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Un paseo en bicicleta por los cultivos de las flores que exporta Colombia

Conocer el camino que debe emprender una planta de crisantemos para llegar a florecer en hogares de Estados Unidos es toda una experiencia agroturística en La Ceja, Antioquia. Allí se unen dos de sus elementos más representativos: la floricultura y el amor por la bicicleta.

María Camila Ramírez Cañón

27 de febrero de 2025 - 03:33 p. m.
Los crisantemos son de las variedades con mayor diversidad de colores, tamaños y formas.
Foto: María Camila Ramírez Cañón
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Entre el verde del paisaje y flores amarillas, moradas, blancas y rosas, Ana María Henao dio las primeras pedaladas de Zona Bici, un proyecto de vida, que hoy es un vehículo para atraer visitantes a La Ceja, Antioquia. Pero también sirve para hablar y resaltar el negocio de las flores, una actividad con amplia tradición en este municipio y en el Oriente antioqueño.

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Este proyecto de agroturismo permite ver el proceso detrás de los crisantemos, una variedad que representa el 8 % de la exportación de la floricultura nacional, principalmente hacia Estados Unidos. El recorrido se hace sobre el transporte por excelencia de La Ceja: la bicicleta.

La idea, cuenta Henano, nació en dos ruedas como un reconocimiento a la importancia cultural de la bicicleta en este municipio antioqueño. “Quisimos ir más allá y llevarlo al terreno de la floricultura, una actividad económica que se destaca en la región”.

Las flores son tanto más importantes para La Ceja que para Colombia, pues son una de las principales exportaciones del país (segunda en la canasta no minero-energética, apenas después del café). Cuando se mira globalmente, solo Países Bajos nos supera en el terreno de la floricultura.

Colombia cuenta con las condiciones geográficas y agroclimáticas para la producción de más de 600 especies de flores y follaje.
Foto: María Camila Ramírez Cañón

Para hacer posible el proyecto, desde hace siete años Zona Bici trabaja de la mano con la empresa Jardines de San Nicolás, encargada de todo el proceso productivo y de exportación de las flores, que realiza en una extensión de 44 hectáreas.

Durante el paseo en bici, o a pie si así se prefiere, se puede ver el proceso de manera completa. Se inicia con la máquina que crea el sustrato sobre el que crecerá la planta. Continúa con los sembrados en los que se pueden ver botones florecidos de todos los colores y en ellos flota el aroma de miles de flores. Finaliza con las cintas por las que pasan los ramos antes de ser empacados en cajas y llevados al contenedor refrigerado en el que llegarán por vía aérea a su destino.

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“El recorrido dura entre dos horas y media y cuatro horas, es guiado y personalizado. Se conoce toda la floricultura si es en bicicleta, con el casco, hidratación, seguro médico y hasta alimentación local, si así lo prefieren los visitantes”, detalla Henao.

Colombia es el segundo mayor exportador del mundo después de Países Bajos.
Foto: María Camila Ramírez Cañón

Se trata de la primera experiencia de este estilo que se hace en el país, con el objetivo de que las personas puedan conocer el cultivo de flores desde adentro, como sucede desde hace años con la cultura cafetera, por ejemplo.

“Buscamos que la gente se enamore de esta actividad y así también atraer trabajadores, especialmente de las nuevas generaciones, que vean las oportunidades de empleo para la gente de la región”, dice Alirio Ramírez, gerente de Jardines de San Nicolás.

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Más allá de resaltar la labor alrededor de las flores, que impulsa una poderosa industria a nivel nacional, Zona Bici también es una forma de resaltar la belleza de lo cotidiano: pausar (a pesar de la paradoja de ir en bicicleta) para apreciar la vida a través de los ojos de La Ceja, en palabras de Henao. Apenas un dato para ir más allá de las flores: según un estudio que se hizo con la Autoridad Ambiental del Oriente Antioqueño (Cornare), en el cultivo viven cerca de 85 especies de aves, lo que vuelve la experiencia un punto atractivo para los aficionados a su avistamiento.

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Al finalizar el camino se enseña cómo armar un ramo de flores para que cada persona elabore su arreglo floral de crisantemos, la especie que se siembra en Jardines de San Nicolás.

Más del 95 % de las flores de corte se exportan a más de 100 países.
Foto: María Camila Ramírez Cañón

¿Por qué la bici?

En La Ceja se ha usado la bicicleta por más de 80 años de manera cotidiana, para ir a estudiar, trabajar o hacer cualquier diligencia. “Es un patrimonio que tenemos de movilidad y desde Zona Bici nos motiva seguir trabajando en su conservación y fortalecimiento. Especialmente con los trabajadores del cultivo”, dice Henao.

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El terreno, plano en su mayoría, y los pocos kilómetros que tiene el centro urbano han sido algunas de las ventajas que ha tenido ese medio de transporte.

Esa ha sido otra apuesta del proyecto, ofrecer una resistencia silenciosa frente al ruido de los medios motorizados que le van ganando terreno a la movilidad sostenible, responsable y saludable que ofrece la bici.

“Nuestro propósito es conservar y valorar ese tesoro que tiene el municipio. Por eso, las bicicletas se diseñaron exclusivamente para el recorrido y fueron ensambladas también en La Ceja”, destaca la fundadora.

Trabajadores y visitantes

Es un cultivo es pionero en abrir sus puertas para que se puedan realizar actividades, que no sólo son turísticas, sino que también pueden ser formativas y educativas.

Según el grupo se personaliza la experiencia, por lo que los visitan niños, adultos y hasta grupos empresariales. Hemos diseñado una “propuesta formativa para compartir con las personas asuntos relacionados con la sostenibilidad, movilidad sostenible con el uso de la bicicleta y hasta hacemos un fortalecimiento en habilidades socioemocionales para grupos específicos”, cuenta la fundadora.

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Para este punto, una pregunta importante es: ¿a dónde va el dinero recaudado con estas actividades? La respuesta de Henao es que, por cada visitante que llega el cultivo, la empresa destina los ingresos en el bienestar laboral de sus trabajadores. Esto responde al lema que tiene Jardines de San Nicolás: cultivar personas para cosechar sentimientos.

El sector floricultor genera al año 110 mil empleos directos y 90 indirectos, todos formales. Representa el 28 % de la formalidad del agro.
Foto: María Camila Ramírez Cañón

Ramírez destaca que como el turismo no es el objetivo del negocio, sino un complemento, optan por beneficiar a los colaboradores.

El sector floricultor genera al año 110.000 empleos directos y 90.000 indirectos, todos formales. Esto representa 28 % de la formalidad en todo el renglón del agro. De hecho, es el que tiene más trabajadores por hectárea, con entre 16 y 18.

En últimas, la iniciativa ayuda a que los trabajadores sientan gusto el contacto con los turistas. “Son personas que te reciben de una manera amable en su lugar de trabajo. Les encantan las visitas, de esa forma se valora mucho más su trabajo, se sienten orgullosos de su labor y se fomenta el sentido de pertenencia”, finaliza Henao.

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