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Tras dos días de conversaciones en Londres, China y Estados Unidos acordaron un marco de trabajo que busca reducir las tensiones comerciales acumuladas en los últimos meses.
El anuncio llega con promesas de alto al fuego, referencias a los compromisos alcanzados en la llamada informal que sostuvieron los presidentes Xi Jinping y Donald Trump, y menciones al pacto alcanzado en Ginebra hace algunas semanas.
Sin embargo, el contenido exacto del “consenso” sigue sin hacerse público y su aplicación dependerá aún de la firma de ambos mandatarios.
¿A qué se comprometieron las potencias?
El viceministro de Comercio de China, Li Chenggang, calificó los encuentros como “profesionales, racionales, profundos y sinceros”, y aseguró que las dos partes “acordaron en principio un marco para implementar el consenso” logrado en conversaciones previas.
Por parte de EE. UU., el secretario de Comercio, Howard Lutnick, afirmó que el acuerdo contempla una hoja de ruta que podría levantar restricciones bilaterales, especialmente sobre el comercio de tierras raras. “Ellos volverán a hablar con Xi y se asegurarán de que lo apruebe”, dijo Lutnick, señalando que cualquier aplicación depende aún del respaldo presidencial.
Los avances de Londres están directamente conectados con la llamada telefónica sostenida la semana pasada entre Xi Jinping y Donald Trump.
A partir de ese contacto, ambos gobiernos reactivaron el diálogo técnico e intentaron salvar el pacto alcanzado en Ginebra, que incluía una reducción temporal de aranceles por 90 días: del 125 % al 10 % para los productos estadounidenses en China, y del 145 % al 30 % para los bienes chinos en EE. UU.
La reunión de Londres, sin embargo, no produjo compromisos comerciales inmediatos. En cambio, ambas partes acordaron presentar un informe conjunto a sus respectivos jefes de Estado, con los resultados y propuestas surgidas durante las conversaciones.
La paz tras el cruce de acusaciones
Las delegaciones llegaron a Londres tras semanas de recriminaciones mutuas por supuestos incumplimientos.
China denunció a EE. UU. por imponer nuevas guías de control a la exportación de chips de inteligencia artificial, suspender ventas de software de diseño de semiconductores y revocar visados a estudiantes chinos. Washington, por su parte, acusó a Pekín de haber restringido la exportación de tierras raras, minerales críticos para industrias como la automotriz y la tecnología.
A pesar de estas tensiones, ambas potencias reconocieron que mantener abierto el canal de diálogo es crucial para evitar una escalada comercial y política con impacto global.
¿Qué viene ahora?
Aunque el marco de trabajo representa un paso hacia la estabilización, la relación sigue marcada por desconfianza. La implementación del acuerdo de Londres está supeditada a la aprobación final de Xi y Trump, y su éxito dependerá de la voluntad política de ambos gobiernos para sostener la tregua y avanzar en temas estructurales.
El vice primer ministro chino, He Lifeng, y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, encabezaron las delegaciones junto con los principales responsables comerciales. La presencia de figuras de alto nivel sugiere que el tema ha vuelto al primer plano de la relación bilateral, pero el equilibrio sigue siendo precario.
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