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La crisis entre Caracas y Washington despegó desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidió a las aerolíneas extremar precauciones ante el aumento de las operaciones militares en el Caribe.
A la salida de varias aerolíneas internacional se sumaron, en menos de 48 horas, tres actores clave: Satena, Copa Airlines y Wingo.
Las tres suspendieron sus vuelos, pero lo hicieron por razones distintas, distanciándose del discurso de confrontación que domina los nubarrones de ambos países.
El detonante fue un cóctel de advertencias técnicas y señales de riesgo. Desde finales de noviembre, la autoridad aeronáutica de Estados Unidos pidió a las aerolíneas extremar precauciones ante el aumento de operaciones militares en el Caribe. El aviso, conocido en la industria como Notam, mencionaba maniobras de buques de guerra y aeronaves en un corredor que comparten rutas hacia Venezuela. Aunque no obligaba a suspender vuelos, sí puso a las empresas a revisar con mayor detalle sus protocolos.
Satena tomó la misma decisión un día después de Copa y Wingo. La aerolínea estatal, que había reforzado su presencia en la ruta tras la salida de otras compañías, explicó que la medida responde a “avisos oficiales sobre afectaciones en la navegación aérea del Caribe” y que se trata de una suspensión preventiva. Con este paso, la única empresa pública del país en ese corredor se suma a la ola de prudencia técnica, no a la narrativa política.
¡Atención pasajeros que viajan hacia Venezuela ! 📷#LaAerolíneaDeLosColombianos#ConectamosElCorazónDeLosColombianos pic.twitter.com/D6dPH247us
— SATENA la aerolínea de los Colombianos 🇨🇴 (@AerolineaSatena) December 4, 2025
Copa y Wingo fueron las primeras en mover ficha. Ambas detectaron intermitencias en una señal de navegación durante aproximaciones al aeropuerto de Maiquetía.
“Estamos evaluando la situación y compartiremos nueva información en nuestros canales públicos en las próximas 24 horas”, se lee en el comunicado.
INFORMACIÓN IMPORTANTE:
— Copa Airlines (@CopaAirlines) December 4, 2025
Suspensión temporal de vuelos a Caracas – 4 y 5 de diciembre de 2025 pic.twitter.com/d0kA2fvwWe
Ninguna calificó el episodio como un riesgo inmediato, pero sus pilotos recomendaron pausar operaciones mientras se verifican las condiciones.
“Consideramos que esta suspensión se debe mantener, de acuerdo con la evaluación del riesgo de cada compañía, hasta que existan garantías verificables y sustentadas en criterios técnicos, que demuestren un retorno a las condiciones de normalidad y seguridad en el espacio aéreo venezolano”, señaló la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles.
La suspensión inicial abarca los días 4 y 5 de diciembre, con monitoreo continuo. Las compañías activaron medidas de contingencia para sus pasajeros, desde reembolsos completos hasta cambios de fecha sin penalidad, un gesto que en la industria suele anticipar escenarios de incertidumbre prolongada.
La cascada de suspensiones tiene un telón de fondo: el deterioro acelerado de la relación entre Washington y Caracas. Estados Unidos mantiene una flotilla en el Caribe como parte de su política antidrogas, pero Venezuela interpreta la presencia militar como una operación de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro. En ese intercambio, las aerolíneas han quedado atrapadas.
Caracas reaccionó cancelando concesiones a Iberia, Turkish Airlines, TAP, Latam Colombia, Gol y Avianca, y acusó a las compañías de “sumarse a acciones de terrorismo” promovidas por Washington.
El gremio aéreo, por su parte, respaldó públicamente a las empresas en la “determinación de interrumpir temporalmente sus vuelos”, debido a la “amenaza tangible para la seguridad de a industria aérea y los pasajeros”.
De las nueve aerolíneas que conectan a Colombia con Venezuela, solo dos —Wingo y Copa— estaban operando rutas activas con regularidad. Su salida temporal reduce aún más la oferta, mientras que las aerolíneas venezolanas (Laser, Avior, Rutaca y Estelar), responsables de 46 % de los pasajeros en lo corrido del año, mantienen su operación sin cambios.
La situación también muestra una grieta profunda en la conectividad regional. Cada empresa toma decisiones desde su propia matriz de riesgo: algunas se retiran por advertencias técnicas, otras por presiones regulatorias, y otras porque el gobierno venezolano les retiró permisos.
El resultado es el mismo para los usuarios: más cancelaciones, más incertidumbre y menos opciones.
Entre enero y octubre de 2025, 139.837 pasajeros viajaron de Colombia a Venezuela, un repunte de 6,8 % frente al mismo lapso del año anterior, según cifras recientes de la Aeronáutica Civil.
Bogotá concentró la salida de 128.000 viajeros y Caracas recibió 117.900, mientras septiembre se consolidó como el mes más activo con 12.800 pasajeros.
En ese triángulo, el margen de maniobra es corto. Si persiste la presencia militar en la zona o continúan las fallas de navegación, el regreso de las rutas podría tardar. Si Venezuela decide aliviar tensiones con algunas aerolíneas, la recuperación podría acelerarse.
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