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El primero de marzo se conoció que quien hasta hace muy poco fue la persona más rica del mundo, Elon Musk, dueño de parte de las principales marcas tecnológicas en el mundo (como X, Tesla y Spacex), decidió emprender una acción jurídica en contra de OpenAI, la empresa que está detrás del que se considera el modelo de inteligencia artificial más avanzado del momento, GPT-4, mismo con el que funcionan herramientas tan poderosas como Chat GPT.
Pocos conocen que Musk participó, en 2017, en la creación de OpenAI. Según lo informado por la compañía, los aportes del magnate apuntaron más hacia las formas en cómo esta podía reunir financiación para el desarrollo de la tecnología, así como su evolución para llegar a competir con pesos pesados como Google.
En principio, la propuesta de los creadores de OpenAI (Greg Brockman y Sam Altman) es que esta fuera una organización sin ánimo de lucro, con un software de código abierto, y al servicio de la humanidad.
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A juicio de Musk (quien hoy tiene cero participación en la compañía), este principio se ha perdido, y los intereses de quienes hoy están detrás de la firma es impulsarla como una empresa con ánimo de lucro y al servicio de sus bolsillos. De hecho, este es el principal argumento que emplea para demandar a la compañía, si es que eso es cosa demandable.
Hay que recordar que el magnate también ha sido reiterativo en los peligros que, considera, hay detrás del desarrollo y uso de las inteligencias artificiales generativas, especialmente en lo que respecta a las capacidades en las que llega a sobrepasar a los humanos.
En las últimas horas, OpenAI publicó en una entrada de su blog la respuesta a las acusaciones de Musk.
“La misión de OpenAI es garantizar que la inteligencia artificial generativa beneficie a toda la humanidad, lo que significa tanto crear una IA que sea segura y beneficiosa como ayudar a crear beneficios ampliamente distribuidos. Ahora compartimos lo que hemos aprendido sobre cómo lograr nuestra misión y algunos datos sobre nuestra relación con Elon. Tenemos la intención de actuar para desestimar todos los reclamos de Elon”, se lee en el encabezado de su pronunciamiento.
En primer lugar, la compañía reconoce que el espíritu fundacional de OpenAI estuvo acompañado de crecer como una organización sin ánimo de lucro y al servicio de la humanidad. Para esto se había planteado la recaudación de US$100 millones. Sin embargo, Musk estimó que dicha capitalización sería insuficiente, por lo que la propuesta inicial para los eventuales financiadores sería de US$1.000 millones. Esto fue en 2015.
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Durante los siguientes dos años, las cabezas detrás de OpenAI pensaron en cómo hacer sostenible la operación con estos recursos, y se dieron cuenta de que para que su inteligencia artificial generativa funcionara se iba a requerir una exagerada capacidad de computación, lo que se traduce en la necesidad de mayores recursos (miles de millones de dólares por año), algo que, según ellos, ni siquiera llegó a pasar por las estimaciones de Musk.
Bajo esta realidad, explica la compañía, se dieron cuenta que el proyecto no podría mantenerse a flote con las donaciones y demás fuentes de inversión que pudieran levantar. Es decir, no iba a ser sostenible bajo un modelo de organización sin ánimo de lucro y, añaden, Elon Musk también reconoció esto.
Es allí cuando, aseguran, el magnate propuso que esta compañía se fusionara con Tesla pues, solo así, no solo llegaría a ser sostenible financieramente sino que podría crecer al punto de convertirse en un competidor relevante para Google. A cambio, Musk pidió el control total de OpenAI (con la mayoría accionaria, control inicial de la junta directiva y ser el director ejecutivo).
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Mientras avanzaban estas discusiones el magnate, comenta la empresa, paró el flujo de financiación.
OpenAI relata que no se pudo llegar a un acuerdo con los términos que impuso Musk, pues va en contra de la misión de la compañía que cualquier individuo tenga el control absoluto.
“Elon pronto decidió abandonar OpenAI, diciendo que nuestra probabilidad de éxito era 0 y que planeaba construir un competidor de inteligencia artificial generativa dentro de Tesla. Cuando se fue a fines de febrero de 2018, le dijo a nuestro equipo que nos apoyaba para encontrar nuestro propio camino para recaudar miles de millones de dólares. En diciembre de 2018, Elon nos envió un correo electrónico diciendo: “Ni siquiera recaudar varios cientos de millones será suficiente. Esto necesita miles de millones por año inmediatamente u olvídalo”, se lee en la entrada del blog.
OpenAI es enfática en decir que sigue persiguiendo la misión de desarrollar una tecnología que empodere a las personas y mejore su vida diaria.
Actualmente las herramientas de esta tecnológica, como Chat GPT, están disponibles de forma gratuita, y con versiones pagas. Esto, junto con la financiación que han encontrado en empresas como Microsoft, han sido, de momento, los vehículos que le han dado esa viabilidad financiera que hoy tiene la compañía.
“Nos entristece que hayamos llegado a esto con alguien a quien admiramos profundamente: alguien que nos inspiró a apuntar más alto y luego nos dijo que fracasaríamos. Creó un competidor y luego nos demandó cuando comenzamos a lograr avances significativos hacia la misión de OpenAI sin él”, concluye el pronunciamiento de la compañía.
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