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Esta semana, llega una nueva edición del Festival Internacional de Poesía en Pereira “Luna de Locos”. Cada año, este evento reúne voces de distintos países que, desde la palabra, dialogan con la memoria, la realidad social y la experiencia íntima.
En esta ocasión, el poeta español Alejandro Simón Partal llegó a la ciudad con una obra que ha sabido conjugar lo biográfico con lo universal, lo corporal con lo natural, y lo íntimo con lo colectivo.
“Entiendo la poesía como una forma de estar en el mundo, de vivir manifestándonos, dialogando con lo que nos rodea y con lo que nos conmueve o destroza”, dijo Partal. Para él, vida y poesía no son inseparables, pero sí profundamente dependientes.
El duelo por la muerte de su padre marcó un punto de inflexión en su escritura, especialmente en la novela La parcela. Allí, el dolor se convirtió en motor creativo:
¿Cómo transformó esa pérdida su manera de escribir?
Escribir me ayudó a serenar el duelo y a ponerle límites y otras anchuras luminosas a ese dolor. La esperanza depende de la imaginación, y en estos tiempos necesitamos imaginar otras realidades posibles e interrogarlas.
En sus versos también aparece una atención constante al cuerpo, con sus fragilidades, deseos y memorias. Para Partal, escribir sobre él, es una forma de cuidarlo y de entenderlo. “El cuerpo es un quehacer, como la vida”, afirmó, recordando la sentencia de Luis Cernuda de que la literatura se escribe con el cuerpo.
La naturaleza ocupa un lugar simbólico en su obra. Haber crecido frente al Estrecho de Gibraltar, desde donde podía ver África los días de poniente, lo marcó de manera definitiva: sus ojos, dice, quedaron contaminados por esos límites y por la tensión entre lo cercano y lo lejano.
Su estilo oscila entre la sencillez del lenguaje cotidiano y la hondura de lo poético. “No tengo teorías. Tengo poemas”, señaló evocando al poeta Sánchez Rosillo. De allí que cada texto sea un espacio de misterio donde lo íntimo se convierte en puente hacia lo colectivo.
Ha dicho que la poesía puede ser “una manera de mirar más allá del sufrimiento”. ¿Qué hay al otro lado de ese límite?
Afán de vivir.
Ese impulso vital se refleja en la manera como concibe la función de la poesía en un mundo acelerado. Para él, el poema puede habitar tanto en la calma de una tarde de campo como en el frenesí de un after a las diez de la mañana. “La poesía no se limita a la pausa; también puede habitar en la vida angustiosa que todos compartimos”.
¿Qué desea que sientan quienes lo escuchen en el Festival Luna de Locos?
Al acabar una lectura, una mujer me dijo que le habían entrado ganas de irse a tomar algo, ganas renovadas de vivir. Algo así sería estupendo.
En tiempos de guerra y violencia, Partal no dudó en señalar la dimensión política del arte: “La poesía es una herramienta para expresar nuestro desgarro y para poner el corazón en un futuro humano donde los criminales y genocidas pagarán sus atrocidades”, afirmó.
Cuando se le preguntó cuál sería una imagen o una pregunta con la que podría condensar toda su obra, su respuesta fue contundente: “Una imagen: un día claro. Una pregunta: ¿y ahora qué?”.