inteligente encabezada por la Secretaría de Turismo.
La pregunta tuya es muy puntual y es: ¿es hoy Cartagena inteligente? La respuesta es no. Ese proceso se está consolidando. Para el caso de Medellín nos costó casi 40 años lograr ese punto de inflexión de decir hoy hemos avanzado alrededor de una ciudad inteligente y lo más interesante de esto es que hay la voluntad institucional, política y académica dentro de la alcaldía para dar este hito.
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Yo proyecto que en unos 10 o 15 años tenemos que revisar qué tan exitoso fue la implementación de una ciudad como Cartagena inteligente, ya que hay algo muy notable y es que los problemas de una ciudad costera son totalmente adversos a unos problemas asociados a una ciudad del interior como Medellín y Bogotá. Entonces Cartagena tiene el tercer punto que te quiero decir: ser el epicentro del Caribe. El Caribe hoy adolece de ciudades con proyección más allá del turismo.
Para el caso de Colón, Ciudad de Panamá, Kingston en Jamaica, San Juan en Puerto Rico...
Sí, su foco es exclusivo en el turismo...
Exactamente, no hay una ciudad que yo diga, hay una abanderada que esté dando pasos agigantados. Lo ha intentado Mérida en Yucatán, en la península yucateca en México, pero han sido muy esquivos los avances durante los últimos tres años.
Cartagena, ¿qué está haciendo entonces?
Tuvo unas administraciones pasadas, un poco desentendidas del marco y el programa internacional, alejó a la Cartagena que queremos del mundo y la enclaustró en un fenómeno netamente del turismo de entretenimiento. Pero hoy la ciudad está haciendo un esfuerzo gigantesco, por, primero, tener una movilidad más inteligente, segundo, aglutinar a todo el empresariado de las economías emergentes como la transición energética, la transformación de hidrocarburos, los servicios como los BPO, todo lo asociado a la economía digital y también cómo se viene reestructurando el modelo de protección ambiental que sufren las ciudades costeras por el incremento del nivel del mar, las temperaturas...
Claro, se están hundiendo...
Cartagena se está hundiendo, literal. La extinción de la fauna y flora marina y oceánica. Entonces yo creo que la pregunta que hoy nos debemos hacer con Cartagena es: ¿cuándo la vamos a volver inteligente? Lo más importante es dar el primer paso y yo creo que sí hay que destacárselo a los gobernantes que están asumiendo el reto. Hoy tenemos a un alcalde, Dumek Turbay, totalmente conectado no solamente con su ciudad sino con el mundo y cuando una ciudad se transforma y esculcan sus cicatrices, también se hace una autocrítica y hoy la autocrítica que tenemos con Cartagena es, claro, que tenemos que reducir la brecha digital, que era lo que tú mencionabas, la tecnología como cada vez incrementa y nos mejora la calidad de vida y digamos que esa era la génesis de la Smart City hace 20 años, cómo reducimos la brecha digital.
Ese concepto se ha transformado y hoy necesitamos reducir la brecha de pobreza. El reto que tenemos con Cartagena es reducir la pobreza estructural que tiene la ciudad.
Esa es una de las ciudades con más desigualdad en Colombia. La paradoja, que todos los grandes eventos, todos los turistas internacionales tienen en foco a Cartagena, lo ha hecho muy bien la administración nacional y local para vender a Cartagena como un distrito turístico, pero seamos sinceros: a 15 minutos del casco histórico está toda pobreza de Cartagena. Traer una organización internacional que es la que piensa en ciudades inteligentes, ponerle el foco en Cartagena, pues ¿cómo van a impactar en la lucha contra esa pobreza de manera real?
Hermano, es el propósito superior de Smart City, o sea Smart City por eso se vincula directamente con las alcaldías, porque el desarrollo no puede seguir siendo incongruente, o sea, Cartagena no puede ser la Cartagena de tres sectores: Boca Grande, La Muralla y Morros.
Hoy necesitamos que El Pozón, que La Boquilla, que los sectores más vulnerables del Cerro de la Popa, las personas de a pie de Cartagena, que es el 60% de la población donde vive esa pobreza estructural, evidencie la transformación de la ciudad. Yo creo que Fira Barcelona es un esfuerzo gigante por traer a personas de todo el mundo, no simplemente a dos días de evento y protocolo como tantos que recibe Cartagena, sino que rebusquemos un poco más en cómo solucionamos la pobreza estructural y no es en vano que hayamos optado y seleccionado la ciudad de Cartagena para ese propósito, porque precisamente es donde mayores retos tenemos en el Caribe, en el Pacífico colombiano y Cartagena no puede ser simplemente una ciudad para el turismo, tiene que ser una ciudad para las oportunidades.
Hablemos un poco ya del evento. He estado en espacios como esos en China y de verdad es que uno dice: “Esto es el futuro para nosotros, pero ya es el presente para ellos”. ¿Eso es lo que vamos a ver en Cartagena? Las agendas académicas a veces son tan lejanas que se queda como en la teoría y nunca en la práctica. ¿Qué es lo que vamos a ver ahorita el 29 y 30 de octubre?
Obviamente de un escenario académico que como tú mismo lo mencionas, en algunas oportunidades termina siendo gaseoso, pero por eso invitamos al sector empresarial y a los gobiernos locales, para nosotros el epicentro de Smart City es el gobierno local, la entidad territorial como lo exige la Constitución Política de Colombia.
Hoy los municipios necesitan tener alas, capacidad de internacionalizarse en el mundo y eso lo permite Smart City, entonces vamos a tener una expo durante dos días, que también hay que hacer una salvedad, la expo es el 29 y 30 de octubre, pero llevamos un año y medio creando estrategias con toda la ciudadanía, sentándonos con mesas intergremiales, sentándonos con la academia, de Cartagena, de Bolívar, escuchándolos, viendo para ellos qué significa una ciudad del presente y del futuro.
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Tú dices algo totalmente cierto, hay veces que creemos que el norte global, Europa y Estados Unidos, tienen las ciudades del futuro y no lo son, hemos replicado un modelo errado, equívoco y que colapsó. Hoy el futuro está en el sudeste asiático, hoy vemos que de las 47 megalópolis del mundo, 15 están en China y de esas 15, 10 son super ciudades inteligentes. Entonces hoy el reto también que asumen las ciudades es qué tipo de modelo de ciudad inteligente le queremos ofrecer al mundo, un modelo propio, caribe, autóctono, colombiano, tropicalizado, latinoamericano, o, de nuevo, una versión formateada del modelo anglo o hispanoparlante de occidente y de Estados Unidos.
Creo que debemos reflexionar muy bien en Colombia de cuáles son nuestros nortes: Shenzhen, capital mundial del hardware, hace 20 años era un puerto pesquero, hoy lo tenemos con más de 12 millones de habitantes, se fabrica todo el hardware del planeta, ni hablar de Guangzhou, de Shenzhen, de Shanghai, entonces yo creo que soñar no cuesta nada, pero activar el conocimiento a través de los colectivos o lo que se llama la apropiación pública del conocimiento es la única que nos garantiza que Smart City no se quede en un evento.
¿Y eso es lo que va a pasar ahí entonces?
Claro, vamos a tener primero la zona de exposición donde están todos los grandes modelos y referencias de gobiernos que han sido exitosos; segundo, vamos a tener salas plenas para interactuar y ver académicamente cómo estamos, se tiene una sala plenaria y se tiene una zona ágora que es para contar a empresarios y universidades qué soluciones le están ofreciendo las ciudades.
Nosotros lo que queremos es que la gente se vaya con altísima información pertinente, que no se quede como una COP más, una cumbre más, sino que lleguemos a compromisos puntuales. ¿Qué hace Smart City entonces aparte de hacer un gran protocolo y un despliegue de infraestructura de evento? Crea un manifiesto, un máster plan de Ciudad Inteligente donde se comprometen los gobiernos a decir: esto lo definimos durante estos dos meses.
¿Eso va a salir el segundo día?
Muy probablemente el 31 de octubre se comunique a través del Boletín Público Oficial los resultados y ese manifiesto de las Ciudades Inteligentes de América Latina.
Pero, ¿qué espera que aparezca ahí?
Tres cosas fundamentales. Primero, hay que incentivar el diálogo para un plan nacional de Smart Cities en Colombia. Hay leyes y normativas que lo facultan, pero no hay un plan estratégico para implementarlo. Lo segundo, necesitamos, tenemos una meta, necesitamos cinco ciudades Smart City a 2030.
¿En Colombia?
En Colombia. En proyección, en consolidación o en fortalecimiento. Sí, eso es ya, cinco años. Ojo, en proyección, Cartagena. En consolidación, Medellín. O en posible reformación, ciudades intermedias como, no sé, Montería, Popayán, ¿cierto? Y lo tercero y no menos importante, esto no depende solo del gobierno local. Claro. Este evento no se puede morir cuando salga la administración del señor alcalde, Dumek Turbay. Por eso nosotros comprometemos al sector privado y académico, para que estén netamente conectados con el proyecto.
Santiago, tal vez debí haber comenzado con esta pregunta porque usted es muy enfático en ciertoas puntos, pero creo que es el momento de hacerla. Entonces, si el modelo ha cambiado y ha migrado, y nosotros estamos hablando del peaje que levanta solo la talanquera, de conocer los estacionamientos que hay disponibles gracias a una app, de saber en dónde cargar los carros sin problemas de filas, de temas de salud avanzada, de educación, y otros ejemplos más cuando hablamos de ciudad inteligente, entonces para ustedes, ¿cuál es el concepto de ciudad inteligente hoy?
Muy buena pregunta. Y por ahí debimos haber empezado. América Latina y Colombia, les quiero ofrecer al mundo una ciudad inteligente que se conforma de cuatro “C”. Una ciudad compacta, ciclocaminable para el ser humano, que incentive los hábitos de vida saludable; circular, que promueva la economía circular y no la lineal que tanto caos nos ha generado. Una ciudad cero emisiones o descarbonizada o cero neutralidad. Quizás es una utopía, pero debemos empezar a buscar la cero neutralidad. Tiene que ser la meta. Y la cuarta C que es la más importante, mi hermano, es una ciudad consciente.
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El mayor reto con Cartagena es la transformación cultural e idiosincrática de los pobladores. El modelo latinoamericano que queremos ofrecer es la ciudad cuatro C. Una ciudad que desde América Latina le dice al mundo: así se construye una ciudad igualitaria, con tecnología y con oportunidades.
Le escuché decir eso y me acuerdo cuando yo fui invitado por el gobierno de Singapur a conocer su modelo sostenible de ciudad. Pasaron de ser una esquina pobre en el mapa a una potencia económica. Tratan el agua, basan su economía en el conocimiento, piensan el desarrollo de las viviendas y de las vías con una lógica sostenible... ¿Es un poco ese modelo, como para entender y analizar de qué es lo que ustedes hablan?
El modelo urbano, el modelo de ciudad cuatro C, es un modelo patentable entre Smart City Cartagena y la Universidad Tecnológica de Bolívar, que es nuestro respaldo académico. Ese modelo lo queremos implementar como una plantilla que según las condiciones del territorio, sea del interior, costero, llanura, altura, se adapte a las condiciones latinoamericanas. Esa plantilla que queremos ofrecer es la consolidación de diversos estudios en materia de ellos.
Ejemplo, el modelo compacto de la ciudad del sudeste asiático como Seúl, como la que me acabas de mencionar, Singapur, como Kuala Lumpur también. El modelo de la ciudad a los 15 minutos que promueve el francocolombiano Carlos Moreno, que es la ciudad que en 15 minutos tienes absolutamente todo. Sí, me muevo en un radio de 15 minutos.
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La ciudad descarbonizada de Bill Gates, que es esa ciudad que disminuye a sus mínimos niveles el uso de combustibles fósiles. Por un tema energético.
Y la ciudad caminable. Esos conceptos se reúnen todos académica y técnicamente en el modelo de la ciudad cuatro C.
¿Cuánto vale eso, Santiago? Porque yo sé, esto de nuevo es muy bonito, pinta muy bien, espero que no se quede en el escenario gaseoso, pero eso vale plata. Vale mucho. ¿Cuánto debería uno contemplar como secretaría distrital o como gobierno local, más el gobierno nacional, más la inversión privada, para que eso se dé?
Mira, sería yo irresponsable de darte un monto, porque eso puede ser proporcional al nivel de impacto en el tiempo y el espacio.
¿Cómo así?
No es lo mismo yo proyectar que una ciudad va a ser inteligente en 20 años a 5. Claro, sí. Si es a 5, me toca acelerar y meterle más máquina y dinero. Y si es a 20, distribuye la plata en 20 años. Pero también les dejo un cuestionamiento para todos los secretarios de despacho y gobernantes y alcaldes. No subestimen sus actuales planes institucionales o planes de desarrollo municipal o gubernamental. Quizá ya estamos haciendo muchos avances en ciudad inteligente, pero no los tenemos metidos en una gran sombrilla que nos dé ese norte, sino que son pequeños casos aislados en cada secretaría, ¿sí? Ese tipo de proyectos es el que cada alcalde y secretario deben concentrarse y decir: esto es un modelo a replicar.
No subestimemos que quizá la palabra inteligencia no necesariamente tenga de apellido la tecnología o lo digital. Hoy la inteligencia también habla de algo muy básico y es volver al origen. Si nos damos cuenta con modelos como el de Singapur o el sudeste asiático, nos damos cuenta de que lo que se está haciendo es retomando y volviendo al pasado como cuando las tribus originarias del territorio vivían en pleno status quo.
Uno siempre dice: vamos a invertir en I+D, en las empresas, equis porcentaje. Y uno mira presupuestos y dicen: el escenario ideal es un 10%. ¿Cuánto debería destinar un gobierno distrital e incluso un gobierno nacional pensando en el trabajo de ciudades inteligentes?
Yo creería que una ciudad que no supere el millón y medio de habitantes debería destinar entre el 1 y el 1.3% de su PIB única y exclusivamente a innovación y formulación de desarrollo inteligente.
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