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Más empleo, pero no mejor: la informalidad aún frena la reducción de la pobreza

Aunque la pobreza bajó a 31,8 % en 2024, las brechas regionales y la alta informalidad impiden que la mejora sea pareja: en Chocó y La Guajira dos de cada tres personas siguen sin cubrir lo básico.

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Alejandro  Rodríguez Torres
05 de septiembre de 2025 - 02:37 a. m.
Más de la mitad de los trabajadores permanecen en la informalidad.
Más de la mitad de los trabajadores permanecen en la informalidad.
Foto: Pixabay
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La pobreza en Colombia no es un mismo saco para todos. Depende, en gran parte, de cómo trabajan las personas. No es solo cuánto dinero entra, sino la estabilidad y la seguridad de ese ingreso.

Entre 2023 y 2024, la pobreza nacional bajó del 34,6 % al 31,8 %, según el DANE. Unas 16.238.000 personas. La mejora más notable fue en las cabeceras municipales (28,6 %), mientras que en centros poblados y zonas rurales dispersas la pobreza alcanzó el 42,5 %.

La pobreza extrema, quienes no pueden cubrir siquiera lo mínimo para vivir, afectó al 11,7 % de la población, descendiendo 0,9 puntos frente al año anterior. En total, 5.971.839 personas.

Para el centro de pensamiento ANIF, detrás de estas cifras está la informalidad laboral. “Existe una estrecha relación entre la incidencia en la pobreza y la relación entre posiciones ocupacionales: en los departamentos más pobres se perciben más hogares cuyo jefe de hogar es cuenta propia en relación los asalariados”, subraya.

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Es como si algunos hogares navegaran en botes con fugas, donde cualquier lluvia inesperada, como un gasto médico o un aumento en alimentos, los hunde más rápido.

En términos de clases sociales, tres de cada diez personas se encuentra en situación de vulnerabilidad (es decir, ingresos por encima de la línea de pobreza, pero aún limitados), más de tres de cada diez (34,4 %) en clase media y apenas el 3,3 % de la población en clase alta.

Pero las diferencias por regiones son enormes: Bogotá registra apenas 19,6 % de pobreza; en Chocó supera el 67 % (siendo la ciudad con más desempleo y la séptima en informalidad), La Guajira 65 % y Sucre 57 %.

En La Guajira, por cada hogar con jefe asalariado hay más de dos hogares que trabajan por cuenta propia. Mientras que en Sucre, esa proporción es de casi dos a uno. En contraste, en Caldas y Cundinamarca, hay menos de un hogar autoempleado por cada asalariado.

Esta relación explica gran parte de por qué los ingresos no siempre alcanzan para superar la línea de pobreza.

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Para 2024, esa línea promedio nacional fue de $460.198 al mes, suficiente para cubrir alimentación, vivienda y necesidades básicas. Pero varía según la región: en Bogotá sube a $628.604 y en La Guajira baja a $351.496.

De ahí que los analistas insistan en tres prioridades: la calidad del empleo, incentivar la formalización laboral y garantizar ingresos dignos no solo aumenta el dinero que entra a los hogares, sino que abre la puerta para que más familias puedan “subir a un bote más seguro” y salir de la pobreza.

Aunque la informalidad explica por qué muchos hogares siguen cerca de la línea de pobreza, los últimos datos del mercado laboral muestran que hay más personas encontrando empleo, lo que podría cambiar este panorama.

Según las cifras del DANE, la tasa de desempleo cayó a 8,8 % en julio, la más baja para ese mes desde 2001, lo que significa que más colombianos encontraron empleo y la economía retomó niveles prepandemia. Sin embargo, la mitad de los trabajadores sigue en la informalidad.

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La recuperación se concentra en sectores de servicios, comercio y transporte, mientras que áreas como agricultura y construcción aún no logran repuntar con la misma fuerza.

La brecha regional también persiste. En Quibdó, uno de cada cinco trabajadores está desempleado, mientras que en Medellín apenas uno de cada diez.

Además, las mujeres siguen enfrentando mayores dificultades para acceder a empleo, con un desempleo del 11,1 %, frente al 7,1 % en hombres.

Es decir, aunque el desempleo cae y la economía genera más puestos de trabajo, la informalidad y la desigualdad regional y de género siguen siendo un freno para que todos los hogares superen la pobreza.

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Alejandro  Rodríguez Torres

Por Alejandro Rodríguez Torres

Comunicador social y periodista apasionado por el mundo digital y la edición multimedia. Desde mayo de 2024 escribe en la sección Negocios sobre infraestructura y transporte. Le encanta la literatura y debatir hasta agotar las ideas.@alejandrorodtarodriguezt@elespectador.com
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Sandra Suarez(16957)05 de septiembre de 2025 - 02:52 p. m.
El raciocinio del autor del artículo, o del estudio de Anif que cita, es incoherente: si el desempleo y la pobreza bajaron simultáneamente es porque lo primero influye en lo segundo. La informalidad laboral sin duda no es la condición más efectiva para reducir la pobreza, pero nos quedan debiendo las explicaciones sobre sus causas y posibles correctivos. Más parece un comentario destinado a desestimar el avance en la reducción de la pobreza. Mal hecho.
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