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El Gobierno decretó en la noche del lunes 29 de diciembre un incremento de 23 % en el salario mínimo para 2026, tras no lograrse un acuerdo en la mesa de concertación.
La decisión, que regirá desde el primero de enero, desató reacciones entre gremios, analistas económicos y sindicatos, que advierten posibles efectos sobre la inflación, el empleo, la informalidad y sectores clave de la economía.
Los riesgos macroeconómicos que abriría el aumento
En un análisis divulgado este martes, Bancolombia destacó que el aumento decretado supera ampliamente los criterios técnicos usuales (inflación y productividad) y que la reducción gradual de la jornada laboral amplifica el impacto sobre los costos empresariales.
Según el banco, el salario mínimo por hora registraría en 2026 un incremento cercano al 28,5 %, lo que encarece de forma significativa la contratación formal.
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De acuerdo con Laura Clavijo, directora de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercado de Bancolombia, este ajuste podría trasladarse a los precios. Según el análisis, las presiones inflacionarias asociadas al aumento del salario mínimo podrían sumar cerca de 242 puntos básicos adicionales a la inflación anual, lo que obligaría al Banco de la República a iniciar un ciclo alcista de tasas de interés en 2026.
El banco también advirtió efectos fiscales. El mayor gasto asociado a nóminas públicas y pensiones podría incrementar el gasto primario en 0,67 % del PIB, en un contexto de estrechez fiscal.
Una lectura similar presentó Asobancaria, que recordó que el salario mínimo actúa como piso legal solo para una fracción de los ocupados. Según cifras citadas por el gremio, apenas 2,4 millones de trabajadores reciben exactamente un salario mínimo, mientras que cerca del 49 % de los ocupados percibe ingresos inferiores, en su mayoría en condiciones de informalidad.
El gremio bancario advirtió que incrementos del salario mínimo por encima de la inflación y la productividad presionan al alza los precios. De acuerdo con sus cálculos, por cada punto porcentual del aumento que exceda los criterios técnicos, la inflación podría incrementarse entre 10 y 16 puntos básicos, lo que reduce el margen de acción de la política monetaria y encarece el financiamiento para hogares y empresas.
Costos de construcción y acceso a la vivienda de interés social
Uno de los sectores que advirtió impactos directos por el incremento del salario mínimo es el de la construcción, debido al peso que tiene la mano de obra dentro de sus costos y a la indexación de la vivienda de interés social al salario mínimo.
La Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) señaló que el aumento decretado introduce presiones adicionales sobre los precios del sector, teniendo en cuenta que la mano de obra representa cerca de 25 % de los costos directos de construcción.
Según estimaciones preliminares del gremio de los constructores, el choque de costos podría generar un incremento cercano al 4 % en los precios totales de construir vivienda, presión que terminaría trasladándose al valor final de los inmuebles.
De manera preliminar, Camacol estimó que el impacto agregado del incremento del salario mínimo podría acercarse a un aumento de hasta 10 % en el precio de la vivienda, afectando a los segmentos que estas políticas buscan proteger.
El gremio también advirtió que el impacto es particularmente sensible en la Vivienda de Interés Social (VIS), cuyos precios máximos están definidos en salarios mínimos. De acuerdo con Camacol, el ajuste eleva automáticamente esos topes y deteriora la asequibilidad, lo que podría expulsar del mercado a miles de hogares, en especial aquellos con ingresos variables o en condiciones de informalidad.
“Es un buen eslogan, pero una mala política”, afirmó Guillermo Herrera, presidente de Camacol, al advertir que mejorar los ingresos de quienes hoy están en el empleo formal no puede hacerse a costa de presionar la inflación, encarecer la vivienda social y frenar la generación de nuevos empleos.
La competitividad de las exportaciones colombianas
El aumento del salario mínimo también generó alertas en el renglón exportador, donde se advierte que el mayor costo laboral interno, en un contexto de dólar débil, puede restar competitividad a los productos colombianos en los mercados internacionales.
Desde esta orilla, el presidente ejecutivo de Analdex, Javier Díaz Molina, señaló que el ajuste en pesos se convierte en un factor de desventaja frente a otros países competidores.
En un mensaje publicado en redes sociales, afirmó: “Un dólar débil y un incremento de los costos locales en pesos es una combinación mortal para nuestras exportaciones, perdemos competitividad en los mercados exteriores y nuestros competidores sacarán ventaja”.
Desde el movimiento sindical también surgieron reparos frente al incremento decretado del salario mínimo para 2026, aunque desde una óptica distinta a la de los gremios empresariales y financieros.
Preocupación por la informalidad y pymes
La Confederación General del Trabajo (CGT) sostuvo que un aumento “tan desbordado” (del salario mínimo) puede terminar afectando el costo de vida de amplios grupos de la población durante el próximo año.
Según el sindicato, el impacto no se limita a los trabajadores formales que devengan el salario mínimo, sino que alcanza a pensionados y a la clase media.
El presidente de la CGT, Jorge Iván Díez Vélez, advirtió que el incremento también perjudica a los 13,5 millones de trabajadores que se encuentran en la informalidad, cuyos ingresos no se ajustan con el salario mínimo, así como a los pensionados, que tendrán incrementos atados al IPC.
Díez también alertó por el impacto sobre las pequeñas y medianas empresas, para quien mayores costos laborales podrían llevar a que algunas pymes opten por despedir trabajadores.
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