Las ciudades, alimentos y servicios más afectados por la inflación en Colombia

Hay que entender que la inflación no impacta a todos por igual. Ejemplo de esto es que hay ciudades en donde puede ser de casi cuatro puntos porcentuales más alta que en otras.

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Todo está caro. Esa parece ser la frase que resume, en gran medida, el reporte entregado esta mañana por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el cual reveló que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) cerró 2022 en un 13,12 %.

Para entender un poco la gravedad de esto, hay que decir que una cifra parecida no se veía desde 1999, cuando la inflación fue del 13,51 %. Con la inflación más alta en lo que va del siglo, vale la pena hacer un doble clic sobre los aspectos en donde está teniendo un mayor peso.

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Hay que entender que la inflación no impacta a todos por igual. Ejemplo de esto es que hay ciudades en donde puede ser de casi cuatro puntos porcentuales más alta que en otras. Aunque en todas fue significativa, siendo de dos dígitos e impulsada por el precio comidas en establecimientos de servicio a la mesa y autoservicio, además del de vehículo nuevos, entre otros rubros.

Según el DANE, las diez ciudades en donde la inflación es más alta son:

Cúcuta: 16,34 %

Sincelejo: 15,83 %

Valledupar: 15,53 %

Riohacha: 15,52 %

Montería: 15,38 %

Cartagena: 14,33 %

Barranquilla: 14,28 %

Santa Marta: 14,26 %

Tunja: 14,24 %

Ibagué: 14,18 %

En contraste, estas son las ciudades en donde su impacto fue más bajo:

Bogotá: 12,35 %

Manizales: 12,61 %

Medellín: 12,75 %

Bucaramanga: 13,28 %

Pasto: 13,36 %

Villavicencio: 13,56 %

Cali: 13,67 %

Pereira: 13,75 %

Popayán: 13,80 %

Neiva: 13,87 %

Florencia: 13,93 %

Armenia: 14,08 %

En Cúcuta, lo que más impulsó la inflación fueron las comidas en establecimientos de servicio a la mesa y autoservicio, con una variación de 23,95 % y una contribución de 1,62 puntos porcentuales. También lo fue la electricidad (20,27 % y 1,02 pp), la carne de res y sus derivados (25,88 % y 0,85 pp), el arroz (55,10 % y 0,57 pp) y el arriendo (4,14 % y 0,56 pp). Hubo algunos productos y servicios que reportaron una disminución en el precio, pero estos no fueron suficientes para atajar la carestía promedio. Ejemplo de estos son los implementos médicos (-12,84 %), los aparatos de procesamiento de información y hardware (-1,09 %) y los aparatos eléctricos para el cuidado personal y su reparación (-2,28 %), entre otros.

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En la capital del país el panorama es un tanto similar, pues lo que más jalonó su inflación fueron las comidas en establecimientos de servicio a la mesa, que creció 19,01 % y aportó 1,45 % a la variación promedio. También está el vehículo nuevo (20,94 % y 0,74 pp), el precio del arriendo (3,82 % y 0,52 pp), la leche (38,84 % y 0,44 pp) y la electricidad (18,49 % y 0,44 pp). También se registraron disminuciones, como en aparatos de procesamiento de información y hardware (-1,24 %), pagos por asesorías de tareas y clases dictadas por particulares (-0,77 %) e implementos médicos (-1,25 %), entre otros.

Otra forma de entender esta desigualdad que muestra la inflación, es que la carestía en los productos pega con más fuerza en los hogares con menos ingresos económicos.

El DANE precisa que en los hogares en condición de pobreza, el peso de la inflación se sintió en un 14,92 % en 2022, mientras que los hogares vulnerables lo experimentaron en un 14,80 %. Quienes tienen ingresos medios, la inflación fue del 13,28 %, y para los de ingresos altos esta fue del 11,52 %.

Los productos y servicios que más se han encarecido

Lo que más ha registrado variaciones al alza son los alimentos. La arracacha, el ñame y otros tubérculos lideran el listado con una carestía del 109,84 %.

Estos son otros alimentos que han registrado variaciones considerables:

Cebolla: 106 %

Yuca: 88 %

Plátanos: 64 %

Arroz: 54 %

Café: 52 %

Legumbres secas: 47 %

Azúcar: 43 %

Leche: 36 %

Trigo: 35 %

Frituras: 35 %

Papas: 33 %

Tomate: 33 %

Mantequilla: 33 %

Huevos: 33 %

Pan: 30 %

Frutas frescas: 22 %

Carne de res y sus derivados: 20 %

Parte del alza en el precio de los alimentos se debe, principalmente, al encarecimiento que registraron los insumos (sobre todo los importados) necesarios para su producción, esto influenciado en gran manera por el panorama macroeconómico internacional, como el conflicto en Ucrania y la disparada inflación en Estados Unidos y otras grandes economías del mundo, así como las amenazas de recesión. A esto se suma la ola invernal que enfrentó el país, la cual estuvo acompañada de serias afectaciones en las cosechas.

Los servicios también registraron considerables repuntes en 2022. Estos fueron los más protagónicos:

Seguros de vehículos y otros relacionados con el transporte: 31 %

Transporte de pasajeros y equipaje en avión: 27 %

Electricidad: 22 %

Comidas preparadas fuera del hogar: 20 %

Gas: 21 %

Comidas en establecimiento de servicio a la mesa o autoservicio: 18 %

Alcantarillado: 14 %

Servicios de alojamiento: 12 %

Servicios médicos menores: 12 %

Suministro de agua: 11 %

Cines y teatros: 8,91 %

Discotecas, bares y similares: 7 %

Transporte escolar: 7 %

Peajes: 6 %

Educación secundaria: 6 %

Servicios odontológicos: 6 %

Educación preescolar y básica primaria: 6 %

Recogida de basuras: 6 %

Servicio doméstico: 5 %

Parqueaderos: 4,62 %

Arriendos: 3 %

Se espera que este sea el año en el que la inflación dé tregua. Las previsiones del Banco de la República apuntan a que durante el primer trimestre se comience a experimentar los primeros descensos, cerrando el año con una variación del 7 %. Las apuestas van encaminadas a que 2024 cierre en un 4 %, por lo que experimentaríamos un descenso paulatino que incluso podrían acercarse a los que se experimentaron años atrás.

Lo cierto es que es un reto complejo, pues no solo Colombia atraviesa por un panorama complicado, sino también la región y las principales economías del mundo. Aspectos como la pandemia, la guerra en Ucrania y el cambio climático están golpeando con fuerza a la economía.

Lo más recomendable es sacar provecho a la situación y aprender a formar hábitos financieros saludables, como tasar los gastos, presupuestar mejor las compras y, en la medida de lo posible, ahorrar.

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