:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elespectador/RBPXFZMONRFJPL6QA26UKRXD3Q.jpg)
Hace años, la industria siderúrgica esperaba el Decreto 1120, que el Ministerio de Comercio expidió el pasado 12 de agosto. Con esta medida se impuso un límite de 28.404 toneladas semestrales a las exportaciones de chatarra ferrosa por medio de un sistema de cupos, dando certeza sobre el principal insumo para la producción de acero y hierro en Colombia. Sin embargo, lo que llama la atención es que el decreto también impone un límite de 38.675 toneladas semestrales para la chatarra no ferrosa, como cobre, aluminio y plomo.
El primer contingente era necesario para la competitividad local, pues la chatarra ferrosa representa cerca del 80 % de los insumos de la industria siderúrgica colombiana, una actividad que está ligada a algunos de los principales jalonadores de la economía, como la construcción; pero precisamente por el valor de esta actividad es que el país viene perdiendo su chatarra (ferrosa), por el alza de las exportaciones a destinos como Taiwán y Turquía.
De hecho, la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) alerta que las exportaciones de chatarra ferrosa están poniendo en jaque a la industria siderúrgica, “que genera 45.000 empleos directos e indirectos, aporta más de $72.000 millones en impuestos y genera más de $2 billones en encadenamientos”.
Sin embargo, este riesgo y sus implicaciones no parecen estar reflejados en las ventas externas de residuos de cobre, aluminio y plomo. De hecho, cifras del Ministerio de Comercio indican que las exportaciones de chatarra no ferrosa llevan cayendo desde hace un par de años: disminuyeron 10 % en el 2018 con relación al 2017, pasando de 83.977 a 75.890 toneladas en el 2018; y en el 2019 se vendieron al exterior 69.856 toneladas, una caída del 8 %. Y este año, entre enero y julio, se exportaron 33.481 toneladas, una disminución del 20 % frente al mismo período del año anterior, cuando se exportaron 42.070 toneladas.
Por esto, algunas organizaciones de recicladores han criticado el límite de las exportaciones de chatarra no ferrosa y alertan que este pone en peligro su actividad. Said Romero, presidente de la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje de Colombia (Anirec), explica que “la distribución de cupos del decreto para chatarra no ferrosa acaba de un tajo con empresas colombianas que asocian al reciclador de base, sin permitirles el libre mercado y dejando el sector concentrado en manos de unas pocas empresas, incluso extranjeras. Estamos cansados de que se ignore la realidad de 100.000 personas que tienen en este trabajo la única posibilidad de sustento. Miles de recicladores utilizan la chatarra para conseguir su escaso mínimo vital, una situación que ha crecido por la crisis de la COVID-19”.
La situación llevó al gremio a convocar marchas el pasado 16 de septiembre para manifestarse en contra del decreto, la cual terminó en una reunión en el Ministerio de Comercio para exponer las críticas en torno a la norma. Entonces, si generaba tal afectación, ¿por qué se incluyó un contingente de chatarra no ferrosa en el decreto?
En diálogo con este diario, la viceministra de Comercio Exterior, Laura Valdivieso, explicó que “el decreto estuvo disponible para comentarios en dos oportunidades, y no recibimos respuesta por parte de los recicladores. La inclusión de la chatarra no ferrosa en el Decreto 1120 de 2020 se dio como recomendación de las autoridades aduaneras, pues alertaron que si no se fijaban contingentes en ambas (ferrosa y no ferrosa) podía existir el riesgo de que se exportara chatarra ferrosa haciéndola pasar por no ferrosa”.
Sin embargo, para Anirec esto no tiene sentido, pues “un kilogramo de cobre cuesta $20.000, mientras que un kilogramo de hierro cuesta $500. Entonces, es ilógico que alguien exporte un bien declarando cuarenta veces su valor real. Además, las características de los metales son muy claras al ojo de cualquier persona como para que los funcionarios de la DIAN no los distingan”, dijo Romero.
Precisamente, el Ministerio de Comercio le confirmó a El Espectador que luego de estudiar los argumentos de los recicladores y de hacer una serie de reuniones con una mesa técnica, “se está tramitando la modificación del Decreto 1120 para eliminar el contingente de la chatarra no ferrosa. Reconocemos la labor de esta industria y no queremos producir ninguna afectación a su actividad y a quienes dependen de esta”, explicó Valdivieso.
La viceministra no dio fecha de cuándo quedará en firme la modificación del decreto, pues se debe surtir el proceso correspondiente. Sin embargo, significa que hay un trámite en curso para eliminar los límites para las exportaciones de chatarra no ferrosa, un mercado que para muchos es desconocido.
Según Anirec, los metales más valiosos son el cobre y el bronce. También es preciso considerar que esta actividad tiene varios eslabones: en primer lugar, está el reciclador, que va recogiendo material en un costal y gana cerca de $20.000, y el 60 % de sus ingresos corresponde a metales no ferrosos. Luego vienen eslabones intermedios, que pueden reciclar más material por medio de carretillas, motos o incluso camiones. Pero también hay fases en las que hay empresas formalizadas, con depósitos y hasta plantas de procesamiento. Al final de la cadena están las exportadoras, que fijan las ventas de sus materiales teniendo las cotizaciones de los metales en las bolsas internacionales y la TRM del día.
Por esto, la industria espera que el nuevo Decreto 1120 les permita a los recicladores explotar todo el potencial del mercado de los no ferrosos, pero al mismo tiempo manteniendo las contingencias de las exportaciones de las ferrosas para proteger a la industria siderúrgica local. De hecho, es tal la importancia de esta chatarra para la economía, que puede ser considerada otro metal precioso de Colombia.
:format(jpeg)/s3.amazonaws.com/arc-authors/elespectador/f0f1fdd6-e402-479d-993f-28103297022f.png)