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Justo en el mismo día en el que estaba entrevistando al presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá sobre la feria de emprendimiento Más Talante (+ Talante), recibí un chat de una colega que me ha contado de varias buenas historias en estos 20 años de trasegar periodístico en El Espectador: “La marca tolimense de helados artesanales Papoletas ha sido seleccionada por la Cámara de Comercio de Ibagué para representar al departamento en la Feria +Talante, que se llevará a cabo del 17 al 20 de julio en el Ágora Bogotá – Corferias".
Coincidencia, llaman unos, pues este es uno de esos eventos en donde más se puede disfrutar de los emprendedores y sus emprendimientos, de sus historias, del esfuerzo de hacer empresa en Colombia contada por sus protagonistas. "Papoletas presentará en exclusiva su helado de achira: una creación única que transforma un ícono de la tradición tolimense en una experiencia artesanal y refrescante", apuntaba mi contacto. Entonces le dije que sí, que quería saber más de ese negocio, y entonces me puso en contacto con María Camila Díaz Pimiento y esta es su historia en 23 preguntas para emprendedores y sus emprendimientos.
1. ¿Cuántos años tengo? ¿Qué estudié?
Tengo 41 años. Soy Comunicadora Social de la Universidad Javeriana y Especialista en Marketing Estratégico del CESA. Tengo casi 20 años de experiencia profesional en el sector financiero y tecnológico, donde trabajé en áreas de marketing y comunicaciones.
2. ¿Cuál fue mi idea y cuándo nació? ¿Qué fue lo que creé?
La receta de Papoletas existe en mi familia desde 1969, pero fue con mi regreso a Ibagué que vi el momento de convertirla en algo más grande. Vi una gran oportunidad en el mercado: las familias están buscando cada vez más productos saludables, alternativas menos industrializadas. Siempre vamos a querer comernos un helado —qué rico que ese sea nuestro postre— y qué mejor que encontrar uno que sea natural, con el sabor real de la fruta y que además tenga una historia detrás.
En marzo de 2024 decidí hacer realidad ese sueño y lanzar oficialmente Papoletas como marca. Mi visión fue tomar esa herencia familiar y transformarla en una propuesta que pudiera crecer y ofrecer una alternativa diferente: helados artesanales, hechos con fruta real, sin colorantes y con mucho amor.
3. ¿Cómo logré hacerla realidad y llevarla a los hechos?
Primero, tomé la decisión de regresar a Ibagué después de más de 20 años en Bogotá. Inicié con producción artesanal, escogiendo personalmente la fruta, perfeccionando la receta con mi mamá y tocando muchas puertas. Poco a poco fuimos creciendo, participando en ferias, buscando aliados y escuchando siempre a nuestros clientes.
4. ¿De dónde saqué la plata para ponerla a andar y cómo la pagué?
El inicio fue con recursos propios. Decidí invertir en lo que creía, con convicción, sin esperar el momento perfecto. Aunque suene increíble, la primera persona que consiguió un evento institucional para Papoletas fue mi hija mayor, María José. Por iniciativa propia, fue y le preguntó a la rectora del colegio qué tenía que hacer para vender nuestros helados en la institución.
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Esa fue nuestra primera inversión: compramos todo lo necesario para tener un stand en el desfile deportivo del colegio. Desde entonces, he sido muy cuidadosa con los costos, y la reinversión ha sido clave para sostener y hacer crecer el negocio. Todo lo que hemos logrado ha sido paso a paso, creyendo en el trabajo constante, el compromiso familiar y un crecimiento orgánico y responsable.
5. ¿Qué estoy logrando con mi emprendimiento? ¿Qué estoy cambiando con mi idea?
Estoy rescatando la diversidad de nuestras frutas y los ingredientes típicos del Tolima y de Colombia, dándoles un nuevo valor. Quiero mostrarle a la gente que un helado puede contar una historia, evocar un recuerdo o despertar el orgullo por lo propio.
Con Papoletas, estamos cambiando la forma en que se consume un postre: apostamos por lo natural, lo local y lo emocional. Estamos invitando a los niños a probar los sabores que comíamos cuando éramos pequeños, a cambiar los sabores de siempre por opciones como guayaba agria, o mezclas como maracumango. Queremos que cada helado sea una experiencia que conecte con la tradición, pero también con la creatividad y la sorpresa.
6. ¿Soy feliz?
Mucho. El momento perfecto no existe; hay que aprender a disfrutar el hoy, el ahora. Doy gracias a Dios por la familia que me ha dado y por haberme respaldado en este proyecto desde el inicio.
Estar de nuevo en Ibagué, cerca de mis raíces, construyendo algo con propósito, me llena el alma. Me reta, me inspira y me hace sentir que estoy exactamente donde debo estar.
7. ¿Vendería mi emprendimiento, mi empresa?
No. Papoletas es parte de mi historia y de mi familia. Más que una marca, es un legado. No podría venderlo, aunque sí estoy abierta a realizar alianzas estratégicas con personas o empresas que compartan nuestra visión y valores.
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8. ¿Qué tan duro fue para mí emprender?
Emprender implica desaprender, volver a empezar, tocar muchas puertas y no rendirse ante el primer obstáculo. Pero también ha sido una de las decisiones más valientes y satisfactorias que he tomado.
9. ¿Cumplí mi sueño? ¿Qué me hace falta?
Estoy cumpliendo mi sueño, pero sé que esto apenas comienza. Me hace falta escalar, llegar a nuevas ciudades, consolidar la marca y seguir innovando con sabores y formatos. Hay mucho por hacer.
10. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue?
Queremos crecer de forma sostenible: escalar la producción, fortalecer canales de venta, formalizar nuevas alianzas y llevar Papoletas a más rincones del país, sin perder la esencia artesanal ni nuestra conexión con lo local.
Un ejemplo de ese camino es nuestro nuevo helado de achira, creado como homenaje a las Fiestas de San Juan y San Pedro. Llevar la achira al mundo de los helados fue un reto: queríamos conservar su sabor auténtico y, al mismo tiempo, ofrecer una experiencia distinta. Por eso decidimos lanzarlo en el Día de la Achira.
El resultado superó todas nuestras expectativas: en el primer día, vendimos toda la producción de la edición especial.
11. ¿Mi emprendimiento es escalable?
Sí, completamente. Ya hemos validado el producto y la marca: sabemos que gusta, que tiene identidad y que hay una demanda creciente. El siguiente paso es abrir más canales de venta, llegar a nuevos mercados y fortalecer nuestra capacidad de producción sin perder la esencia artesanal que nos caracteriza.
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Papoletas tiene el potencial de crecer dentro y fuera del Tolima, conservando siempre su propósito: ofrecer helados hechos con fruta real, con historia y con corazón.
12. Para crecer, ¿recibiría inversión de un desconocido? ¿Le cedería parte de mi empresa?
Sí, siempre y cuando comparta nuestra visión, respete nuestros valores y entienda que esto es más que un negocio: es una historia con identidad. La inversión con propósito siempre es bienvenida.
13. ¿Qué no volvería a hacer?
Creo que todo se ha dado en el momento indicado, como Dios lo ha planeado para nosotros. Cada paso —incluso los más difíciles— ha traído un aprendizaje. Si algo he aprendido es que cuando uno actúa con fe y convicción, el camino se va abriendo. Hoy entiendo que incluso los errores o tropiezos han sido necesarios para llegar hasta aquí.
14. ¿Quién me inspiró? ¿A quién me gustaría seguir?
Mi mamá. Ella ha sido el corazón de esta receta desde siempre. Me inspiran también emprendedores que crean desde el territorio, que le apuestan a lo local y que demuestran que lo colombiano puede ser especial y competitivo.
15. ¿Fracasé en algún momento? ¿Pensé en tirar la toalla?
Sí. He tenido momentos de incertidumbre, especialmente al inicio. Pero siempre recordaba por qué empecé, y eso me hacía seguir. Además, tengo al mejor socio: Dios, quien me ha guiado y sostenido en cada paso.
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16. ¿Hago parte de algún tipo de comunidad que me ayuda en este camino de emprender?
Sí. He recibido apoyo fundamental de la Cámara de Comercio de Ibagué, del SENA a través de Tecnoparque, de la Secretaría de Desarrollo Económico y de espacios como Crecer Emprendiendo. También tengo una red cercana de mujeres emprendedoras que han sido una inspiración.
17. ¿Lo que estoy haciendo trasciende? ¿Podrá impactar a nuevas generaciones?
Sí. Papoletas es una forma de conservar y reinterpretar lo nuestro. Estoy segura de que esta historia puede inspirar a otros a creer en lo propio, a emprender desde lo local y a rescatar saberes familiares.
18. ¿Cómo me veo en 10 años y cómo veo a futuro mi emprendimiento, mi empresa?
Me veo liderando una empresa sólida, con presencia nacional y quizás internacional, manteniendo siempre el corazón artesanal. Me veo generando empleo, empoderando a mujeres y siendo ejemplo de que se puede crecer sin perder la esencia.
19. ¿Qué papel han jugado mi familia y mis amigos?
Fundamental. Mi mamá está en cada paso del proceso. Mis hijas, mi familia y mis amigos han sido apoyo, inspiración y contención emocional. Este proyecto es también de ellos.
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20. Yo lo logré. ¿Ayudaría a otros emprendedores a que lo logren?
¡Claro que sí! Me encantaría compartir mi experiencia y apoyar a otros. Creo en el poder de la colaboración y en que hay espacio para todos cuando se trabaja con honestidad.
21. ¿Qué papel jugó mi equipo? ¿Quién es?
Mi equipo es pequeño pero poderoso. Mi mamá es mi socia del alma. También me rodeo de personas que me ayudan con producción, diseño, logística y ferias. Cada uno aporta desde su lugar, y eso hace la diferencia.
22. ¿Cuál es mi sello personal? ¿Qué me diferencia del resto?
El amor en cada detalle. Desde la selección de la fruta hasta el diseño de una etiqueta, todo tiene intención. Creo en el producto honesto, en los sabores reales y en la conexión emocional con el cliente.
23. ¿Qué he aprendido de todo esto?
Que uno siempre puede volver a empezar. Que lo propio tiene valor. Que Dios tiene un propósito con todo. Y que los sueños, cuando se trabajan con fe, compromiso y corazón, sí se hacen realidad.
Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻💻 🤓📚
