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Ha vuelto la volatilidad del dólar a Colombia. Hasta hace un mes la tasa de cambio se mantenía estable por debajo de los $2.950, pero desde comienzos de agosto ha vuelto a tener fuertes alzas, similares a las que tuvo en 2015 y 2016, los años de mayor devaluación del peso colombiano. Tan sólo en las últimas tres semanas la divisa ha subido más de $100 y se encuentra cerca de los $3.050, por lo que han vuelto las apuestas sobre cómo se comportará la tasa de cambio en lo que resta del año. (Lea La encrucijada argentina)
Es claro que el reciente repuntese debe a la incertidumbre internacional que ha fortalecido al dólar frente a las monedas emergentes: la guerra comercial de Trump contra China y Turquía; los problemas fiscales y de cuenta corriente de Argentina, que tienen a su moneda en mínimos, y problemas internos en Brasil y Sudáfrica que también han debilitado sus monedas.
Esteban Espitia, analista macro de la firma Alianza Valores, indica que “hemos visto que la incertidumbre detrás del desplome del peso argentino está contagiando a otras monedas de la región. Es por esto que el dólar también se está fortaleciendo frente al peso chileno y colombiano (pero en menor proporción), por lo que a corto plazo este ruido debería seguir generando volatilidad y presión al alza sobre la tasa de cambio local”.
Sin embargo, Espitia indica que “hay fenómenos estructurales que también están presionando la tasa de cambio hacia arriba. Este mes, la Reserva Federal podría dar señales de que va a realizar cuatro incrementos de tasas en vez de las tres que se esperaban, lo que va a fortalecer aún más el dólar frente a las monedas emergentes. Es por esto que mantenemos nuestra proyección alcista sobre la tasa de cambio, que podría cerrar el año a niveles cercanos a los $3.100”.
Por su parte, el departamento de investigaciones económicas del Banco de Bogotá advierte sobre el ruido internacional: “En caso de persistir la incertidumbre, y nuevos episodios de aversión al riesgo, la tasa de cambio local estaría expuesta a presiones alcistas adicionales, pues los inversionistas tienden a perder su discrecionalidad para diferenciar los activos de países emergentes en momentos de crisis (no distinguirían a Argentina de Colombia, por ejemplo). De otro lado, las noticias en el frente fiscal y el manejo del nuevo gobierno también serían decisivos para la tasa de cambio local”.
¿Oportunidad para Colombia?
Diego Franco, presidente de Franco Group, es uno de los pocos analistas que creen que la tasa de cambio podría caer. De hecho, estima que cerrará a final de año entre los $2.880 y $2.920. “No creo que haya contagio. Colombia y México tienen tan buenos indicadores como para que se logren diferenciar de Argentina y Turquía, por lo que no corremos el riesgo de ver una fuga de capitales. De hecho, si miramos las primas de riesgo de nosotros, por medio del Embi y los CDS (indicadores de riesgo), se encuentra que no se han afectado por la reciente incertidumbre internacional”.
Franco agrega: “una vez pase este ruido que ha generado Argentina, podríamos ver un aumento de la inversión en Colombia y México. Lo que debería beneficiar principalmente a las acciones de la bolsa de valores local”.
