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‘La Ley 30 cumplió su ciclo histórico’

Con siete años de experiencia laboral en el sector público, el ingeniero industrial Jorge Cárdenas decidió lanzar su candidatura a la rectoría de la Universidad Nacional.

Steven Navarrete Cardona
17 de marzo de 2015 - 08:48 p. m.
Ingeniero industrial Jorge Cárdenas / Luis Ángel/El Espectador
Ingeniero industrial Jorge Cárdenas / Luis Ángel/El Espectador

Jorge Cárdenas Santamaría es ingeniero industrial y magíster en economía y ciencias de la administración. En la Universidad Nacional ha ocupado el cargo de Vicerrector General y Rector encargado, y ha ejercido como Director del Centro de Investigación para el Desarrollo CID. Asegura que la universidad necesita redoblar la enseñanza de idiomas para optimizar su proceso de internacionalización.  (Vea a los demás candidatos en: Elija al rector de la Universidad Nacional)

¿Por qué se lanzó a la rectoría de la Universidad Nacional?

 

La rectoría de la UN es un espacio de servicio y de compromiso con la educación pública y la educación superior del país. Se puede servir de manera integral. Tengo la experiencia y la formación, y sobre todo tengo vocación. Me gusta el contacto con los estudiantes y profesores, y tengo la capacidad de tender puentes con la sociedad colombiana para acercarnos más al país, y también para que las ideas de la universidad impacten más en el contexto nacional.

Me veo mucho trabajando con otros funcionarios administrativos y directores académicos, colaborando a profesores y estudiantes para hacer que su proceso de formación, investigación y extensión sea más efectivo y sobre todo de excelencia.

¿Cómo ha sido su vinculación con Nacional?

 

Fui Vicerrector General de la UN y Rector encargado, en la época de Antanas Mockus. He sido profesor especial del Departamento de Teoría y Política de la Facultad de Ciencias Económicas y fui Director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo CID, uno de los centros de estudios más dinámicos de la Universidad, donde también fueron directores figuras como Lauchlin Currie, Roberto Arenas Bonilla, Jorge Iván González, Clemente Forero y Dario Fajardo, entre otros.

Uno de los temas más preocupantes para los estudiantes durante los últimos años ha sido el de la infraestructura del campus. ¿Cuál es su propuesta para conservar el patrimonio que representa y recuperar las estructuras?

 

La Ley 30 no dio instrumentos para renovar infraestructura, pues las transferencias usualmente crecen con el IPC (Índice de Precios al Consumidor), pero las necesidades no lo hacen.

Esto lleva, en algunos contextos, a la parálisis. La Universidad Nacional, para pensar por un momento el campus de Bogotá, tiene 17 construcciones que han sido declaradas monumento nacional y que son representativas de los últimos 60 años de la arquitectura colombiana. Tiene así mismo muchas otras edificaciones, algunas que cumplen más de 50 años y obviamente requieren renovación y mantenimiento y en algunos casos reemplazo. Creo que la Ley 30 no tuvo en cuenta estas situaciones.

En este momento, por ejemplo, tenemos 2200 estudiantes de Facultad de Artes, con departamentos tan importantes como Arquitectura, Artes, Diseño, Cine y Televisión dispersos por el campus, en virtud de que su edificio tenía una falla estructural. Algunos estudiantes tienen que privarse del campus, pues están tomando clases fuera del mismo en el CAN.

Igual sucede con los médicos que rotan por todos los hospitales del Distrito, lo cual estaría bien, sino fuera porque se alejan de sus maestros y de sus espacios de práctica con sus profesores. Hay que repensar la infraestructura con criterios de anticipar requerimientos y no esperar a la crisis, priorizar inversiones y tener modelos de gestión sofisticados. Además con todo lo que implica la rendición de cuentas y con vinculación de la comunidad universitaria en la priorización de inversiones; esto último para mí es crítico.

Pero no todo es infraestructura física, también hablemos de laboratorios y salones de clase, ambientes para cursos de posgrado. Yo quisiera traer a parlamentarios para que conozcan y vean que se requiere un apoyo especial, que no es cuento

¿Qué propuestas tiene para el fomento de la internacionalización de la U. Nacional y de sus estudiantes?

 

Me parece un tema fundamental. Hoy menos de 1000 estudiantes salen en programa de intercambio por año. Son 52.000 estudiantes en total, pero menos del 2% sale del país mediante un programa de intercambio.

Hay que incrementar ese número. Ahora bien, soy amigo de las dobles titulaciones con Universidades de calidad, que le permiten a los egresados ser creíbles en dos ambientes culturales diferentes; soy amigo no solo de la movilidad internacional, sino también de internacionalizar el salón de clase, con más estudiantes internacionales en los campus de la U. Nacional y sobre todo con una educación que esté más atenta a los avances internacionales, en las prácticas, en el material de lectura, los ejercicios de laboratorio, etc.

¿Qué tema en específico le interesaría desarrollar?

 

Me interesa de sobremanera el programa de cátedra internacional, para atraer profesores de reconocimiento internacional, para que de primera mano conozcan la calidad de nuestros estudiantes y abran nuevas posibilidades.

Eso exige un esfuerzo en la inversión para que los estudiantes puedan aprender idiomas…

 

Necesitamos redoblar la enseñanza de idiomas, pues sin idiomas no hay internacionalización. Ahora más que bilingüismo necesitamos apuntarle a que nuestros estudiantes puedan ser biculturales, es decir creíbles en más de una cultura. Para esto hay que permitir que hagan viajes al exterior y conozcan otras realidades y aprendan de ellas. Esto paradójicamente puede afirmar su vocación de contribuir a la transformación del país en centenares de temas y ámbitos, pues le apostamos a que personas más globales puedan también tomar más compromiso con el país a su regreso.

Un tema que ha sido espinoso es el de seguridad al interior del campus. Muchos estudiantes afirman no sentirse seguros caminando al interior en horas de la noche por la falta de iluminación o aumento de criminalidad. ¿Cuál es su propuesta en este sentido?

 

Tenemos que hacer un acuerdo de convivencia para saber qué queremos y qué no queremos que pase en el campus. Luego de definir el acuerdo nos toca buscar que se cumpla. No es fácil, pero es una prioridad. Hay espacio para mejoras en este sentido. Varios estudiantes quieren que se hable de este tema.

En muchos casos no sólo los estudiantes que vienen de fuera de las universidades sino también de las ciudades mismas tienen muchos problemas económicos para culminar sus carreras. ¿Cuál va a ser su estrategia en términos de bienestar universitario si resulta elegido?

Soy el único que ha hablado de elevar a nivel de ‘Vice Rectoría’ las políticas en este campo. Hay mucho por hacer. Nos interesa prevenir la deserción. Nos interesa dar apoyo a estudiantes con mayor vulnerabilidad.

Nos interesa el acceso de jóvenes talentosos pero que requieren refuerzos académicos en áreas clave y apoyos especiales; nos interesa ampliar todas las formas de expresión de todos los grupos estudiantiles que promueven actividades culturales y que enriquecen la vida del campus. Nos interesa que la U. Nacional sea sinónimo del centro de cultura de la Nación, esto impone también un trabajo muy grande en la actividad de bienestar. Hay que repensar los temas de cafetería también.

Un tema crucial para una universidad de talla mundial es el fomento a la investigación. ¿Cuál es su propuesta para fortalecer este ámbito?

 

Algunas personas cercanas a la Universidad han escrito recientemente sobre un tema al que quiero hacer eco, Colciencias puede estar demandando un formalismo excesivo y quizás está dejando con menor atención a las ciencias humanas y sociales, pues he escuchado la crítica.

Profesores como Jorge Iván Gonzalez en el diario la República se quejan pues Colciencias exige certificados, valida editoriales, impone reglas, fija fronteras arbitrarias, determina ventanas de observación, impone plazos”. Mi propuesta no es entrar a confrontar pero sí buscar entrar a trabajar en el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en Colombia, y contribuir desde el CESU y las Universidades al mejor desenvolvimiento de este importante sistema. Encuentro quejas y toca entrar a trabajar en este campo. Los datos indican que según SCimago, de las 50 universidades colombianas con mayor producción científica, somos la numero 1, esto nos da legitimidad para hablar y hacer propuestas.

¿Cambiaría el examen de admisión?

 

No lo cambiaria de inmediato, pero sí lo pongo bajo estudio. Hemos escuchado críticas importantes, y tenemos que mirar con detenimiento un tema que es relavente para la comunidad universitaria.

Hablemos de un tema vital que es la búsqueda de recursos para el funcionamiento de la universidad. ¿Cuál es su propuesta en este ámbito?

 

Tenemos que enfocarnos en un nuevo proyecto de Ley. En el contexto del posconflicto colombia requiere desde las Universidades propuestas más ambiciosas, que nos lleven a plantear avances más rápidos y efectivos en educación superior.

La Ley 30 cumplió su ciclo histórico. Cuando se expidió no había registro calificado, ni acreditación de programas ni acreditación de instituciones, ni grandes sistemas de información del sector, ni estaban claros sus órganos rectores ni la autonomía universitaria que es un capítulo muy claro de la Ley. El sistema de educación superior era pequeño.

Hoy tenemos un país más urbanizado, instituciones más evolucionadas con más requerimientos y con necesidades de formación avanzada a nivel de maestrías y doctorados. Tenemos que revisar todo esto en una nueva Ley y reconocer los costos de las instituciones que hacen investigación. No podemos olvidar que la UN tiene 8800 estudiantes de Maestría, 1171 estudiantes de doctorado, y 56 programas de doctorado y 153 programas de maestría; esto es casi un bien público para la nación, que se expresa en capacidad de estimular los sistemas de innovación y de investigación.

¿Desde la rectoría cómo encaminaría a la U. Nacional para que sea estratégica en el posconflicto?

 

Imaginamos a la U. Nacional como pilar de la nueva etapa histórica del posconflicto, atendiendo los desafíos en materia de formación, investigación y extensión propios del acuerdo de paz, buscando que los acuerdos adquieran materialidad.

Y también siendo un espacio abierto de experimentación social e institucional, reconocida por el país como ejemplo de convivencia, de reconocimiento de la diferencia y de respeto de las minorías de construcción de una nueva cultura del entendimiento entre colombianos y de fin del conflicto a partir de cumplir lo acordado. Buscaremos fortalecer la educación en las zonas que históricamente estuvieron en medio del conflicto armado y atraer a la Universidad a jóvenes provenientes de ellas.

El reto más grande que se nos ocurre es que si se acaba la guerra, los recursos que se puedan reacomodar se vuelquen a lo productivo, a lo social y a la educación. Es el imperativo.

SÍ usted llega a ser elegido como rector, ¿qué propuesta de los demás programas de sus contendores usaría en su gestión?

 

Me gusta cultivar escenarios de construcción y participación, como punto de entendimiento y trabajo colaborativo. Más que un Congreso Nacional Universitario, que no creo que sea el camino, sí estoy de acuerdo con abrir todos los espacios de diálogo y de trabajo conjunto que se requieran. También estoy abierto a formas de relacionamiento más sofisticadas con profesores. Con estudiantes, la política mía y de mi equipo es de cercanía y puertas abiertas.

¿Qué haría para fortalecer el diálogo de la U. Nacional con las regiones y las sedes de frontera?

 

Un reto fundamental es la articulación de todo el sistema. Es evidente que las sedes de Bogotá, Medellín, Manizales, Palmira, así como las recientes, Caribe y Orinoquia y Amazonía y Pacifico contribuyen de manera formidable a la visión de Universidad Nacional. Con todo, el sistema debe consolidarse en todos los frentes, administrativo, académico, y la movilidad de profesores y estudiantes, así como la optimización de recursos.

Integrantes del campus universitario se preguntan si su parentesco con el ministro de Hacienda podría limitar la autonomía de la Universidad.

 

Los recursos de la UN son de Ley, luego es en el Congreso de la República donde se obtienen los recursos en la Ley de Presupuesto. Ahora los recursos del CREE los define es el Ministerio de Educación. Así está en la Ley. Si se quiere reformar la Ley 30 toca en el Congreso, con apoyo del gobierno. De manera que ésta es la realidad. Puede incluso ser conveniente pedir un Ministro Ad Hoc para los temas de la UN en Hacienda, si se ve relevante, pero el relacionamiento con el MHCP es limitado.

Quiero dejar en claro que mi candidatura salió del propio seno de una comunidad de profesores, en ejercicio de su autonomía. Para mí una de las conquistas más importantes de la Ley 30 y de la Constitución es con relación a la autonomía. Los profesores y estudiantes defienden esto celosamente y con toda energía y con toda razón. Es algo que comparto y reconozco que es un puntal del desarrollo de la Universidad.

Estoy seguro que si soy elegido se redobla la observancia de la autonomía y se evita cualquier forma de injerencia indebida. Esto no hay ni que decirlo, así será, luego la autonomía está garantizada. En la U. Nacional hay órganos muy fuertes de deliberación donde se construyen las políticas.

Espero sumar relaciones armoniosas con el Congreso y con el gobierno y con los actores que sean necesarios en los temas que haya coincidencia con el interés de la Universidad. Esto sin perjuicio del espíritu crítico y constructivo que caracteriza a la Universidad.
 

Por Steven Navarrete Cardona

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