¿Por qué cae la incertidumbre política económica del país?

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Por 79 meses consecutivos, la incertidumbre ha sido el pan diario de la economía. Setenta y nueve. Casi siete años donde el sobresalto dejó de ser una excepción y se convirtió en la norma.

En abril de 2025, el Índice de Incertidumbre de la Política Económica (IPEC), medido por Fedesarrollo, bajó frente al mismo mes de 2024. La confianza, sin embargo, navega en aguas turbias.

Porque aunque el índice marcó 299 puntos —una leve mejoría respecto a los 307 de abril del año pasado—, sigue estando tres veces por encima del promedio histórico de entre 2000 y 2019, que era de apenas 100. En otras palabras, aunque el ruido bajó un poco el volumen, la sinfonía sigue siendo la misma: una orquesta por todos los frentes.

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Cabe recordar que el IPEC no mide inflación, ni PIB, ni tasas de interés. Mide algo más etéreo, la percepción de incertidumbre económica en los medios de comunicación. Cada mes, el índice cuenta cuántas veces aparecen en la prensa colombiana términos relacionados con turbulencias económicas, decisiones impredecibles, reformas sin norte o tensiones geopolíticas que pueden torcer el rumbo.

Es una metodología importada de EE. UU., adaptada por Fedesarrollo para Colombia. Su mérito no es solo cuantificar el nerviosismo, sino en identificar de dónde viene.

En abril, por ejemplo, 57,9 % del contenido relacionado con incertidumbre tuvo que ver con política económica, social y geopolítica.

Le siguieron las noticias sobre actividad económica (18,4 %) y las variables financieras (10,5 %).

El asunto no se queda en lo anecdótico, pues muestra qué le preocupa al país y qué peso tienen las decisiones políticas en la percepción del rumbo económico. Esa es la premisa.

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Pese a los vaivenes mensuales, el promedio acumulado del índice en lo que va del año es de 253 puntos, apenas cinco menos que en 2024 (258), y catorce por debajo del promedio de 2023 (267). En otras palabras: desde que estalló la pandemia en 2020, la incertidumbre nunca volvió a niveles normales.

Antes, solo crisis puntuales alteraban el pulso: el colapso financiero de 1999, la caída del petróleo entre 2014 y 2016, o el desplome de la confianza internacional en 2022, cuando la prima de riesgo se disparó.

Hoy, en cambio, no hace falta un sismo para que tiemble el índice. Aunque debería.

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¿Qué cambió en abril?

El aumento de 77 puntos respecto a marzo (222 a 299) tiene raíces recientes. Abril fue un mes cargado por tensiones fiscales por los gastos del Gobierno, ruidos por las reformas, incluyendo laboral, salud y pensional.

También se agudizó la discusión sobre el futuro de los subsidios, los topes de la regla fiscal (límite de gasto) y el cambio de tasa de intervención del Banco de la República (9,25 %).

En comparación con abril de 2024, el cambio más notable fue el crecimiento del peso de las noticias sobre política económica, social y geopolítica (+13,9 puntos porcentuales) y de las variables financieras (+8,5 puntos).

Lo que se desplomó fue la atención mediática a los temas de seguridad (-11,3 puntos), que quedó relegada en la opinión pública.

Ahora bien, el índice puede amplificar la incertidumbre que muestran los medios. Si hay crisis que no se narran, el índice no lo marca. Así, es un espejo que refleja una realidad como el encuadre de los medios.

Aunque parezca contraintuitivo, la caída del IPEC frente al año pasado —aunque mínima— puede abrir una ventana. No hacia la euforia, pero sí hacia la reconstrucción de confianza.

En este punto, las acciones del Gobierno serán clave. ¿Se estabilizará el ruido económico?

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