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La tensión en el comercio internacional vuelve a encenderse. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, anunció que firmará este jueves un decreto sobre “aranceles recíprocos”, una medida que podría afectar a sus socios comerciales más cercanos, México y Canadá, y encender alarmas en el resto del mundo.
El anuncio, realizado a través de su red Truth Social, llega en medio de una escalada arancelaria que ya ha puesto en vilo a la industria del acero y el aluminio. Con su característico estilo, Trump celebró el momento: “(…) tres semanas fantásticas, quizás las mejores que haya habido, pero hoy es el gran día: ¡¡¡aranceles recíprocos!!!”. Y añadió: “Make America Great Again!!!”, (Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez!), su lema de campaña.
Pero detrás de la euforia de su mensaje, la medida conlleva implicaciones profundas para la economía de Norteamérica y la estructura del comercio global.
El mandatario republicano quiere que los productos que entran a EE. UU. paguen los mismos aranceles que esos países aplican a las exportaciones estadounidenses. Por ejemplo, si un país cobra 20 % de impuestos a los productos de EE. UU., este país haría lo mismo con sus importaciones. Según Trump, esto equilibrará las reglas del juego y protegerá la industria local.
Aunque el presidente no dio una hora exacta, la Casa Blanca dijo que firmará las acciones ejecutivas a la 1 p.m., antes de su reunión de hoy con el primer ministro indio, Narendra Modi.
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México y Canadá, en la mira: aranceles de 50 %
El impacto inmediato de la medida será sobre los metales estratégicos de México y Canadá. La Casa Blanca confirmó que los aranceles sobre el acero y el aluminio provenientes de estos países podrían alcanzar 50 % si no se logra un acuerdo antes de un mes.
Hasta ahora, estos productos ya estaban gravados con 25 % como parte de una estrategia de presión de Trump para que sus vecinos refuercen el control migratorio y combatan el tráfico de fentanilo. Sin embargo, ese primer 25 % ha sido suspendido temporalmente por un mes mientras se negocia. Si no se llega a un consenso, se aplicaría un arancel adicional, duplicando la carga impositiva para los exportadores de estos sectores.
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¿Por qué el acero y el aluminio?
Trump ha utilizado el argumento de la “seguridad nacional” para justificar la imposición de estos aranceles. Según su administración, proteger estas industrias es clave para la independencia económica del país, evitando que su capacidad productiva dependa de actores extranjeros.
Pero más allá de la retórica, los números revelan que las afectaciones podrían ser significativas:
- México es el tercer mayor exportador de acero a Estados Unidos, con 2,9 millones de toneladas métricas enviadas entre marzo de 2024 y febrero de 2025.
- Brasil ocupa el segundo lugar, con 3,7 millones de toneladas métricas exportadas.
- Argentina también se verá afectada, pues en 2024 fue el sexto mayor proveedor de aluminio a EE. UU., con más de 176.000 toneladas métricas enviadas.
Desde México, el ministro de Economía, Marcelo Ebrard, respondió con un llamado al “sentido común”, una frase que el propio Trump ha usado en múltiples ocasiones. “No balazo en el pie, no destruir lo que hemos construido los últimos cuarenta años”, declaró, recordando que EE. UU. vende más a México de lo que le compra.
Según cifras oficiales estadounidenses, en 2024 EE. UU. exportó 6.897 millones de dólares más a México de lo que importó, lo que, según el ministro, haría “injustificable” una barrera comercial de este nivel.
Canadá, por su parte, ha respondido con medidas como el nombramiento de un “zar del fentanilo”, en un esfuerzo por mitigar la presión de Washington.
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China: el gran observador preocupado
Más allá de sus vecinos, Trump también apunta a otro gigante: China.
La Asociación China del Hierro y el Acero (ACHA) calificó la medida como un “acto de proteccionismo comercial” y advirtió que los nuevos aranceles de 25 % impuestos a sus exportaciones tendrán un “impacto negativo”.
Aunque China no es uno de los principales exportadores de acero a EE. UU., su creciente capacidad de producción ha generado preocupación en Washington. La Casa Blanca teme que, si no se toman medidas, los fabricantes chinos inunden el mercado global con precios más bajos, afectando a la industria estadounidense.
En declaraciones a la cadena estatal CCTV, Zhang Longqiang, subsecretario general de la ACHA, advirtió que estas medidas pueden “afectar las cadenas de suministro globales” y provocar que otros países adopten restricciones similares.
Si la guerra arancelaria escala, industrias clave como la automotriz, la manufactura y la tecnología podrían verse afectadas, generando encarecimiento de productos y una posible caída en el empleo.
Trump ya ha utilizado antes la amenaza de aranceles como estrategia de negociación. Lo hizo en su primer mandato, cuando impuso tarifas a China y logró que el gigante asiático accediera a comprar más productos agrícolas estadounidenses.
Ahora, con México y Canadá bajo presión y China atenta a los movimientos, la pregunta es hasta dónde está dispuesto a llegar.
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