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El pasado 20 de febrero, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, autorizó la entrada del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) a la sede de la Universidad de Antioquia en Medellín tras casi una década sin la presencia de agentes policiales dentro de la universidad al momento de la protesta.
El hecho llevó al secretario de la gobernación, Luis Fernando Vélez, a proponer que se quitaran las mallas que rodean la Universidad de Antioquia. La propuesta fue apoyada por el alcalde Quintero.
La propuesta no es nueva. El ex alcalde Aníbal Gaviria y hoy gobernador de Antioquia ya había propuesto quitar las mallas de la UDEA y de la UNA sede Medellín en 2012, cuando se diseñaba la Ruta N, el “distrito de innovación” alrededor de la U. de A. y el Jardín Botánico de Medellín. El mismo lema que se propone hoy, “tumbar las cercas para estar más cerca”, perteneció a las Unidades de Vida Articuladas, de Empresas Públicas de Medellín.
Aunque el proyecto aún no tiene un nivel técnico –aún no hay estudios sobre los efectos de desenrejar estas universidades– el Consejo Superior de la Universidad de Antioquia se reunirá esta tarde con representantes de la Gobernación de Antioquia para escuchar los preliminares de la propuesta.
La reunión se dará un día después de que la Asamblea de Estudiantes declarara al alcalde Daniel Quintero Calle como persona non grata por haber autorizado el ingreso del ESMAD al campus universitario.
Por ahora, habría que tener en cuenta que el campus de la Universidad de Antioquia está declarado como patrimonio cultural por parte del Ministerio de Cultura, y cualquier intervención al campus requeriría de un permiso de esa entidad.
Por otro lado, algunos temen que la seguridad dentro de las universidades se vean afectadas, pues ambas están alrededor de zonas sensibles. La Universidad de Antioquia está cerca de la Minorista, que tiene probemas de seguridad, y la Unal sede Medellín limita con la quebrada Iguaná. Según la declaración en El Colombiano del profesor Jorge Avendaño, experto en Investigación Criminal de la Universidad de Medellín, “Hay un concepto de seguridad perimetral, en el cual esas mallas son necesarias en una institución que maneja una cantidad de bienes, como laboratorios, computadores, entre otros, y quitar el cerramiento dispararía el riesgo de intrusión”. La institución tendría que hacer inversiones para reforzar la seguridad y utilizar tecnología para vigilar.
Cuando el anterior rector de la UDEA, Mauricio Alviar, propuso desenrejar la universidad en 2017, dijo que aún con las preocupaciones por la seguridad al interior y fuera del campus, la apuesta era abrir el alma mater hacia lo público. En ese momento, el concejal de Medellín, Jaime Alberto Mejía, dijo que al abrir el campus, pasaría a ser del espacio público y las autoridades podrían intervenir cuando sea necesario. Lo que de alguna manera, evitaría los protocolos en los que se han trabajado las últimas dos semanas para determinar cuando puede o no puede entrar la fuerza pública a intervenir en una universidad.
Juan Daniel Quintero, hoy parte de la junta directa de Anglogold Ashanti, publicó una columna en El Colombiano sobre la discusión: “No olvidemos que los campus universitarios, en su gran mayoría, están abiertos a la comunidad, y los fines de semana se convierten espacios públicos para el disfrute de todos. Un campus universitario es por naturaleza un espacio abierto al libre pensamiento y la movilidad ciudadana siempre bajo el concepto del respeto a la diversidad y a la exaltación de lo público como patrimonio de los ciudadanos”.