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El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informó que, en marzo, la tasa de desempleo en Colombia fue del 9,6 %. Esto se traduce en una caída de 1,7 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado.
Según lo explicado por la directora del departamento, Piedad Urdinola, esta es la cifra de desempleo más baja para un mes de marzo en los últimos nueve años. Además, la comparación del dato con el consolidado en la misma ventana de tiempo del año pasado muestra una variación considerable o “estadísticamente significativa”. De entrada, se puede decir que hay buenas noticias para el mercado laboral colombiano.
Cifras más detalladas muestran que en Colombia hay 40,5 millones de personas en edad de trabajar. De ellas, 23,7 millones están ocupadas, lo que representa un aumento de más de un millón frente al año anterior. Por su parte, el número de desempleados se ubicó en 2,52 millones, 359.000 menos que en marzo de 2024. Finalmente, la población por fuera de la fuerza laboral —es decir, quienes no trabajan por razones como estudios, discapacidad, labores del hogar no remuneradas, renta o desinterés— llegó a 14,2 millones, con una disminución de 138.000 personas.
Estos datos muestran un positivo desarrollo del empleo en Colombia, pues en marzo más personas encontraron trabajo (más de un millón de personas no es una cifra despreciable), más salieron del desempleo y también más dejaron de conformar el grupo de la población por fuera de la fuerza laboral.
La brecha de género sigue siendo un tema de preocupación. En marzo, la tasa de desempleo en los hombres fue del 7,4 %, mientras que en las mujeres fue del 12,6 %, lo que se traduce en una diferencia de 5,2 puntos porcentuales. En ellos, el número de desocupados creció en 544.000 personas (aumentó 4,1 %), mientras que en ellas esta cifra fue de 514.000 personas (aumentó 5,5 %).
Las ramas de actividad económica que más impulsaron la generación de empleo fueron agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca (381.000 nuevos puestos de trabajo); industrias manufactureras (218.000); alojamiento y servicios de comida (153.000); transporte y almacenamiento (132.000); construcción (125.000); comercio y reparación de vehículos (101.000); actividades artísticas, entretenimiento, recreación y otros servicios (100.000); información y comunicaciones (76.000); actividades inmobiliarias (43.000); y suministro de electricidad, gas, agua y gestión de desechos (2.000).
En contraste, las actividades que más reportaron una destrucción de puestos de trabajo fueron administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana (-153.000); actividades financieras y de seguros (-71.000) y actividades profesionales, científicas, técnicas y de servicios administrativos (-48.000).
A pesar de que el grueso de las cifras no son solo positivas, sino que también son estadísticamente significativas, llama la atención de que el grueso de los nuevos puestos de trabajo que se crearon fueron del tipo de trabajador por cuenta propia, lo cual suele estar relacionado con la informalidad, es decir, con empleos en donde no se tiene garantizado un salario mínimo, cotización a salud, pensión, caja de compensación familiar, vacaciones, cesantías y riesgos laborales, entre otras prestaciones.
En suma, aunque se ha creado más trabajo, este no necesariamente es de calidad. Para poner esto en perspectiva, hay que entender que los nuevos trabajos que se crearon de cuenta propia se cuentan en 622.00, cifra que está muy por encima de otras posiciones ocupacionales (entre las cuales también se encuentran relaciones con la informalidad) como el obrero o empleado particular (184.000); jornalero o peón (121.000); el empleado doméstico (98.000); patrón o empleador (21.000); empleado del Gobierno (-74.000).
Según lo explicado a este medio por Urdinola, de los más de un millón de empleos que se crearon en marzo, 947.000 se encuentran en la ocupación informal y 83.000 se encuentran en la población formal.
Una parte fundamental de esta dinámica se debe al rol predominante de las mujeres en la población por fuera de la fuerza laboral. De los 14,2 millones de personas en esta condición, 9,8 millones son mujeres, mientras que 4,5 millones son hombres. Esta brecha es aún más evidente en los oficios del hogar no remunerados, donde hay 6,8 millones de mujeres frente a apenas 914.000 hombres. En otras palabras, por cada hombre dedicado a estas labores, hay 7 mujeres, lo que refleja un marcado desequilibrio en la distribución del cuidado del hogar.
En el trimestre comprendido entre enero y marzo, las ciudades que mostraron una mayor tasa de desempleo fueron Quibdó (35,6 %), Riohacha (17,7 %), Florencia (17,2 %), Ibagué (15,8 %) y Cúcuta (14,2 %). En contraste, las que menos fueron Medellín (7,9 %), Villavicencio (9 %), Neiva (9,5 %), Bucaramanga (9,7 %) y Santamarta (9,8 %). En Bogotá, esta tasa fue del 10,1 %.
Otro malestar que preocupa en el mercado laboral colombiano es la informalidad. En marzo, esta cifra fue del 57,7 %, lo que se tradujo en un incremento de 1,6 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado.
Las ciudades con mayores índices de informalidad fueron Sincelejo (68,9 %), Riohacha (64,8 %), Valledupar (64,4 %), Popayán (62,5 %) y Montería (61,6 %). En contraste, las que menos fueron Manizales (35,1 %), Pereira (38,1 %), Bogotá (38,2 %), Medellín (40 %), Tunja (42,1 %).
El desempleo en los jóvenes (población de 15 a 28 años) también es alto. En el trimestre enero - marzo fue del 45,9 %, lo que es una variación estadísticamente significativa si se compara con la misma ventana de tiempo del año pasado, cuando este dato se situó en 43,9 %.
El desempleo entre los jóvenes es más protagónico entre las mujeres, con una tasa del 22,8 %, mientras que en los hombres fue del 13 %. La brecha en esta materia fue del 9,8 %.
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